Helmut Zemo solo tenía 5 años cuando llegaron a Londres, fue un gran reto para él, ya que apenas hablaba inglés, su idioma madre lo tenía tan marcado que su acento salía por más que quisiera ocultarlo. La familia Zemo llegó a los suburbios de Edimburgo, lugar donde el padre de este contaba con un trabajo en una empresa pesquera. Debido a que sus riquezas habían desaparecido al salir de su país, Heinrich luchaba todos los días por sacar adelante a su esposa y pequeño. Helmut era muy pequeño como para recordar los inicios de la empresa Zemo de exportaciones que tan orgulloso tenía a su padre mientras él crecía. Creció tanto aquel negocio que, al cumplir los doce años el hijo único, la familia se mudo a la capital.
—Helmut querido, llegaras tarde a la escuela—
—Deja de consentirle mujer, es su responsabilidad no tuya— ordenó el Alfa de la familia saliendo de su oficina con su traje puesto despidiéndose de su esposa.
—Dijiste que lo llevarías al colegio...está nevando mucho Heinrich—
—Y no se apura, un escarmiento tal vez le enseñe disciplina—
De manera ruda contestó mientras la mujer bajaba la mirada incrédula del cambio tan radical de su esposo hacia su hijo, al cual, tan solo unos años atrás cargaba aún en su regazo, llenaba de cariños, mimos o que tan solo jugaba con él todo el tiempo, ahora se limitaban a verse a duras penas, saludarse o solo estrechar sus manos.
El hombre salió por la puerta mientras unas ligeras pisadas sonaban por la escalera donde se podía ver a un castaño bajar con su uniforme impecable, cabello ligeramente peinado y una gabardina en sus manos, se detuvo a la mitad de la escalera viendo de nuevo aquella mirada apagada de su madre y solo negó poniéndose aquel abrigo.
—No importa, tomaré el tren...— le informo acercándose a ella plantando un beso en su mejilla para así salir a aquel frío que azotaba la ciudad, su mochila colgada en su espalda y una bufanda tejida a crochet por su madre.
El día se veía hermoso, en su opinión. Caminaba viendo los nevados autos, los tejados blancos y pequeños charcos congelados. Amaba el invierno, era su época favorita y aun cuando vivía en una ciudad que muy apenas conocía hizo un gran esfuerzo por aceptar, aunque los habitantes de ahí ni siquiera lo intentaban. Su cabello corto castaño le cubría muy poco de la nieve, su piel era un contraste con la nieve que caía en su rostro, era de baja estatura y no debido a su edad, para un niño de doce años realmente era bajo, la escuela quedaba a una hora en tren por lo que debía caminar unos tres kilómetros a la estación. El era el único de primaria que se dirigía al tren, los otros niños eran llevados por sus padres sobre protectores que a diferencia del suyo, si cuidaban a sus hijos. No era culpa de su padre cuando lo pensaba bien, ellos vienen de un país en el que los padres no eran nada protectores, no simpatizaban con los demás y no era solo de hombres aquel comportamiento, simplemente era de cualquier persona nacida en la madre Rusia. Su madre al contrarió era muy cálida, ella era alemana de nacimiento, pero vivió en España cuando era niña y al cumplir los veinte es que por alguna razón que él desconocía llegó a enlistarse en las fuerzas armadas rusas. No solo eso, sus padres habían sido condecorados en algún punto de sus vidas, tenían el respeto de su comunidad y debido a que desciende de un apellido conectado a la realeza es que ellos no sufrían de ninguna carencia.
Él sabía de su sangre, que aun cuando vivía en una casa modesta en los suburbios de clase media, sus padres solo lo hacían para pasar desapercibidos de la KGB, su padre insistió que le buscaban para sacarlos a ambos del país cuando la realidad es que debido a sus problemas con las apuestas es que perdieron todo. No le gustaba pensar mucho en eso, en el que pudo haber pasado para renunciar a una vida de lujos, lujos que nunca tuvo y de los que no estaba siquiera acostumbrado, pero si le gustaba pensar en sus clases, repasaba en su mente con una libreta en manos todo lo de la clase anterior antes de llegar a la escuela, le gustaba aprender, ser el más inteligente, ser mejor de lo que su padre espera y así tal vez, algún día, él pueda decirle lo orgulloso que está de él aun cuando es un Beta.
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Cuestión de tiempo
FanfictionMuchas veces la vida es tan dura...que no aceptamos el destino que nos ofrece y por muy feliz que eso nos haga nos alejamos. ¿Sufrir?, a nadie le gusta sufrir, pero prefiere sufrir solo que arrastrar a su amado a su propia decesperacion. Helmut Zemo...