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A la mañana siguiente, después de dejar a Wonwoo en clase, Mingyu volvió a la cafetería. Cuando llegó, Soonyoung ya estaba allí limpiando la máquina de café.

—Buenos días, Soonnie.— Saludó Mingyu.

—¡Oh  Min! ¡Muy buenos días!

—Oye, Soonnie, lo del cumpleaños...

—Oh, sí. Te escucho.— Soonyoung dejó a un lado lo que estaba haciendo para centrar toda su atención en su amigo.

—No voy a ir... Verás, lo hablé con mi amigo y dijo que no quería ir. Y no puedo dejarle solo, así que... lo siento...

—No te preocupes, Min. Lo entiendo. ¿Es un niño pequeño?

—Pues... no. La verdad es que no. Pero tengo que quedarme con él.

—Bueno, no pasa nada.— Sonrió. —Siempre puedo celebrarlo contigo otro día.

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Domingo.

Mingyu se encontraba sentado en el sofá con Wonwoo sentado entre sus piernas, con su espalda recostada sobre su pecho.

El mayor sujetaba un libro sobre la historia de los dinosaurios para hacer que Wonwoo leyera.

—¡No, no!— De un segundo a otro, Wonwoo cogió el libro de las manos de Mingyu y lo tiró al suelo.

—Oye, Wonwoo. Eso no se hace.— Mingyu frunció el ceño antes de alargar el brazo para recoger el libro del suelo.

—¡No! ¡Cansado!

—¿Cansado? ¿Estás cansado?

—Sí.

—Entonces solo tenías que decírmelo. La próxima vez me lo dices y descansamos un rato, ¿vale? Sin tirar el libro.

—Vale.

En ese momento, se escucharon unos toques en la puerta principal de la casa.

—Quédate aquí, Won. No te muevas.— Dijo Mingyu antes de acercarse a la puerta a mirar por la mirilla. Después de comprobar quién se encontraba al otro lado de la puerta, abrió. —¿Soonnie?

—¡Buenos días, Min!— Saludó alegremente.

—¿Qué haces aquí?— Sonrió, algo asombrado y confundido.

—Pues, ya que ayer no pudiste venir, pensé en traerte un trozo de tarta.— Soonyoung elevó una pequeña cajita de cartón a la altura de los ojos de su amigo. —Es de chocolate y nata, sé que es tu favorita. También corté otro trozo para tu amigo.

—Oh, muchas gracias. Esto...— Mingyu no estaba seguro de si debía dejar que Soonyoung entrara en casa. Wonwoo podría reaccionar mal y ponerse nervioso. —Hum... ¿quieres entrar un rato?

—¡Claro!— Sonrió.

—Hum...pasa.— Mingyu se rascó la nuca antes de echarse a un lado para que su amigo pudiera entrar. —Te presento a Wonwoo.— Giró a mirar al sofá, donde Wonwoo seguía sentado con el libro de dinosaurios en la mano.

—Yo soy Soonyoung.— El chico de pelos rubios se acercó hasta el sofá y tendió su mano.

Sin embargo, Wonwoo no le hizo caso. Seguía concentrado examinando las fotos del libro que tenía en sus manos.

Soonyoung retiró su mano y miró a Mingyu, algo incómodo y extrañado por la situación.

Mingyu, por su parte, se puso de cuclillas frente a Wonwoo y, con sutileza, quitó el libro de las manos ajenas para dejarlo sobre el sofá.

—Mira, Won. Un amigo mio ha venido para conocerte.— Sonrió. —Se llama Soonyoung.

—Suno.— Repitió Wonwoo a su manera mientras jugaba con el pelo de Mingyu.

—Soonyoung, eso es.— Mingyu volvió a sonreír antes de acariciar las mejillas del contrario. —¿Le dices hola?

—Hola.

—Hola.— Soonyoung saludó de vuelta. —Mingyu me ha hablado mucho de ti.

—Mingu.— Dijo Wonwoo mientras tocaba el hombro del nombrado. —Mingu.

—¿Sabes una cosa? Soonyoung nos ha traído un trozo de tarta de chocolate y nata.

—Ico.

—Está rico, ¿verdad?

Ahí Wonwoo ya se aburrió de la conversación y se levantó del sofá para ir en busca de sus paquetes de pañuelos.

Soonyoung se sorprendió al verle de pie. No se esperaba que Wonwoo fuese tan alto. Era incluso más alto que él.

Una vez que Wonwoo ya estaba distraído sentado sobre la alfombra, Mingyu se sentó con Soonyoung en una pequeña mesita que había en la cocina.

—Responderé a todas tus preguntas, Soonnie.

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Yo también puedo responder alguna pregunta, si tienen, claro

Habit • {Meanie}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora