F: Confusión

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Harry

Tuve que pasar dos semanas más en el hospital. Los doctores querían que estuviera completamente fuera de peligro. El señor Malfoy llegó de nuevo a mi habitación.

- Bien. Debido a que estás internado la audiencia es dentro de dos semanas, gracias a Dios las pruebas fueron suficientes para que el caso se abra. James está encerrado, así que no debes preocuparte de que aparezca de la nada.

- Muchas gracias señor Malfoy, realmente aprecio todo lo que ha hecho por mi. No se como puedo pagarle.

- No te preocupes, fueron muchos años de sufrimiento- asentí-. Además, por tu abogado no debes de preocuparte, Hazzbeth Zabini será tu abogada, es muy buena en su trabajo. No te preocupes.

- Muchas gracias, intentaré trabajar para pagar por lo menos a la señora Zabini- el señor Malfoy sacudió la mano quitándole importancia-. No, debo por lo menos hacer eso, no me puedo quedar de manos cruzadas esperando que los demás arreglen todo por mi.

Luego de que el señor Malfoy se fue llegó Ginny. Pero no era a quien esperaba. No había visto a Draco desde el día en que desperté. Hermione y Ron vinieron a verme, pero ella no me dijo nada relevante. Pansy tampoco. Me sentía frustrado, quería verlo, necesitaba verlo.

Cuando pude salir del hospital fui a comer con Sirius, este me contó que lograron transferirle a la policía de acá. Gracias a eso fue que James y la mayor parte de personas que lo apoyaron están ya sea encerrados o en vigilancia para que no intente huir. Igualmente me dio las llaves de su departamento por si necesitaba algo de compañía. Había arreglado la cerradura y me dio las llaves de la casa.

Me fui caminando a la casa desde el restaurante, mi auto estaba en el garaje, este le pertenecía a Arabella Figg, una señora que vivía sola, la cual siempre fue muy dulce conmigo. Mientras iba de camino a la casa una llamada de un número desconocido me hizo detenerme. Cuando respondí una voz muy conocida sonó del otro lado.

- No te vas a librar de mi Harry.

- Ni tu de mi, James- me puse en un lado de la acera-. Dime, ¿Cómo es la cárcel?¿Tus amiguitos siguen estando de tu lado?

- No sabes todo lo que puedo hacer aún encerrado aquí.

- Déjame adivinar James, vas a mandar a alguien a que me mate. No, ya se, vas a hacer que lastimen a Draco, como no- me puse a reír sin gracia-. Eres tan predecible que ya tomaron medidas para eso. Creme que no va a pasar mucho hasta que descubran este teléfono. Además muchos de tus amiguitos ya están amenazados.

James colgó la llamada, sabía que no iba a hacer nada, siempre fue así, intentaba meterme miedo. Pero nunca hacía nada. Seguí mi camino para la casa.

Cuando llegué al garaje de la señora Figg, ella salió a abrazarme, nos quedamos hablando un momento, aceptó a ayudarme con el juicio.

Cuando entré a la casa el silencio fue tranquilizante. Me senté en uno de los sillones e intenté llamar a Draco, pero no respondió ninguna de mis tres llamadas.

- Draco, ¿Dónde estas?

Suspiré y me levanté para ordenar toda la casa. Empecé por el cuarto de James, metí todas sus cosas en bolsas de basura y fui a tirarlas. Solo conservé en el sótano las cosas que podían servir como evidencia. Luego de limpiar todo, decidí que ese sería mi estudio de fotografía.

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