CAPÍTULO 4

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Camila buscó a su alrededor por algo que pudiera usar como arma, para ayudarles. Palos. Piedras. Un tocón viejo. No había nada que de alguna forma pudiera funcionar contra una  serpiente que podía distender su quijada, tragarse una legión de soldados completa, y no percibir la indigestión.

¿Dónde carajos está Snow? Camila pensó desesperada.

La serpiente se deslizó hacia la cabaña, su enorme cascabel golpeando más rápido de lo que Camila pensó era posible. Golpeó a través de uno de los cobertizos, aplastando en pedazos la madera y la estructura de piedra en menos de un segundo.

—    ¡Oh, mierda! —Parker dijo, su voz suficientemente fuerte para que la serpiente se acercara sobre ella.

Por un momento, pareció que el claro completo sostuvo su respiración mientras la criatura decidía: retroceder o atacar. Su cabeza se hizo hacia atrás, luego se disparó hacia delante como el golpe de un relámpago, tan rápido que su cuerpo entero pareció desvanecerse.

El destello de un rayo de luz de sol reflejó contra el metal cuando Zoe saltó hacia delante, cortando el costado  de la  cabeza de la serpiente con su lanza antes de que pudiera arrancarle la cabeza a Parker de un mordisco.

La serpiente hizo un horrible sonido rechinante, el sonido del cascabeleo mientras sacudía su cabeza, retrocediendo para otro ataque, esta vez dirigido a Zoe y su triste lancita.

Oh dioses. Tengo que hacer algo, Camila pensó desesperada. Ella abrió su boca para gritar, esperando distraer la atención de la serpiente lejos de las enanas.

La música inundó el claro en el bosque: notas altas en una hermosa armonía, fluyendo a través del aire como mariposas invisibles, posándose y haciendo cosquillas en toda la piel de Camila.

La melodía era como ninguna que Camila hubiera oído jamás: mitad canción de  cuna, mitad bailable. Resonaba  desde  las profundidades de sus huesos e hizo temblar a los árboles, alborotando a los pájaros desde sus escondites entre las ramas y enviándolos a volar en nubes de parvadas blancas en el cielo.

Camila supo que nunca oiría otra canción tan hermosa en su vida entera.

La serpiente se congeló.

Lauren surgió del bosque, con una pequeña flautilla de caña en una mano. Sus ojos nunca dejaron de mirar a la serpiente mientras sus dedos bailaban sobre la corta longitud de la flautilla, su música reverberando a través del claro, como un regalo.

La música tenía una clase de magia que Camila nunca imaginó que existiera. ¿Dónde aprendió Lauren a hacer esto?

Camila sintió la melodía en su corazón, y hasta el rostro serio de Zoe se balanceaba inconscientemente con el ritmo. Parker y  las otras enanas dejaron caer sus armas, despreocupadas, sumergiendo sus cabezas en el ritmo, y sus pies comenzaron a moverse. Las mujeres bailaron juntas, sus cuerpos se deslizaban con la música, como si estuvieran poseídos.

La serpiente pareció sentir la música de forma igualmente poderosa. Su cuerpo se enroscó y retorció, las enormes espirales moviéndose al ritmo de la música. Sus ojos, cada uno del tamaño de un carro, cerrados, y con el balanceo, la serpiente se alejó poco a poco de la cabaña.

Lauren se adelantó, aumentando el ritmo mientras caminaba lejos del hogar de las enanas y se adentraba en el bosque, dirigiendo y alejando a la serpiente. La enorme bestia lo siguió, hipnotizada por la música, ya sin importarle las enanas.

La cabeza de Lauren desapareció entre los árboles, la masiva serpiente marcada de rojo la siguió como un cachorrito enamorado. Camila sintió cómo salió de golpe del encanto de la música, como si se rompiera un hechizo. Ella corrió hacia Zoe, que estaba recogiendo la lanza que había dejado caer.

La Princesa Snow (Adaptación  Camren G!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora