CAPÍTULO 5

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— ¡Mierda! —Un estruendo hizo eco en las paredes de la cabaña, y Camila se encogió—. ¿Crees que las enanas se darán cuenta de que tienen un plato menos? —Ella sostenía  los fragmentos de un platito de cerámica.

—Honestamente, apuesto a que ellas esperan al menos un plato roto —Lauren tenía las mangas de su camisa arremangadas, exponiendo los músculos de sus antebrazos—. Ambas crecimos en castillos con sirvientes. Es para maravillarse que cualquiera de nosotras dos siquiera oyera acerca de lavar platos — ella sopló una burbuja de jabón de las manos enjabonadas de Camila.

Camila rio, reventando la burbuja en el aire. —Supongo que tienes razón. Es solo que me siento tan inútil esperando aquí hasta que las enanas regresen —ella pasó un trapo bordado con un patrón de rubíes sobre la taza recién lavada que Snow le entregó—. No es que me esté quejando, definitivamente necesitamos un respaldo.  Pensé que ya había terminado de esperar para que alguien viniera  a salvarme —ella suspiró ligeramente, poniendo un plato  de regreso en el escurridor. Snow puso una mano tranquilizadora en el hombro de Camila.

—Este no es como el lugar donde creciste —Snow dijo, pensando en todas las historias que Camila le contó acerca del castillo donde ella había vivido hasta que había pasado de sus veinte años. Ella no hablaba frecuentemente de ello, pero Snow siempre esperaba esos raros momentos en que Camila se abría con ella y le  platicaba acerca de lo que a ella realmente le importaba. Le hacía sentirse como una verdadera amiga.

—Tienes razón —Camila le dijo, levantando otro plato y comenzando a tallarlo con más fuerza—. Allá  en la  casa, fueron años de prueba y error para romper la maldición. Aquí, nosotros sabemos cómo detener a nuestro enemigo.

— ¿Piensas que ellas serán capaces de conseguir que los clanes cercanos de enanas se nos unan? —Snow preguntó.

—Cuando Víctor robó el Orbe, no solo perjudicó a estas siete enanas —Camila golpeó suavemente el retrato del regente colgando en la pared. Un dardo estaba atravesado directamente en su cabeza—. Él tomó el poder de todas las enanas. Ellas querrán justicia.

— ¿Es acaso posible la justicia contra un hombre como mi padrastro? —Lauren deslizó el último plato sucio dentro del fregadero salpicando el agua jabonosa, sintiendo la pena como una pesadez en su pecho—. Leí mucho acerca del pueblo de las enanas cuando estaba estudiando su lenguaje — ella sacó el dardo del retrato de Víctor

—. El Orbe es realmente especial para ellas —suavemente colocó el dardo sobre la mesa de madera barnizada de color marrón de la cocina—. Es su tótem, su santa reliquia. Cualquiera que simplemente pudiera robarla sin una gota de remordimiento debe ser alguna clase de... —la barbilla de Lauren pegó en su pecho cuando concentró su mirada en el suelo—... Monstruo.

—No es un monstruo, Snow —Camila tomó la mano de Snow suavemente. Frotó su pulgar a lo largo de sus nudillos, y Snow se apoyó en su toque—. Tu padrastro solo es un hombre que tomó muchas, muchas malas decisiones —ella lo acercó hacia sí y descansó sus manos sobre su pecho, inclinándose hacia delante para darle un breve beso en la mejilla—. Sé qué harás un trabajo mucho mejor una vez que tú seas reina.

Snow asintió, su mente divagando. Víctor había hecho muchas cosas imperdonables, y tenía que ser retirado del poder, pero Snow tenía la esperanza de que su insignificante resistencia, al final le mostrara misericordia. Aún después de todo lo que él había hecho, Víctor era su única familia, con todo y que nunca había actuado como tal.

Snow se deshizo de sus pensamientos desoladores antes de que la deprimieran. Camila sabría qué era lo mejor. Ella tenía una perspectiva tan mundana. Antes de esa mañana, el mundo completo de Snow había consistido en el castillo y sus terrenos.

La Princesa Snow (Adaptación  Camren G!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora