de los días de agosto

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desfilo en espirales,
dando vueltas en ordenados
círculos. no asumo la responsabilidad
que me deja el despertar con
el corazón hinchado del dolor que
quema mis párpados al dormir
con tristeza.
siento el viento atravesar mis cavidades
y mis huesos vuelven a crujir por
el abrupto tacto de la tierra en mis pies
y brazos.
camino descalza, sintiendo el abrumador
dolor que causa el cansancio.
la vida y el llanto que no
desaparecen por completo.
porque la tristeza abunda más que otra
cosa, lastima, hiere y deja morir
lo que pasa en los días de agosto.
la pesadumbre de volver a vivir
la melancolía estacionaria, que
se queda más de lo que dura el verano.
el llanto que impregna y se empapa
con la lluvia que acompaña sigilosamente
las noches de agosto, la vida y de nuevo
pensando en la muerte.
se destruye en palabras que van
de dos en dos y se vuelven cuatro,
no desaparecen, solo existen.
y vuelvo a quebrarme, pero no
me rompo en más de tres pedazos,
solo me parto en dos, vuelvo
a ser la grieta postrada en la pared
de aquel cuarto habitado por la
añoranza y el amargo sabor a flores
secas.
si la muerte me atrapa,
quiero sentir el tacto ambientado
en tierra y mar.
escuchar las melodías silvestres que
viven en mi cabeza, los tactos suaves
que desprenden la brisa que choca
contra el cuerpo y fluye desde abajo hasta arriba.
de lo que escribo y lo que vivo.
lo que pienso y lo digo, que no
se extinga como todo lo que fui, soy
y seré. porque existo hoy y ahora,
aunque mi cuerpo no pertenezca
totalmente a mí y contemple mi
sentencia como una respuesta de
algo que no ha sido preguntado aún.
solo respirar, sentir y ya, que todo
quede en los días de agosto, donde
aún podíamos ver las flores
vivir y morir.

versos desordenados. Where stories live. Discover now