versos desordenados.

esta ciudad

quedo inmersa,
nuevamente atrapada en la
pesadilla, despierto por las noches
y no dejo de mirar las luces
que alumbran
la vacía ciudad.
no hay nada detrás de eso,
una calle, silencio
y el desperdicio brindado
por las personas
que habitan ese lugar repleto
de fantasía.
porque sigo limitando mis sentidos
de forma que me marea el despertar
de noche y dormir de día.
si no encuentro los minutos del tiempo,
en esta vida, una voz que se escucha
detrás de mi oreja.
en los días cualquiera,
en la vida cualquiera,
en la ciudad cualquiera.
no es vacío, no es nada,
solo la completa destrucción
de la cotidianeidad, de la
fantasía y de la ilusión, aunque me muevo
sigue escuchándose el fondo
con sonidos de autos moviéndose frenéticos,
en el espacio reducido de las calles,
como en cámara lenta y el aire
se acaba, entonces desaparezco.
pero desaparezco disuelta en cenizas,
porque esta ciudad se habita de cenizas
y polvo.
se incendia, la marea explota y solo
queda el repleto caos y el sonido
que inunda los oídos de gritos y
lamentos. para después despertar
y sentir, que nada existe y solo
queda, la vacía ciudad.