5°- Final

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Los cabellos rosados estaban esparcidos por la almohada mientras intentaba pensar, mientras trataba de mantener su mente alejada del cargamento de sustancias que había llegado a su casa siendo escondido en el sótano, había estado limpio, apenas to...

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Los cabellos rosados estaban esparcidos por la almohada mientras intentaba pensar, mientras trataba de mantener su mente alejada del cargamento de sustancias que había llegado a su casa siendo escondido en el sótano, había estado limpio, apenas todos esos años, tres con nueve meses, y ahora estaba Manjiro poniéndolo aprueba desde Japón, siempre jediéndolo como si su vida fuera un entretenimiento plácido para el padre de sus hijos de ya casi cuatro años, Takeomi y Rindou lo habían ayudado con la lucha, tratando de que no cediera ante el impulso de tomar algo, y ahora estaba ahí, en su cama desatendida y hecha un desastre tratando de no pensar en ello, uno, dos, el reloj no paraba mientras las horas pasaban, se había dedicado prácticamente a los niños, cumpliendo una rutina bastante poco cómoda, extrañaba trabajar, aunque agradecía no oler a sangre de sus víctimas frente a sus hijos.

Unos sonidos de pisadas proviniendo desde fuera lo trajeron de vuelta, ambos niños abrieron estrepitosamente la puerta de su habitación antes de lanzarse a su cama y saltar sobre ella.

───D-Dada, despierta, hoy hay nieve ───Kai estaba emocionado por la temporada invernal mientras Rose parecía seguir su entusiasmo, el suspiro girándose para quedar frente a frente con los dos jóvenes críos y abrazarlos a ambos al mismo tiempo, crecían tan rápido, y no podía creer que, aunque en el inicio no se habían parecido a él, ahora mismo eran dos pequeñas réplicas de su persona, exceptuando por los cabellos dorados con destellos rosados coral───. Es papá cielo.

Lo corrigió, abrazándolo mucho más fuerte antes de escuchar reír a los dos. Tras ese despertar tan motivador se movió dirigiéndose a los jardines principales tras vestirse y desayunar con los infantes, eran demasiado inteligentes, más de lo que esperaba, incluso alguien como él había logrado engendrar niños así de listos. Su mirada viajó de sus hijos a los tíos, extrañamente familiares que habían tenido esos años, los Haitani, eran absurdamente infantiles, se habían encariñado con ellos y ahora estaban dispuestos a dar sus vidas por los jóvenes retoños de la organización. La nieve blanca que cubría todo se volvía familiar mientras más se daba cuenta, quizás porque ahora cada estación, mes, y día se habían vuelto más importantes que antes. Empezaba a encontrar las respuestas del porqué, pero, aun así, seguía sorprendido de que su vida hubiese cambiado así de radicalmente. ───Ve a descansar un rato Zu, nosotros cuidamos a los demonios ───Rindou le grito a lo lejos, llevando a la pequeña Rose sobre su espalda como si fuera su caballo personal, el peli-rosa suspiro asintiendo no sin antes pedirle a una de las sirvientas que mantuvieran las cosas seguras y se aseguraran de que no hubiera heridos, aunque fueran adultos eran los alfas más descuidados que había conocido en su vida, mientras caminaba se encontró con uno de los mayordomos cargando más cajas al sótano, se veía algo cansado así que decidió ayudar.
───No hace falta señor, yo puedo llevarla.

───Ya estás muy agotado Dimitri, Shion debería aprender a cargar sus propias cosas ───le recordó, dejando una risa nerviosa en el mayordomo───. El señor Madarame se enfadará conmigo.

𝐁𝐎𝐍𝐃𝐒 𝐎𝐅 𝐀𝐅𝐅𝐄𝐂𝐓𝐈𝐎𝐍 ||| [ᴍɪsᴀɴᴢᴜ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora