𝘋𝘦𝘴𝘱𝘶𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝑓𝑡. 𝘿𝙖𝙧𝙮𝙡 𝘿𝙞𝙭𝙤𝙣

𝘊• 3

𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑇𝑟𝑒𝑧.

. ☁︎ .

𝘊𝘰𝘳𝘢𝘻𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘢𝘶𝘯 𝘭𝘢𝘵𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰.

Al final Rick había conseguido encontrar las armas, ambas armas que faltaban estaban en casa de los Monroe, y el único vivo de aquella familia era el hijo mayor, Spencer, quien casualmente odiaba a Rick. Por eso en cuanto llego de se expedición con Rosita, hablarían con el.

La partida del grupo de Los Salvadores llegó, estaban todos en la entrada, Simon llevaba a Bler, tal como la había ayudado a entrar, ahora la ayudaba a salir, llevándola hasta una de las camionetas.

— Quería pedirte algo antes de que te vayas —Habló Grimes, acercándose a paso rápido mientras Negan volteaba con una sonrisa divertida, sabía lo que venia.

— ¿Si? —Se planto, a pocos centímetros del ex- líder.

— ¿Puede quedarse Bler? —El castaño la señaló con la mirada, ella estaba de pie, junto a Simon, apunto de entrar al automóvil.

El moreno lo miro sonriente, lo veía en sus ojos, la desesperación, se presentaba viva en aquellos orbes azulinos.

— ¿Acaso no lo deje lo suficientemente claro, Rick?. Ella es mia ahora —Aclaró con oscuridad en su voz, notando el miedo y el dolor de sus expresiones.

Negan volteo a mirarla, y ella giro sus ojos al suelo, odia tener cualquier tipo de contacto con el hombre del bate.

— A menos, que Bler me lo pida —Agregó con diversión, ahora con la mirada en ella, de igual manera que Rick y Daryl.

Quienes expectantes esperaban que diga algo. Pero nada salio de sus labios, y toda esperanza desapareció cuando Simon la subió a la camioneta.

Daryl no podía más con el nudo en su garganta, asique cuando llegó a su casa, lo único que se le ocurrió fue deshacerlo con alcohol tirado aún lado del sillón.

[...]

Fueron exactamente tres meses, en los que la pequeña Grimes lo único que deseaba era que la maten.

Ella siempre rompía las reglas, le hablaba mal a Negan, y no hacía caso, asique imaginaba que un día, Negan dejaría de perdonar sus faltas de respeto, y mandaría Dwight a matarla, se lo imaginaba a él, entrando a la habitación y con un disparo en la cabeza, acabar con la tortura que vivía desde que había pisado ese lugar.

Y sí, el líder había intentado darle una segunda oportunidad en algunas ocasiones, pero se juró que jamás le respondería lo que el quería a aquella pregunta que la liberaría.

Lo bueno era que las torturas físicas ya se habían terminado.

Ya no estaba en esa habitación oscura, ahora la habían trasladado a una sección donde las celda eran como de un prision, y estaba con algunos hombres más, todos eran trabajadores, incluso ella.

Habían algunos que eran unos tarados con ella, le gritaban cosas obscenas o soltaban comentarios machistas, otras casi no hablaban, y solo uno se había acercado con la intensión de amigar con ella.

Su nombre era Billy, William en realidad, un chico rubio de rulos un poco largos y ojos celestes. Era simpático, trabajaba con ella, y era su compañero de celda también, asique habían tenido tiempo de conocerse.

Él le contó algunas cosas de su vida antes del apocalipsis, era de California, tenía una hermanastra, su nombre era Maxine, y su padre era un tarado, pero estaba muerto. Por eso había llegado al santuario con su madrastra, y Max. Cometió un error y terminó ahí con ella.