Capítulo 6.

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Katsuki despertó en medio de la lúgubre noche, con su respiración agitada y el sudor bajando por su frente. Tan pronto como se levantó, corrió al baño para subir la tapa del mismo, vomitando hasta vaciar su estómago mientras temblaba, quedándose quieto en ese lugar durante un periodo considerable de tiempo,lo que hizo que sus piernas se sintieran entumecidas, sin embargo, su mente no terminaba de procesas la información de sus recuerdos, sintiéndose mareado e incluso ansioso al ser tan repentina la forma en que las piezas del rompecabezas que eran sus recuerdos, comenzaban a encajar.

Poco a poco, fue recuperándose, terminando por erguirse sobre sus pies descalzos para lavar sus dientes, intentando que el sabor ácido de su bilis se desvaneciera con el de la pasta mentolada. Se miró al espejo, sintiendo que no era el mismo de meses atrás, desconociendose por completo, se sentía fuera de sí, fuera de todo lo que creía y era.

Enjuagó su boca después de cepillarse, solo para salir del baño y sentarse en su cama, totalmente a oscuras mientras se sumergía en sus pensamientos, preguntándose quién era realmente mientras mira a la palma de su mano, antes de que de ella forzara una pequeña explosión, sin embargo, su expresión no cambió, solo se mantuvo quieto admirando el humo salía de su mano mientras un olor dulce del estallido inundaba la habitación. Suspiró antes de levantarse, yendo a ducharse para luego vestirse con su traje habitual, con el objetivo de salir de su casa y dirigirse a la de sus padres.

Condujo hasta ahí con tranquilidad, como si su corazón no latiera frenéticamente contra su pecho. Una vez llegó, tocó el timbre de forma apresurada sin importarle que fueran las tres de la mañana, hasta que por fin su madre abrió la puerta, entonces, antes que ella pudiera decir algo volvió a forzar una pequeña explosión en su mano, tan leve que apenas salieron unas cuentas chispas.

-Katsuki, tú... - Mitsuki cubrió su boca mientras admiraba la mano de su hijo y su expresión estoica.

-Dame mi puto traje, vieja bruja. - Su voz sonó en un tono molesto, porque lo estaba. Entendía que sus padres se preocuparan por él, también entendía que no quisieran decirle nada sobre su trayectoria como vigilante, pero ellos debían de entender que era un adulto y que ocultarle algo que hacía sentir su vida completa era una basura.

-¿No hay nada que pueda hacer para detenerte, verdad mocoso?. - Mitsuki le sonrió con una expresión amarga en su rostro, deslizándose aún lado para que su hijo pudiera pasar.

Katsuki no respondió nada, caminó dentro de la casa, dirigiéndose a su antigua habitación, explotando el candado de un baúl en donde se guardaban las cosas viejas, sacando entonces el traje de fibra de carbono. Se sintió estúpido mientras recordaba como se había estado insultando así mismo en los últimos meses.

-¿Prometes que siempre regresaras con vida, Katsuki?. - Mitsuki se cruzó de brazos, mientras veía las acciones de su hijo, viéndolo tomar sus cosas antes de dirigirse a ella, sorprendiendose cuando su hijo le dió un abrazo. Las lágrimas salieron de los ojos de la rubia, quien correspondió el abrazo. Tenía miedo de perder a su único hijo.

- Vieja bruja, no tienes nada de qué preocuparte. Volveré con vida, Tsk. Por nada soy el puto héroe número uno. - Katsuki siempre cumplía sus promesas, así que se aseguraría de derrotar a los villanos y volver con vida.

-Niño estúpido, eres el único héroe que existe. - La mujer mayor dió unas cuantas palmaditas en el hombro de su hijo, antes de limpiar sus lágrimas. Los abrazos entre ellos no eran usuales, sin embargo, habían habido una o dos ocasiones como esa, la primera había sido a la tierna edad de cuatro años cuando el rubio manifestó ese extraño poder, la segunda fue cuando un asaltante lo tomó de rehén a los doce años.

Katsuki salió de la casa de sus padres después de eso, conduciendo hasta la oficina y llevando su traje con él. Al ser muy temprano, no había alma alguna en el edificio que no fuera el personal de intendencia o algunos guardias de seguridad, por lo que dejó una nota en el escritorio de Izuku diciendo que estaría ocupado, además de que no llegaría hasta la hora de almuerzo. Aún tenía un jodido delincuente al qué detener, entonces se cambió en su oficina, abriendo la ventana para salir.

My Hero [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora