THIS LOVE, IS GOOD, IS BAD ! ━━ conrad fisher

OO2

( OO2 ) part.

❛ In silent screams
In wildest dreams
I never dreamed of this

( . . . )

— Este verano te alojarás en mi habitación, comentó Conrad subiendo las escaleras. Amelie seguía el rastro de agua salada a través de la casa. en silencio se disculpaba con Susanna, donde quiera que estuviera ahora.

— ¿Por qué? — ella preguntó.

— Belly y Jere se quedaron con su habitación. — Steven está en la antigua habitación de Belly. Laurel vendrá la semana que viene con Cleveland, así que están en la habitación habitual de Steven. — La habitación de invitados está llena de .... Hizo una pausa, mientras tragaba saliva. — Cosas viejas de mamá. — Cosas que tenemos que ordenar, — ¿entiendes? —

Ella asintió una vez, sin necesidad de más explicaciones.

— Y bueno, continuó. — No hay nadie en su habitación, así que ....

— Lo entiendo, dijo tranquilizadora. Ambos se detuvieron frente al rellano. — ¿Y entonces dónde duermes? —

La pregunta de Amelie obtuvo respuesta cuando Conrad abrió la puerta de la habitación. En el suelo había un colchón ya hecho, sábanas nuevas tanto en la cama como en el rincón del suelo.

Inmediatamente Amelie resopla profundamente y protesta.

— Conrad ...

— Eres una invitada, argumenta.

— No, joder, no lo soy. — Esta es tu casa. — Quédate con la maldita cama. — Yo me voy al suelo, propuso Amelie contundente.

Lo último que quería era que él se molestara por ella, no cuando había pasado tanto tiempo, jamás.

Al entrar en la habitación, se quedó observando las familiares paredes azules y el variado conjunto de trofeos deportivos. — Conrad siempre había sido una estrella.

— De ninguna manera voy a dejarte dormir en el suelo después de cinco años de ausencia, replica él, aparentemente decidido. Sin embargo, Amelie se seguía sintiendo incómoda al respecto, mientras se daba la vuelta para mirarlo frunciendo el ceño.

— Pero...

— Sin peros, dice él.

— Pero...

Se acerca y le pone las manos frías sobre los hombros empapados con una sonrisa. — No. — Peros. — ¿Te parece bien? —

Siempre había tenido los ojos así de grandes, de un tono verde tan pronunciado que fácilmente se podía sumergir en ellos. Siempre lograban volver un espacio más cálido con los rayos que ellos reflejaban.

Había olvidado lo fácil que era perderse contemplando su rostro. Conrad era un hombre de pocas palabras cuando no tenía ganas de hablar, pero su rostro siempre era capaz de narrar un millar de historias.

— Muy bien, Amelie por fin cede. — Pero no me opondré a que te acuestes a dormir en la cama a mi lado si lo necesitas, — ¿de acuerdo? — Comenta bromeando.

Mientras que la expresión de Conrad relampagueaba con un atisbo de algo que no había alguna vez ella presenciado antes: — ¿vergüenza, timidez, quizá? ... —

Unas gotas de agua caen sobre ella desde sus brazos. — Sólo, lo aparta ella lentamente. — No cuando estás empapado y salado.

— Tomo nota, asiente, pasando a su lado y acercándose a la cómoda. Abrió el segundo cajón y sacando ropa limpia. De repente Amelie se acordó de sus maletas, abajo.

— Voy a coger mis maletas del coche, menciona, agradecida de que las llaves siguieran en su bolsillo, a pesar del chapuzón en el océano.

— Ya las busco yo, dijo Conrad alegremente, avanzando a grandes zancadas y casi arrebatándole las llaves de las manos sin preguntar.

Al instante ella tartamudea, como si un motor se parara y se pusiera en marcha, de lo sorprendida que quedó Amelie por el comportamiento de su anfitrión.

— No tienes que..., empieza.

— ¡Cállate! — Exclama levemente, mientras pasa por su lado y se dirige a la puerta, tirando la ropa limpia sobre la cama y saliendo a hurtadillas de la habitación.

Ella se había quedado atónita mientras suelta una carcajada en el momento en el que él baja las escaleras.

— ¡Conrad Fisher! — le grita ella.

— De nada, responde él, y entonces se va; — saliendo por la puerta principal y dirigiéndose al maletero del coche que había alquilado Amelie antes de venir, Conrad lucía una enorme sonrisa de satisfacción dibujada en la cara.