PREFACIO

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VICTORIA

Octubre 10, Washington. Dos meses después de la boda.

Me pongo las manos en la cintura mirando la casa con una sonrisa, después de nuestra luna de miel me puse a estudiar una casa y después de semanas hoy por fin nos estamos mudando.

Quedé enamorada y no dude ni un segundo cuando dije <<La compro>> y cuando mi esposo dijo, <<Lo que ella quiera.>> Miro fascinada cada rincón mientras Samuel se sirve un vaso de whisky en el bar del salón.

—Pareces niña en juguetería. —se burla y rodeo los ojos caminando hacia él, envuelvo los brazos en su cuello para luego pasar las manos por su pecho mientras él se lleva el vaso al borde de los labios.

—Vamos, es nuestra primera casa. —sonrío suspirando.

—No es nuestra primera casa, tenemos algunas cien casas en todos los Estados Unidos, también en Alemania, Italia, Las Maldivas, apartamentos en Dubai y si sigo acordándome hoy no termino. —dice mirándome.

Rodeo los ojos.

—No es lo mismo, esas casas son tuyas, esta es nuestra casa. —digo acariciando su orejas.

—Es lo mismo es solo que eres sentimental. —dice dándome un beso.— Son tuyas también. —dice rozando su nariz con la mía.

A veces se me olvida todo lo que me hace sentir y la forma de recordármelo en segundos es magnífica.

—No soy sentimental. —me quejo y él pone sus manos en mi cintura— Simplemente no es mi culpa que mi marido sea un millonario sexy.

—Ya te acostumbras. Gracias por el halago. —dice con arrogancia.

Rodeo los ojos.

—Tengo que recordarme constantemente no subirte el ego. —digo y él sonríe con picardía.

Besa mi cuello y la temperatura comienza a subir en el cuerpo de ambos. Paso las manos por su cuello profundizando el toque avivado de sus manos en mis caderas. Envuelvo las piernas en su cintura cuando me alza, él me recarga contra la pared, sus besos queman mi piel como la primera vez y pego mis caderas a las suyas demostrándole que me encanta.

Une su mano con la mía y nuestros ojos se entrelazan cuando pega su frente a la mía.

—Hazme el amor. —susurro mordiendo mi labio inferior.

Me da un beso casto en los labios y él frota la dureza que no dejo de desear desde antes que nos casaramos.

—Te haré el amor... —me asegura antes de que yo tome el vaso de whisky y yo una copa de vino. Ambos llenos de ls bebidas.

No dice nada besándome mientras sube las escaleras hacia el segundo piso, no deja de besarme y llevamos un ritmo suave, pero profundo. Empuja la puerta con el pie y entramos en la habitación principal, sus labios recorren mi barbilla y mandíbula.

La sabanas blancas me envuelve cuando él me besa quitándome los vaqueros, el atardecer baja poco a poco por el ventanal a la izquierda, y sonrío enterrando los dedos en el cabello de Samuel cuando baja la cabeza bajando mis vaqueros a la vez que alzo las caderas permitiéndole bajarlos del todo.

Sus rasgos fuertes se hacen más visibles cuando sube a mi rostro una vez más, junta su boca con la mía en un beso que le permite explorar cada parte de mi boca, y por mas suave que intente ser logra sacarme jadeos que lo incitan a morder mi labio mientras siento sus manos bajar por mi abdomen y bailar sobre mi monte de Venus mientras mis jugos chorrean. 

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