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—¡Vamos!

Jungkook miraba el filo de los patines que le había prestado y luego veía el la superficie helada por la cual iba a deslizarse. Antes de volver a palacio quería patinar por el lago. Mi hermano y yo teníamos unos patines hechos con cuchillas y cuero. Di una vuelta y sonreí maravillada, me encantaba. Todos los inviernos aprendía un truco nuevo, y ese invierno sería la excepción porque me interesaba más ver la cara de terror de Jungkook.

—¡Jungkook venga!

—¡Estás loca! ¿Y si se rompe?

Me acerqué a la orilla y le ofrecí mi mano.

—¿Eres una gallina? Hace unos días te nombrabas cazador.

El rsotro de Jungkook se endureció tras mus palabras.

—Sé lo que intentas, y qué bien me conoces—dijo agarrando mi mano para que tirara de él hacia el helado lago.

El orgullo de un príncipe arrogante no era algo que tomarse a la ligera.

Me agarró de ambas manos y se quedó completamente rígido. Tenía una expresión de miedo fascinantemente bonita. Solté su mano dos segundos y cayó sobre sus rodillas. Trató de levantarse cayendo de culo esta vez. Reí levantándolo.

—Odio patinar, sin duda.

Sonreí tratando de girar con él aún tieso. Solté su mano derecha un segundo, literalmente, para acomodarme el jersey de lana y cuando quise darle la mano de nuevo ya se había caído de culo de nuevo.

—¿Enserio?

Su nariz estaba roja, sus mejillas también; el frío hacia a Jungkook adorable.

—No es gracioso, Cirene.

Lo era, mucho. No sólo su torpeza, ver a Jungkook descubriendo cosas nuevas era fascinantemente divertido.

—Volvamos, no estoy hecho para esto.

Sonreí aceptando su propuesta, no quería decolver al Rey lesionado.

Vuelta a palacio...

Mi hermano estaba esperando en el jardín cuando volvimos. Parecía no haber dormido en nuestra ausencia, las ojeras bajo sus ojos no se comparaban a las que alguna vez tuvimos ambos al quedarnos despiertos días leyendo un libro de frutos para no traer ninguno que pudiera enfermar a nuestro padre de nuevo; una vez elegimos unas bayas que casi lo mandan a la tumba temprano.
Me abrazó y me inspeccionó buscando algún matiz que diera señales de haber sufrido alguna mala experiencia en el bosque, como si no hubiera vivido allí toda mi vida.

—¿Todo en orden?—preguntó Jungkook al impacientarse.

Mi hermano tenía una ligera desconfianza de Jungkook que comprendía, después de haber pensado mal de él quedaban secuelas.

—Tu hermano, se ha reunido con algunos ministros. Pero no tengo información relevante sobre eso.

Aceleramos hacia el palacio, estaba nerviosa. Jungkook más que nervioso estaba tenso, su mano apretaba la mía con fuerza y su rostro tenía una expresión puramente seria, pero ligeramente adorable por el sonrojo y la nariz congelada. Los pasillos estaban silenciosos, no nos cruzamos con absolutamente nadie. Al menos hasta que llegamos a la sala de reuniones, abrió la puerta sin llamar y entró conmigo detrás. Los presentes se levantaron al instante que vieron al Rey entrar. San se levantó bufando y se sentó en su respectivo sitio dejando el que le correspondía a Jungkook libre.

—Podéis sentaros.

Me acomodé en mi lugar algo nerviosa por tanta mirada dirigida a nosotros. Veníamos con la ropa de caza, debía ser algo cuestionable siendo quienes éramos. Comenzó a hablar Jungkook de las reformas propuestas la reunión anterior, reunión en la que su presencia sí estuvo presente. Pasados largos minutos comencé a sentirme segura en esas paredes, pude dar mi opinión y debatir alguna propuesta sin preocuparme realmente por nada. Me sentía cómoda, había tardado en hacerlo pero por fin comenzaba a sentir que esa mesa también era mi lugar.  Jungkook sonreía mientras me escuchaba hablar o discutir con alguno de los presentes. Sabía que era orgullo lo que transmitían sus oscuros ojos.

—Eso sería todo por hoy—dijo recolectando algunas hojas usadas en aquella reunión de medio día.

Era de tarde y mi estómago exigía comer algo. Por si acaso no probé ni una sola galleta de las ofrecidas en la mesa, Jungkook tampoco bebió agua de la jarra. Ambos estábamos en una situación complicada y debíamos ser precavidos.

—Rey, ¿Puedo saber por qué se ausentó?

Un ministro bastante joven se acercó cuando salieron todos. Éramos tres en esa sala ahora.

—Nicolas, ¿Verdad?

Asintió nervioso, veía su sudor deslizarse por la frente.

—¿Tu no harías lo que fuera por la mujer que amas?

El joven me miró de reojo. Asintió ligeramente y se sonrojó viendo el anillo de su dedo.

—Soy consciente de mi cargo—se levantó—y aún más consciente de que a mi mujer la apasiona el bosque, sobre todo nevado.

Acababa de confesar dónde habíamos estado. Me alarmé por unos momentos, al menos hasta que vi la sonrisa del joven.

—Creo que será el mejor Rey que tendrá este Reino.

Jungkook se relajó al escuchar eso.

—¿Qué le hace pensar así?

—Piensa con el cerebro y siente con el corazón, eso es mucho más humano que los que pasaron por aquí según mi padre. Espero mucho de usted, y también de la futura Reina—su mirada se posó en mí —A veces lo que hace falta es guiarse por el instinto y no por el cerebro.

Salió de allí dejándome con un cálido sentimientos en el pecho. Jungkook me animó a levantarme e ir a repasar un par de cosas.

Cuando buscábamos a su madre nos encontramos con el Rey emérito gritando a algunos ministros que aún no habían dejado el palacio. Estaban en el gran salón atentos a las barbaridades que decía sin pudor aquel terrible hombre.

—Es un buen Rey, no mentiré.

—Se escapa del castillo solo, cuando le apetece; ¡No es responsable!

—Solo no es la palabra adecuada, va con su mujer y sinceramente, sabiendo su origen y lo que se dice de ella, no hay mejor protección que esa joven.

Jungkook entró en escena con una tos falsa. Miró a su padre, ambos tenían un aura oscura. Apoyé mi mano sobre el hombro de Jungkook.

—Busca a mi madre para el tema de la boda, yo tengo que arreglar asuntos aquí.

—Pero-

Besó castamente mis labios antes de andar firmemente al salón. Bufé saliendo al jardín en busca de aquella mujer. Nada más pisar aquel césped visualicé a mi queridísimo guardaespaldas personal. Lain se acercó al reconocerme, incluso me levantó del suelo de la ilusión de verme.

—¿Todo bien?

Tocó mi estómago nervioso. Asentí tranquilizandolo. Ya se me habían pasado esas horrorosas náuseas, lo que sí había aumentado era ese apetito constante.

—¿Viste a-?

No me dejó terminar.

—El florero está mirando la práctica de tiro.

Florero, me encantaba ese apodo. En efecto estaba allí, miraba curiosa como los aprendices tensaban las flechas y las soltaban en dirección a las dianas. Parecía sencillo, pero yo sabía de sobra que era complejo y sagrado.

—Oh, ¿Habéis vuelto?

El florero me sonrió ampliamente al verme allí parada. Asentí mirando de reojo a los aprendices, habían mejorado mucho.

—Te buscaba—dije analizando ese terrible vestido amarillo.

No sólo era un color feo, estaba lleno de dibujitos ocre y bandas blancas con lazos; y qué decir de lo mucho que ocupaba. No podía acercarme a menos de metro y medio de ella. Con eso sería difícil moverse, sobre todo correr o saltar; por esa razón no los usaba tan abultados.

—¿A qué se debe?

—Sobre la boda—dije sonrojándome—Jungkook dijo que querrías organizarla conmigo...

Su rostro se iluminó casi más que cuando Jungkook vio la nieve.

—Nos vamos a divertir mucho, vamos.

El Secreto mal Guardado De La Corona- JK  Where stories live. Discover now