CAPITULO 27

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—Si tuviera un dólar por cada vez que te burlas de mi estilo de vida, sería millonario. —Jeremy me quita su teléfono de las manos.

Estaba viendo las fotografías de su última visita al refugio para perros abandonados. Él tomó alguna de los animalitos pero también algunas donde él aparecía jugando con ellos y dándoles de comer. En todas las fotografías Jeremy aparece sonriendo y con la mirada iluminada.

— ¡Es que no puedo creer que aparte de tu veganismo, tu estilo de vida orgánico y eso, aun le dones a miles de organizaciones! Estas un escalón debajo de ser santificado —afirmo.

Jeremy gana bien, no sé cuánto pero puedo notarlo por su facilidad para comprar las opciones veganas sobrevaloradas en el supermercado o para pagar platillos caros en restaurantes pretenciosos. Jeremy no usa ese dinero solamente para él, sé por parte de su mamá que él les envía semanalmente transferencias y Andy me contó mucho de Jeremy.

Me dijo que Jeremy dona dos veces al año ropa nueva a un establecimiento que brinda refugio para personas de la calle, que envía donaciones a un refugio de perros callejeros, que constantemente hace donaciones a las organizaciones que se encargan de brindar servicios básicos en lugares lejanos de áfrica. ¡Incuso en navidad regala miles de dólares en juguetes para un orfanato!

Andy me habló sobre como Jeremy no solo dona dinero, también participa en carreras contra el cáncer de mama, marchas de protestas en contra de la violencia doméstica, en acción de gracias se ofrece en una iglesia para servir la cena a personas de escasos recursos y visita un asilo de ancianos cada mes.

¿Cómo es que este chico perfecto está soltero? Ah, seguro que el universo está buscándole una chica tan perfecta como él. Es increíble.

Sonríe. —Tendría que ser católico para ser santificado... creo —responde a mi comentario.

Jeremy y yo estamos en otro restaurante vegano, uno donde sirven ensaladas y hamburguesas. No me encantó la hamburguesa pero no me quejo.

Ah, eso es otra cosa, Jeremy deja propinas generosas.

—Entonces ya cuéntame que pasó. —pide mientras esperamos nuestros cafés.

Suspiro. —Pues... nada. Digo, solo llegó —respondo sin muchos ánimos.

Un día de estos, Allison llegó a la oficina de su madre ósea mi jefa Lauren Orwen. No era inusual que sus hijos llegaran pero Allison nunca había llegado desde que empecé a trabajar ahí. Por suerte Kathy me avisó llamándome al teléfono mientras estaba sacando unas fotocopias. Me escondí en el baño por una media hora hasta que se fue.

Hace unos días le conté a Kathy sobre Jake y sobre Allison, no le dije todo sobre mi historia en la secundaria pero ahora sabe que Jake es mi primer amor y que mi jefa es la madre de la mujer que Jake ama. Kathy siendo amante del drama y una leal compañera, se comprometió a ayudarme en todo lo que pudiera.

Como por ejemplo, avisarme cuando ella estuviera por ahí. Simplemente no quería volver a verla.

De la misma manera que me dolía ver a Daisy en la secundaria, me duele ver el rostro sonriente de la chica que robó el corazón del único chico que he amado. No es culpa de Allison pero eso no significa que no provoque dolor, cuando la veo en las fotografías entiendo porque Jake se enamoró de ella. Es linda, encantadora y básicamente perfecta.

De nuevo, la historia se repite. Otra chica que es todo lo que yo no.

—Creo que llegó para avisarle sobre... —odio decirlo en voz alta—, sobre cómo quiere que su familia conozca a Jake. Eso me dijo Kathy.

OTRA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora