CAPITULO 33

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LA SECUNDARIA

El dia del amigo existe, probablemente pero para Andreé y yo no es en la fecha que todo el mundo lo celebra.

Faltaban como dos meses para que terminara la escuela y una vez más estaba con Andreé. Había sido una de esas semanas que no me gustaban, de esas en donde Jake no me hablaba mucho y casi ni nos cruzábamos.

—Entonces me parece injusto que no haya un día del amigo, internacionalmente.

Había estado hablando por quince minutos de cómo debería existir un día en donde te regalen cosas solo por ser amigo de alguien. Andreé tomaba su jugo de uva mientras me escuchaba parlotear.

—Creo que sí existe. —Apuntó.

El clima es ameno, no hace mucho calor y se siente el viento pasar entre nosotros. El cielo está decorado con nubes de distintas formas y el silencio que rodea nuestro lugar secreto es agradable.

Hago una mueca. —Debería ser hoy —me giro para verle—, ¿Dónde está mi regalo?

Levanta una ceja y deja su jugo a un lado. — ¿Somos amigos?

Pues supongo que lo somos, ¿Cómo exactamente sabes en qué punto dejas de ser solamente un conocido casual de alguien y luego ya puedes considerarlo tu amigo? Andreé es mi amigo sin duda, él me escucha y me entiende, aunque tengamos algunas diferencias.

Me encojo de hombros. —Supongo, ¿Lo somos?

Andreé sonríe y muestra sus dientes que siguen algo torcidos cubiertos con el aparato de ortodoncia. —Lo somos.

Me dejo caer recostando mi espalda en el pavimento, rogándole a Dios que no haya hormigas y se suban en mi cabello. —Entonces dame un regalo.

Andreé se recuesta a mi lado dejando la caja de jugo a un lado. —No tengo dinero, dame tú un regalo.

Algo que me agrada de Andreé es la facilidad que tiene para comprender mi sentido del humor y mis bromas tontas. Él contesta mi sarcasmo con más sarcasmo, él no me mira con cara rara y me dice "no entendí"

Si algo me molesta en esta vida es que las personas no entiendan cuando estoy tratando de ser graciosa.

Sonrío. —Cuando sea rica y famosa, te lo daré. Escoge, ¿Qué quieres? ¿Mercedes o Lambo?

Andreé se queda en silencio y luego voltea su rostro, yo lo hago y me sorprende lo cerca que quedan nuestros rostros. Él no parece nervioso. — ¿Puedo elegir ambos?

Sonrío sin mostrar los dientes. —Depende, ¿Qué regalo me darás tú?

Entrecierra los ojos. —Pues si tú eres la amiga rica y famosa, supongo que yo seré tu guardaespaldas. En ese caso, salvar tu vida será tu regalo.

Muevo la cabeza negando. —Eso no sirve.

Andreé sonríe y se queda en silencio. Él tiene el cabello aún más largo y ahora sí, los rizos le cubren los ojos pero estando en esta posición hace que su cabello le caiga a un lado y deje al descubierto su mirada. Tiene ojos muy bonitos, de un color ámbar. Nunca había visto ojos tan brillantes como los de él, aunque puede que sea solo la luz.

— ¿En qué piensas? —pregunta.

Sonrío. —Nada, me gusta cómo se ven tus ojos con la luz. Pareces vampiro.

No reaccionó de la manera que esperaba, soltando una carcajada, en su lugar, se quedó quieto y sonrío levemente, apenas se alzó las comisuras de sus labios. En ese momento, fue la única vez que mi corazón latió diferente por Andreé.

En ese corto momento, donde sus ojos brillaban, sus rizos caían y nuestros rostros estaban cerca, lo pude ver diferente. Me pareció algo diferente a ser guapo, me pareció como... únicamente atractivo.

He notado que Andreé no sonríe mucho y en realidad, cuando nos conocimos el casi no sonreía pero mientras más tiempo pasa, más ligero se debe de sentir porque he visto más sonrisas de su parte estos últimos días.

Pero no entiendo porque cuando está con otras personas no sonríe.

—No dejes que te hagan sentir mal —le dije susurrando—. Nadie, no dejes que te dañen, ni siquiera tú. No seas duro contigo mismo, eres mejor de lo que piensas.

Él parpadeo un par de veces. — ¿Por qué me dices esto?

Levanto mi rostro al cielo y cierro los ojos. —Porque me caes bien, me caes muy bien —suspiro—. En unos años tú y yo probablemente no estaremos en el mismo lugar, quizás ya no nos hablemos pero espero que siempre recuerdes mis palabras, que eres genial.

Tenía bastante claro desde unos meses atrás irme de aquí. Ya no quería seguir en este lugar, necesitaba comenzar de nuevo. Necesitaba ser la persona que siempre había soñado ser, no solo la sombra de Daisy. Estaba harta de ser invisible, tenía que encontrar un lugar donde las personas me vieran.

Lamentaba que la vida me iba a separar de mi único amigo pero sabía que nuestra amistad tenía una línea límite, que esta cuenta regresiva no solo significaba que estaría fuera de la escuela sino que mi amistad con Andreé acabaría.

¿Por qué? Porque sí. Simplemente lo sabía y sé que él también lo sabía. No acordábamos hablarnos por teléfono, tampoco nos teníamos agregados en las redes sociales y mucho menos conocíamos del correo electrónico del otro. Era una amistad necesaria, una para sobrellevar la secundaría y nada más.

A pesar que fue corta, ligera y no tan seria, fue la mejor amistad que tuve hasta ese punto de mi vida. Ni siquiera con Daisy me sentí tan bien, tan libre y segura de ser yo misma. Tan visible e importante.

Ojala mi amistad con Andreé durara para siempre. 

OTRA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora