la situación de él

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Recibí una llamada de yvaine días después de haberse marchado a su lugar de origen, su tono de voz era distinto, nervioso, cortante.

¾ Hola, ¿hay alguien ahí?

¾ Yvaine, ¿Cómo estuvo tu viaje? ¿estas bien? ¿ya estas en tu hogar? Cierto ya debes estarlo, es una pregunta tonta de mi parte

¾ Ah, sí, estoy bien

¾ ¿pasa algo? – decía yo preocupado, debido a que usualmente ella actuaba conmigo de otra forma. Se comportaba conmigo como una niña con su padre, de manera caprichosa, exigiendo mi amor.

¾ Me ahogas con tus preguntas, tengo un terrible dolor de cabeza

¾ Lo siento

¾ Me molesta que te disculpes

¾ Perdóname

¾ Ves, eso me molesta. Ya basta charles

¾ Está bien

¾ Lo siento fue un viaje largo y me siento mal, en otra ocasión te llamare, no lo hagas tú, yo lo hare, así que espera.

¾ Te esperare

Jamás llego aquella llamada mientras ella estuvo en su hogar, una vez a la semana llegaba una carta de ella, la cual, abría con desenfreno y desesperación, solo para encontrarme con una tormenta creciente, como si el amor que me había dicho que tenía por mi jamás había existido.

Ella era muy extraña y yo inexperto en el amor, al grado de sentir que quizás fui yo una aventurilla, de la cual ya se había cansado. Y con justa razón, era yo demasiado aislado, no salía, no conocía lugares, era yo hasta cierto punto aburrido, pero estaba tratando de esforzarme. Yvaine era la mujer de mis sueños y a la vez por esa misma razón, se convertía en alguien inalcanzable. El amor es como mirar una moneda de oro en una fuente, sentimos que, al intentar alcanzarla, el agua nos da la errónea imagen que lo logramos, pero nadie puede tocar esa moneda.

Cada día que pasaba se convertía en un día que no sabía que sucedía con ella, las cartas que llegaban semanalmente, ahora llegaban cada dos, luego cada tres y así hasta que dejaron de llegar.

Cuando ella regreso después de casi dos meses de ausencia, se comportaba distinto, ya no era la misma Yvaine que me pedia constantemente que yo la amara, ahora mi amor la ahogaba, los actos de cariño le molestaban. Convirtió la frase de "mi amado charles" por "eres un estúpido, charles".

Cada vez que yo quería darle amor, ella se sentía agotada, me decía que me alejara, desconocía esta versión de la persona de la que me había enamorado.

Seguía tomándole fotografías con mucha frecuencia, trataba de inmortalizar la sonrisa de la mujer de la que me había enamorado. Pero no era posible, era como si el tiempo se hubiera detenido, y la versión de ella, aquella que me amaba se hubiese perdido en un lapso de tiempo al cual no podía llegar. Lo cual sentía cada vez que ella se iba, porque, en cada ocasión que ella se alejaba de mi para acercarse a su origen, siempre regresaba con el mismo comportamiento, el cual no entendí hasta muchos años después.

Más allá de tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora