Reproches y engaños

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Solía reprocharme todas las malas decisiones que tomé a lo largo de mi vida, como aquella vez que por estar enamorado de mi compañera de clases, cuando tenía apenas escasos 14 años, para intentar declararle mi "profundo amor" le pedía a mi madre que me enseñase a tocar el piano. Mi madre sacaba las partituras que tenía guardadas y de entre todas las que me llego a mostrar una partitura en arreglo para piano del autor estadounidense de origen austriaco,Fritz Kreisler que lleva por título liebesleid o del inglés "love sorrow".

 Me reprocho el acto de egoísmo de intentar aprender a tocar dicha pieza de arte para complacer mi deseo de enamorar a alguien. Especialmente lo hago cuando recuerdo que mi madre se esforzaba por enseñar a mis torpes manos a mantener el ritmo, y en la casa todo el día y toda la noche se escuchaba la melodía torpe de un joven enamorado.

Para mi desgracia se me ocurrio declarar mis sentimientos un dia en el cual mis padres fueron al colegio, fue un concurso de talentos, aquel mi fatidico dia, que mi madre me recordaria por mas de una decada.

era mi turno de salir al escenario, las piernas me temblaban, sentia como mi corazon empezaba a sufrir una aguda taquicardia, sentia como si mi corazon quisiera salir de mi pecho tomar forma e ir corriendo hacia el piano para expresar mi amor. grave error el mio haber dejado una carta en silla de mi amor platonico

Marianne era el nombre de aquella exquisita belleza, o al menos eso sentia a esa edad. en mi amor ciego escribi una carta con mi mano temblorosa y asustada, era un poema que decia asi:

– "te quiero

de entre todas eres tu la mas hermosa

el simple roce de tu mirada con la mia genera tal emocion

mayor a la emocion de colon al descubrir america

mayor la emocion que sintio shi huangdi al unificar china"

lo sé, absurdo, en aquel tiempo no sabia de poesía, himnos, odas, romance, no sabia definir realmente lo que sentia. al final de aquel poema escribi

–ven a mi acto, sera el numero 15, y es dedicado para ti–

con el corazon acelerado, camine firme, lento y con dedicion hacia el piano, dispuesto a tocar lo que habia practicado durante 5 meses de arduas clases. bueno no resulto como esperaria cualquiera, no me anude mis cordones de mis zapatos, tropece, y de la verguenza fingi haberme desmayado, nadie lo creyo, al final marianne se acerco a mi y me dijo "Minger" que era un insulto que en aquellos años usabamos para decirle "feo" a otro niño.

mi madre observo con lujo de detalles aquella escena donde me llamaban feo sin remedio y me devolvian mi poema, ¡vaya dia!.

mientras regresabamos a casa, de mi nariz salia un sonido, uno que mi madre identifico y me dijo:

– "deja de llorar por esa niña tan fea!

– no le digas asi–replique

– es tan fea como una vaca

– ¡callate!- grite mientras empezaba a correr lejos de ella

– ¡anda vete! ¡corre lejos pequeño niño feo!

– ¡yo no soy feo!

y asi esa tarde mi madre y yo peleabamos como dos niños que no sabian otro insulto más que "feo". Al cumplir 19 años mi madre me vio tomado de la mano de mi compañera de clases Eleine, y empezó a gritarme desde el otro lado de la calle. "¡miren todos el niño feo tiene una amante!", y seguía y seguía, mientras se reía a carcajadas. yo por mi parte al tratar de mostrar más madurez quise ignorarla, pero cuando empezó a decir "¡ese es mi hijo, es charles winter, el pequeño feo de mi niño tiene una amante, y esta vez no es fea!

Mi madre a menudo actuaba infantil, era demasiado bromista para mi gusto, pero despues que mi padre fallecio, ya no se sentia como antes su presencia. se encontraba sin habla la mayor parte de las veces, no sonreia mucho y siempre miraba hacia el jardin con la mirada perdida, sin el color y amor hacia la vida que ella tenia.

En 1959 ya llevaba unos meses trabajando para editoriales de libros y periodicos, me gustaba leer y a veces solia encontrar temas interesantes. en alguna ocasion mi jefe inmediato me pidio que yo escibriera alguna columna para el diario en el que trabajaba, el cual tenia por nombre en aquel entonces "the manchester guardian". decia nervioso que esa columna la habian reservado para una persona con un tema importante pero debido a que habia viajado al extranjero, no entrego el escrito prometido.

Mi jefe, un hombre maduro de 61 años de edad quien llevaba varios años como director del diario britanico, se vio en la necesidad de pedirme, como ultimo recurso, que escribiera algo para poder llenar ese espacio en blanco.

por aquel entonces me encontraba leyendo "un mundo feliz" de Aldous Huxley, y sin otra idea o más creatividad, decidí dar a aquella columna un toque personal.

"sí, eso es,es cierto -aceptó el muchacho-. si uno es distinto, está condenado a estar solo." asi comenzaba una pequeña columna de 6 parrafos que me encomendaron escribir. en ella hable acerca de la importancia de la empatia que se guardan hacia con otros seres humanos, habiamos recien pasado la guerra mundia, donde muchos paises terminaron con enormes bajas en su poblacion, la economia era dificil, y recalcaba la importancia de que aun en tiempos dificiles, teniamos que tener una decicion de seguir o no a nuestros liderez.

el 8 de junio de 1959 una amable periodista de nombre Yvaine O'neill, habia acordado conmigo tener una cita para entrevistarme acerca del articulo publicado, a ella le parecia de manera peculiar la manera en la que yo me habia logrado expresar, no solo en el aspecto emocional si no tambien en el politico y que esto no me hubiese generado una consecuencia. comenzo realizando preguntas acerca de mi pasado, mi vida personal, y mis aficiones, incluso llegue a pensar que el tema "entrevista" era una excusa mal usada por alguien para saber de mi. sin embargo, la conversacion se desarrollo bien y nos despedimos de manera muy amable.

siendo sincero Yvaine me parecio interesante, pero al mismo tiempo me parecio alguien demasiado vulgar y liberal. ella veia la sociedad con otros ojos, ella era libertina y yo un sacerdote en casa, ella era bebedora y yo un academico. pero hubo algo en ella que me genero deseos de volver a verla.

no pasaron muchos dias antes que mi telefono nuevamente sonara y cuando conteste lo primero que escuche fueron estas palabras

"¿charles? soy Yvaine, ¿estas libre? tengo tiempo libre y pense que quizas te gustaria ir a tomar una copa conmigo. Para mi buena suerte y a la vez mi infortunio acepte, el mayor reproche y sentimiento de culpa que guardo es haber dicho que sí, y a la vez mi mayor engaño es pensar que creer y decir eso, ahora me haría feliz.

Más allá de tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora