Akaashi también tenía sus defectos, era algo obvio, pero no lo notó si no después del primer mes de vivir junto a Bokuto. Recién se habían ido juntos a vivir en un precioso y espacioso departamento de dos habitaciones, dos baños, una cocina y una sala lo suficientemente grande para meter allí a unos cuántos miembros del equipo de voleibol y a viejos amigos —aunque de igual forma algunas veces quedaban algo apretados—, y fué por esa misma razón que notaron ese pequeñísimo defecto.
Luego de una reunión tranquila para celebrar el triunfo de los Black Jackals sobre un equipo estadounidense que había ido de visita especial, su apartamento había quedado hecho el peor desastre que había visto en toda su existencia. Y no era para menos, pues Atsumu, Hinata y el mismo Bokuto parecían tener una licencia especial para tirar cualquier vaso con líquido que tuviesen en las manos, y por supuesto, también había sucedido aquello de la pelea entre Hoshiumi y Kageyama, dónde habían acabado tirando y aplastando las papitas entre todos los cojines del sofá y el piso, y no dudaba que debajo del sofá también.
Así que allí estaban Bokuto y Akaashi, dispuestos a limpiar el desastre que dejaron sus amigos, y Akaashi prometiendose a sí mismo que la próxima vez la fiesta sería en el apartamento de Atsumu, por ejemplo, aunque no estaba seguro de darle esa pesadilla al pobre Kiyoomi, que había pasado todo el festejo en la sombra de una esquina, con cara de querer que el piso se abriera para tragarlo y lo escupiera en su limpia y silenciosa casa.
—Entonces hay que empezar por la cocina y la sala, luego el baño y la habitación de invitados—recitó Akaashi mientras observaba con atención los pegotes que habían en el piso, por suerte, los Jackals no necesitaban alcohol para ser extremadamente desordenados y ruidosos, así que estaba seguro que no encontraría algo más asqueroso que algún vaso con gaseosa con papitas posadas dentro.
—¡Bien Akaashi!—Bokuto tomó una escoba y una pala y empezó a barrer el lugar. Fué entonces que Akaashi recordó que no se había puesto un pañoleta en el cabello, así que fué a buscarla a la habitación.
La pañoleta era importante para él a la hora de limpiar, pues no le gustaba que cayeran motas de polvo y posibles telarañas entre sus rizos, además, su madre siempre lo había acostumbrado a limpiar con una, así que empezó su búsqueda entre los cajones del armario. Habían un montón de cosas allí, la mayoría siendo afiches pequeños, entradas y pines de los Jackals, era común que Bokuto trajera ese tipo de cosas a casa, y Akaashi las guardaba en una de las gavetas tratando de poner algo de orden —estaba demás decir que algunas veces eso no funcionaba—.
Era obvio que la pañoleta no estaría allí, más aún así revisó un momento más. Banderines con el logo del equipo, silbatos, afiches de Bokuto solo o con los miembros del equipo, pines también con el logo y letras grandes que recitaban "Black Jackals". ¿Eso era una caja condones con el logo de los Jackals? Había olvidado eso. Un pequeño libro con la información de los integrantes del equipo y sus victorias, un forro de celular que no encajaba con los que ellos usaban, un peluche de Bokuto.
¿Qué?
Sacó el pequeño peluche de entre el resto de las cosas, maravillandose con la pequeña creación, era del tamaño de su palma y era la viva imagen de Bokuto pero...pequeño...su cabello bicolor en punta, una gran sonrisa ocupando el rostro junto con sus ojos cerrados, el uniforme del equipo, mostrando su número y su nombre con letras cuidadosamente bordadas, estaba en una pose que se le había tierna debido a la naturaleza del diseño. Un balón sujeto contra su cadera, un brazo elevado como si saludara y una de sus piernas dobladas, apoyando el pie contra la otra como si fuese una bailarina.
¿No era esa la pose que había tomado para saludar cuando ganó aquél partido...? Su segundo partido con los Jackals, y el que lo puso en la mira del ojo público por su brillante habilidad en los remates y su carisma.
Akaashi sonrió. No sabía cuando habían sacado peluches de ellos de esa forma, pero no le molestaría llevar ese siempre colgado en su bolso, aunque sinceramente, tenía un poco de miedo de perderlo. Quizá solo lo llevara dentro de su bolso. Tiró el pequeño peluche a su cama y cerró la gaveta al notar que no había nada más que fisgonear allí. Podía escuchar a Bokuto moverse en algún lado del apartamento, y prometió apresurarse para ir a ayudarlo, así que se puso de pie y buscó en las gavetas más grandes.
Camisas, pantalones, abrigos, una carpeta con documentos importantes, dinero de emergencia, ropa interior, calcetines. ¿Qué era eso? Por amor a Dios, creyó haber tirado ese juego de lencería. Empujó eso hasta el fondo de la gaveta y lo cubrió con cosas al azar. Volvió a revolver la gaveta, encontrando solo más ropa.
¿Dónde podría haberlo puesto?. Buscó por pura precaución en su escritorio, encontrando en el camino solo implementos de trabajo, bolígrafos especiales, carpetas con hojas que debía revisar, algunos tonos de mangas nuevos, y un grueso grupo de hojas con un boceto de dibujos hecho por él mismo, citando Haikyuu, en la parte superior, uno de los proyectos que había dejado a medias por falta de tiempo, tal vez podría revisarlo luego.
Cerró la gaveta y soltó un suspiro. ¿Qué más le faltaba revisar? A sí, las mesas de noche. Fué hasta allí y empezó a revisarlas una a una. Más ropa, esa vez la de vestir que poco usaban, pero que tenían por pura precaución, más cosas de los Jackals, un álbum de fotos y sobres con más fotos esperando ser enmarcadas, útiles de trabajo nuevos, una cámara, cables enredados de sus laptops, ¿Un collar para perros? Luego le preguntaría a Bokuto; y justo al final, debajo de cables y bolsos pequeños, su pañoleta.
—¡Ajá...!—sonrió triunfante y jaló la punta, sacándola de debajo de todas las cosas, estaba un poco arrugada pero olía a limpio y el color morado estaba intacto en la tela.
Se levantó del lugar, cerró la gaveta y se la colocó cuidadosamente, verificando que su cabello quedara totalmente cubierto y así salió a la sala.
—Bokuto-san, ya podemos empezar, encontré mi pañoleta—avisó, pero parpadeo al mirar alrededor y notar que, de hecho, ya todo en ese lugar estaba limpio y su pareja estaba sacando las bolsas de basura.
—¿Qué?—preguntó, girandose hacía él, y fué entonces cuando se dió cuenta de lo que había sucedido—.¡Akaaasheee! ¡¿No estabas limpiando?!.
—Dije que buscaría mi pañoleta—balbuceó y se aventuró a ir a la cocina frente a la mirada incrédula de su pareja. Allí también estaba limpio y por lo que podía ver desde su posición, el baño también estaba reluciente. Bokuto en cambio estaba lleno de sudor y un poco de polvo.
¿¡Cuánto tiempo se supone que había pasado buscando la pañoleta?!.
—Akaasheee, ya no hay nada que limpiar—gimió el bicolor con reproche, abultado sus labios en un ligero puchero, y entonces Akaashi cubrió su boca, intentando contener la risa que le causaba la situación.
¿Qué demonios? ¿Realmente había pasado toda la limpieza buscando una pañoleta?.
—Bokuto-san, lo siento mucho—se disculpó entre pequeñas risitas, Bokuto había relajado el rostro y se había apoyado en el marco de la puerta sin soltar las bolsas.
—¡Akaashee, tendrás que hacerme el almuerzo!—declaró, y aunque Akaashi se lo hacía de todas formas, lo acató como una orden.
—Por supuesto que sí Bokuto-san—dijo, una sonrisa en su rostro.
—Y lavarme al bañarnos—siguió, moviendo ligeramente sus brazos.
—Claro que lo haré, Bokuto-san—accedió, pero Bokuto, por supuesto, no había terminado.
—¡Y un masaje antes de acostarnos!—agregó.
—Ya se está aprovechando, Bokuto-san—declaro con fingida seriedad, ambos sabían que lo haría.
—¡Pues claro que sí!—exclamó, y abrió la puerta del departamento—.Iré a tirar esto, ya vuelvo—y salió, dejando a Akaashi con una sonrisa y una labor que empezar, y también con el pensamiento de que, tal vez, era demasiado distraído en algunas ocasiones, más cuando se ponía a fisgonear en los cajones en busca de pañoletas perdidas.
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Cotidiano (BokuAka)
RandomDonde Akaashi tiene que lidiar su día a día conviviendo con las excentricidades de Bokuto como compañero de apartamento y de vida; o donde Bokuto puede no ser la pareja perfecta, pero Akaashi sabe que aún con todas sus imperfecciones, no hay nadie m...