Akaashi supo que algo iba a pasar en el mismo instante que puso un pie en el ascensor. Y no, no era que estuviese loco o tuviera superpoderes. Solo tenía ojos —algo defectuosos en realidad, pero ese era otro tema—, y podía ver perfectamente el camino de pétalos de rosas blancas y rojas que iban desde la puerta del ascensor por el pasillo, llegando perfectamente a la puerta de su apartamento.
Suspiró, una sonrisa pequeña y cariñosa apareciendo en sus rosados labios mientras pensaba en qué podía estar planeando Bokuto ese día, y rogando que no fuese tan desastroso.
Caminó con calma hasta llegar a la puerta, introdujo la llave solo para darse cuenta que el apartamento estaba sin seguro, y entró confiado de que eso no podía ser solo porque el revoltoso hombre estaría por ahí esperándolo.
No lo estaba.
Akaashi frunció el ceño, confundido.
—¿Bokuto-san?—llamó con calma, caminando mientras miraba alrededor, habían velas perfumadas aún sin encender, en las mesas y estanterías de la casa y el camino de rosas seguía hasta la cocina. Fué hasta allí, arqueando una ceja.
La mesa de cuatro que habían comprado hace un tiempo ahora tenía solo dos sillas a cada lado, un pastel blanco impoluto que él no recordaba haber comprado —más que nada porque Bokuto siempre acababa manchandolos—, dos platos vacíos, copas y dos velas en un hermoso arreglo de vidrio.
No olía a comida, no se veía ningún desastre hecho, y lo más importante. No podía ver ni escuchar a su pareja en ninguna parte de la casa.
Extrañado por toda aquella situación rebuscó su celular en su bolso y lo sacó apenas tocarlo, buscó el número entre sus contactos, y llamó apenas verificó que era el correcto.
El pitido usual de espera se escuchaba, y seguidamente lo mandaba al buzón de voz. Volvió a marcar. Obtuvo el mismo resultado.
Akaashi no era de los que se ponían nerviosos con facilidad, pero justo en ese instante estaba empezando a inquirtarse un poco. Verificó la hora en su celular, notando que el otro hombre debió haber vuelto ya hace un rato, y contando con que salieron juntos de casa, solo podía deducir que llegó antes, preparó todo y volvió a salir dejándolo a medias por alguna razón.
Akaashi decidió llamar a Kuroo entonces.
Uno. Dos. Tres pitidos y tenía al moreno hablando en su oído.
—Akaashi ¿Sucede algo?—preguntó. Y aunque Akaashi tuvo un poco de ganas de recriminarle, al final desistió y se fué al punto importante.
—De hecho sí. ¿Has visto a Bokuto-san hoy?.
La línea se quedó en silencio un segundo, luego la voz del moreno volvió a escucharse.
—Sí, lo ví en el gimnasio hoy de paso. ¿Ocurrió algo, Akaashi?.
Él suspiró, sentándose en una de las sillas con un tic empezando a hacerse presente.
—Hoy llegué a casa y no está, parece haber estado preparando una cita, pero creo que se fué por algo y ahora no responde el celular—explicó, sus dedos se deslizaron entonces por el arreglo de vidrio dónde estaban las velas, era un hermoso y pequeño candelabro, con bordes dorados que corrían hacia el centro y se entrelazaban para formar una figura, Akaashi tuvo que girarlo un poco, notando que eran dos búhos formados de nudos y líneas.
Una sonrisa se formó en sus labios, y acaricio las pequeñas figuras que se encontraban justo en los prqueños tubos que sostenían las velas.
—Intentaré llamarlo yo, no te preocupes, seguro está por ahí haciendo compras de última hora o algo como eso, sabes cómo es—confortó el hombre al otro lado de la línea, Akaashi hizo un pequeño ruido de afirmación con su garganta y cortó apenas despedirse.
ESTÁS LEYENDO
Cotidiano (BokuAka)
AléatoireDonde Akaashi tiene que lidiar su día a día conviviendo con las excentricidades de Bokuto como compañero de apartamento y de vida; o donde Bokuto puede no ser la pareja perfecta, pero Akaashi sabe que aún con todas sus imperfecciones, no hay nadie m...