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Iba caminando detrás de él mientras escuchaba nuestros pasos, no había hablado nada y yo francamente no tenía ánimos de empezar una conversación

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Iba caminando detrás de él mientras escuchaba nuestros pasos, no había hablado nada y yo francamente no tenía ánimos de empezar una conversación. Aunque quizá hablar un poco alivie el tema del antiguo profesor de historia y él suprima el castigo.

- Tiene usted un lindo cabello, señor Rengoku. - Dije lo primero que se me vino a la mente, él detuvo su andar y giro a verme, elemental, con una sonrisa en sus labios.- ¡Gracias, mi madre opinaba igual!. - Y dio media vuelta y siguió caminando.

Para ser profesor de Historia es de pocas palabras.

Pensé mientras intentaba hablar más con él. ¿Por qué? Simplemente, no me agrada el silencio incómodo (ni tener problemas con los profesores) actualmente tenía ambos.

- ¿A dónde nos dirigimos? - no digas oficina del rector, no digas oficina del rector.

- A la oficina del rector - MIERDA.- P-podemos intentar resolver mi pequeña falta de otra manera - me atravesé en su camino, ocasionando que bajara su mirada a mí.

 - ¿Qué tal una disculpa?, ¿o un ensayo escrito?. Sé que a ustedes los maestros de historia les encanta mandar de tarea esos ensayos de miles de palabras sobre un muerto. - Subí y, baje mis cejas de manera divertida. 

Pero en vez de ganar una risa y un "Ok, ve a tu aula". Gane un carraspeo y que él siguiera su caminata. - Profeee - trote tras de él. - Ok, lamento haber llamado viejo fósil al viejo... Al honorable y respetable profesor Ainosuke - no había notado algo, pero cada vez que hablo él se detiene y gira a mirarme, qué educado. - pero es que, no quiero tener otra tacha en mi registro. -

Pon ojos de perro suplicando

Justo como mi conciencia me recomendó, puse la mejor cara adorable que salio de mí, esperando un resultado positivo... pero.

- ¡Umu - Juro, que voy a averiguar que es ese ruido que emite - podría dejarlo pasar - si, si, si, lo hiciste Luna, eres grande - pero no! Los actos tienen consecuencias, unas más graves que otras!. ¡Descuida, no estoy molesto!. - Aww.

¡Concéntrate Luna!

- Cierto - murmuré bajito solo para escucharlo yo - Rengoku- sensei. - nuevamente, él se detuvo y coloco sus manos a cada lado de su cadera, estaba esperando que yo mencionara algo, obvio, lo había llamado; sin embargo, no tenía una excusa. Quizá solo debería escuchar el sermón - nada. -

- ¡Ya llegamos! - abrió la puerta y me permitió entrar primero, entro tras de mí y, escuche el ruido de la puerta de madera, cerrarse a mis espaldas. - ¡Rector Hikai!- él nombrado dio la vuelta en su silla con una sonrisa (la cual borro al verme).

- Señorita De la Vega. Qué sorpresa - Colocó sus manos en su escritorio, inclinando su cuerpo en mi dirección.- ¿Sucede algo profesor Kyojurou, ella emitió algún comentario sobre su persona?

- No, la joven Vega se refirió al anterior profesor de historia como - el rector lo interrumpió.

- Abuelo fósil ¿Cierto? -

- ¡Así es!. - Emití una risa nasal, que ocasionó que ambos me vieran uno con confusión y otro con enojo. Me causo gracia, la sonrisa en el rostro de Rengoku. Se nota que es alguien feliz.- Ya, perdón. -

- Serás sancionada - Del gabinete de su escritorio saco una carpeta, dicha carpeta era donde guardaba mis penalizaciones hacia la institución. Las cuales eran solo 2 con esta. La primera fue cuando un estudiante me vio el trasero y yo le di un golpe en los dientes con mi cuaderno de Álgebra.

- Me retiro. -

- Disculpe las molestias, feliz primera clase Kyojurou -

- Adiós, profe sonrisas - me despedí, causando un regaño por parte del señor Hikai; pero una carcajada de él.

- Espero verla pronto - Y dicho eso, se fue. Era un hombre con un aura agradable y cálida. Pero tenía una presencia y mirada fuerte y valiente. Raro para un simple profesor de Historia.

Luego de escuchar el sermón, firmar la sanción y que me recordara que con tres firmas podría expulsarme, salí de su oficina lista para irme, había perdido la única clase que tenía ese día; así que tenía dos opciones.

1. Esperar a mis amigos.


2. Irme y contarles por llamada

Elegí la primera, no me molestaba esperar, además en mi casa no me esperaba nadie ni nada. Bostece y camine rumbo al salón más cercano, el de Miwa. Tendría que salir del edificio de mi facultad, cruzar el sendero y llegar a la facultad de Derecho, era un trayecto de más o menos 5 minutos a paso lento. La de Haku era más lejana, casi en la cima de la montaña. 

Coloque mis audífonos en cada uno de mis oídos y empecé mi caminata, la luna me hacía compañía y el silencio era agradable. Cerré mis ojos un momento para respirar y estirarme cuando uno de mis audífonos cayó de mi oído, Me agache para recogerlo y cuando alce la mirada vi una especie de sombra, parada al final del sendero, algo normal seguramente. Lo no "normal", fue que la sombra era inhumanamente alta y con varios brazos, acaso era real. Al intentar alejarme, pise una hoja seca en el suelo, ocasionando que el extraño ser frente a mí volteara a verme, sus ojos eran amarillentos y brillantes.

¿Qué haces?, corre.

Y como un click en mi cerebro, salí corriendo en rumbo opuesto, iría a buscar ayuda, un policía, un profesor, o quizá un exorcista. Corrí lo máximo que mis cortas piernas me permitían mientras escuchaba como el extraño ser me seguía de cerca, tenia miedo. Di una ultima vuelta para entrar al sendero correcto y justo cuando creí que lo había perdido me tropecé y caí. Siempre fui torpe al correr, de echo, me sorprendió no caerme antes. Voltee y la cosa ya no estaba, solo había un chico, estaba de espalda y en su mano traía una espada. ¡Que diablos pasa en Japón!. 

Rubio sol Morena luna  - Rengoku Kyojuro -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora