─ That extreme.

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- Daniel suspiró, sentado en el sofá de esa enorme casa en donde BeomGyu le obligaba a vivir. Es decir, al principio, cuando recién comenzó a vivir con él se sentía un poco deslumbrado por todos los lujos y atenciones, poco a poco se acostumbró.

Igualmente, agradecía eternamente porque Choi le daba la atención requerida para su condición.

El trastorno de pánico que padecía, lo había heredado de su difunta madre, quien le había enseñado y ayudado en su tiempo de vida a controlarlo. Cuando sus padres murieron, Daniel recayó, cada vez que recordaba lo desamparado que había quedado junto a HeeSeung, dos menores de edad, los ataques se volvían frecuentes y cada vez su duración se extendía un poco más.

Ninguno podía con la situación, así que BeomGyu les propuso tomar la custodia de ambos... o adoptarlos, mejor dicho, por eso mismo ambos Lee ahora eran Choi - aunque HeeSeung aún utilizara su apellido real como nombre artístico - y residían con él, Daniel había tenido una estabilidad, los ataques se iban volviendo menos frecuentes, incluso se volvió más alegre y positivo; ese temor a tener ataques se iba disipando, se le veía despreocupado y menos cohibido.

Y BeomGyu no podía estar más encantado con el niño, le había tomado tanto cariño, era como su hermanito... al principio.

Recordó entre suspiros cómo todo comenzó cuando un día de piscina, a ambos se les ocurrió jugar en el agua, cada vez más y más cerca... hasta que sus labios se rozaron y sellaron el juego con un suave beso.

Una semana después del suceso, BeomGyu apareció en su fiesta de cumpleaños número 20 con un despampanante chico de cabello cenizo que tenía una risa peculiar... Park SungHoon, ahora su novio.

El pequeño y frágil corazón de Daniel se partió en pedacitos, pero no dijo nada, absolutamente nada. Sin embargo, explotó cuando BeomGyu descaradamente un día buscó sus labios, cosa que alteró su calma por completo.

─ ¿Q-qué haces? ─ le cuestionó, con un expresión confundida y dolida ─ BeomGyu hyung, no.

─ Vamos, Dani, sé que la cagué con eso de traer a SungHoon pero tenía miedo, había besado a mi hermanito... te había besado y no me arrepentía, eso me asustó demasiado porque cada vez que te veía quería hacerlo de nuevo, una y otra vez... me sentía sucio, como si me estuviera aprovechando. ─ explicó el chico, haciendo una mueca lastimera. ─ Pero si me lo permites puedo dejar todo y quererte simplemente a ti, como a nadie.

─ BeomGyu, en ese momento estaba a punto de ser mayor de edad y yo accedí completamente no tenías que sentirte así pero ahora un tienes novio. SungHoon es agradable, deberías darle una oportunidad... él podría darte estabilidad, sabes bien que yo no podré darte eso, Gyu ─ murmuró, con la voz quebrada en ciertos momentos.

─ No lo digas, Daniel, no utilices tu condición contra mí, n-no lo hagas... ─ sollozó, buscando la mano de Seungmin, la que le evitaba mordiéndose el labio reteniendo las lágrimas ─ Daniel...

─ Gyu, dejemoslo por la paz, tú seguirás con tu relación y yo me iré con SungHoon en unos días más, evitemos que nuestra historia se distorsione con una relación quebradiza... sabes mejor que nadie que no puedo ser suficiente para ti ─ acarició la mejilla empapada de BeomGyu, quien le veía atónito y sin poderlo creer.

─ No ─ gruñó, sus ojos teñidos en rabia y su mandíbula tensada le enviaron una señal de advertencia al sistema de Daniel, quien intentó zafarse del agarre que Choi había ejercido en esa mano que le acariciaba la mejilla segundos atrás ─ No te irás, esperaba que no tuviera que decirlo pero es hora de que lo sepas, HeeSeung estará inactivo por un muy largo tiempo y no le permito interactuar contigo desde hace tiempo porque estaba bajo una orden que yo di, junto a SungHoon... Tú eres la garantia para que él haga bien su misión, así que resignate, no saldrás hasta que tu preciado HeeSeung asesine a Shim Jake con sus manos y deje a SungHoon contento.

La respiración de Daniel era cada vez más errática, la presión en su pecho era insoportable, estaba comenzando a ahogarse y sentirse aplastado, sentía el sudor recorrer su espina y comenzó a soltar jadeos asfixiados, amenazando con recibir un ataque de pánico.

BeomGyu le miró preocupado y comenzó a gritar desesperado a las enfermeras que se mantenían en esa casa todo el día para evitar que los ataques llegaran a ese extremo.

Este extremo: en el que Daniel ya no escucha la voz temblando de BeomGyu mientras le suplicaba que resistiera, este extremo en el que Daniel perdía el conocimiento por su culpa.

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