Si, estábamos hablando acerca de los planes, ¿no es así? Había un pequeño detalle, y es que eran sus nakamas quienes no le decían nada acerca de los planes y simplemente los ejecutaban sin su consentimiento.
No estaba seguro de que si trataban de ayudarlo o matarlo.
Uno de sus planes fue hacerlo resbalar por las escaleras de la cubierta para que cayese encima de Zoro, lo cual terminó en completo fracaso. No porque no haya caído, sino más bien cayó encima de Law que pasaba por ahí desgraciadamente. Fue extremadamente incómodo.
Otra fue algo más simple, empujándolo hacia Zoro. No supo cómo, pero salió volando fuera de la cubierta, así cayendo al mar, menos mal no era un usuario.
Cuando subió se aseguró de darle su merecida golpiza a quien le había empujado, alias; el narices.
Se estaba empezando a cansar y agobiar por tanto plan desastroso. Zoro no parecía inmutarse con nada, o peor aún ni parecía darse cuenta.
—✧—
La noche cayó, y las estrellas junto con la luna iluminaban el Sunny, que iba en un lento y relajado vaivén al compás de las olas del basto mar.
Esa noche a Sanji le tocaba guardia, y estaba bien, después de todo no podía dormir por tantas cosas que se le cruzaban por la mente. Sus pensamientos empezaban a ser molestos.
Este se encontraba en la cubierta, cerca de la cabeza del Sunny, viendo hacia el frente dejando que el sonido de las olas retumbase por sus oídos y la brisa acariciara su piel.
— Oi, cocinero.
Ni si quiera escuchó los pasos del espadachín acercarse a él.
Volteo a ver a quien lo llamaba, notando que parecía haber salido de una ducha, pues de su cabello aún caían pequeñas gotas de agua.
— ¿Qué haces a esta hora tomando un baño? —preguntó el rubio antes de que el contrario hablase.
— ¿Acaso no puedo hacerlo?
Sanji rodó los ojos por la contestación del cabeza de alga y volvió su vista al mar— Olvídalo. Has lo que quieras. —dijo con una voz neutral. Realmente no tenía ganas de discutir esa noche, estaba realmente tranquila y bonita como para dejar que un verdoso lo alterase.
Zoro se extrañó por la reacción del rubio pensando que iba a empezar nuevamente una discusión.
El espadachín se acercó a lado del cocinero notando su mirada que estaba perdida en el océano.
— Oye. —llamó— ¿Qué sucede? Desde hace unos días actúas extraño.
— ¿Mm? ¿De qué hablas? Yo no actúo extraño.
— Lo haces. —confirmó firmemente.
Zoro era realmente discreto y un tanto misterioso, al punto que a veces le llamaban sus nakamas una cabeza hueca. Pero era muy observador, se daba cuenta de cosas que a veces los demás no.
— Llevas evitándome desde hace unos días.
El cocinero abrió los ojos con sorpresa al escuchar las palabras del espadachín. Volviendo su mirada a él, notando la fija mirada que este le daba, esos ojos de una bestia que veía a su presa, simplemente lo ponía nervioso. Obviamente no iba a dejar que esa mirada lo intimidara.
— ¿Qué? ¿Acaso me extrañas? —soltó una sonrisa burlona, haciendo que el contrario frunciera el ceño. Volteo nuevamente al mar satisfecho de haber hecho enojar al espadachín— No te evito. —finalmente declaró.
— Lo haces. —volvió a afirmar Zoro.
Sanji ya no estaba seguro, quizás había estado tan distraído que simplemente se alejó y evitó los conflictos con este.
Diablos, no podía creer que permitiera que estos pensamientos tomaran control de sus acciones.
— Algo te molesta. —habló— No te obligaré a decirme. —declaró dejando sorprendido al rubio. El conocía bien al peliverde, tanto como todos los del barco. Zoro no era bueno con las palabras, de hecho, era de pocas palabras, por eso entendió tan bien lo que quiso decirle "No te obligaré a decirme, pero si necesitas hablar te escucharé."
Sanji soltó una suave risa y sin ser consciente llevó su mano a la cabeza verde despeinando ligeramente el pelo del contrario— ¿El alga está preocupado por mí? —bromeó con una sonrisa dejando embobado a Zoro quien se había sorprendido por el tacto repentino.
Sanji al darse cuenta de la mirada de este, reaccionó de lo que estaba haciendo, y apartó su mano, evitando la mirada del espadachín.
— Yo... —aclaró su garganta— Deberías ir a dormir, ya es tarde. —habló nerviosamente, intentando parecer lo más natural del mundo.
Zoro, sin embargo, tampoco ayudaba mucho, dejó un silencio sepulcral después de que el rubio hablase. Y en un movimiento rápido tomó la misma mano que anteriormente había acariciado su cabeza de manera cariñosa.
Esto definitivamente sorprendió al rubio quien lo miró con un ligero tono carmesí en sus mejillas, casi pasando desapercibido por la oscuridad de la noche.
Su corazón iba a mil por segundo.
El espadachín parecía no arrepentirse de su acción repentina, al contrario, parecía que quería ver más de él, ¿qué otras expresiones podría enseñarle? Quería verlas todas.
Soltó su mano lentamente para luego mirar al mar, dejando a un Sanji viéndolo desconcertado.
— No dormiré, me quedaré aquí.
El rubio no dijo nada y simplemente dirigió su vista al mar intentando calmar los nervios que lo estaban invadiendo.
No pasó mucho tiempo para que Zoro decidiera sentarse de espaldas contra la barandilla del barco, con los brazos cruzados y los ojos cerrados, incluso parecía haberse quedado dormido ya.
Sanji al notar a su compañero en sueños, suspiró— Idiota, te dije que fueras a dormir. —susurró sin recibir respuesta alguna.
Este con vacilación se acercó al peliverde dormido, para así sentarse a su lado.
— Zoro... — inmediatamente calló al darse cuenta de lo que estaba a punto de confesar con el peliverde durmiente.
Suspiró llevándose una mano a acariciar su frente y flequillo— Te amo. —susurró.
Pasaron unos minutos después de la confesión del rubio, que había quedado dormido en el hombro del receptor de la confesión.
Lastimosamente para Sanji, este no estuvo dormido en ningún momento.
Todos sabían que Zoro solía acostarse en el suelo, cerrando sus ojos, haciéndose pasar por dormido, de vez en cuando lo hacía, y esa vez era una de esas.
Lo sorprendió, estuvo lo suficientemente cerca como para escuchar sus palabras con claridad.
Todo este tiempo había pensado que el rubio solo se interesaba por las mujeres, por eso jamás había atrevido a dar el primer paso.
Aun así, quería escuchar esas palabras de nuevo salir de la boca del cocinero mientras lo mirase a los ojos.
Extendió su brazo a lo largo para tomar al rubio dormido de la cintura y acercarlo en un movimiento extrañamente delicado a él para no despertarlo— Idiota, yo también. —susurró en una suave y feliz voz.
ESTÁS LEYENDO
Idiots in love.
FanfictionLos idiotas son el uno para el otro. Los Mugiwara tratan de darle un empujón a ambos idiotas para que al fin dejen de hacerse los idiotas con sus sentimientos. Sin embargo con la otra pareja se llevan una pequeña sorpresa. •-•-• One Piece Yaoi Zo...