5

869 126 13
                                    

Vale, era suficiente, pensó Sanji quien se encontraba haciendo el desayuno para sus nakamas.

Había pasado exactamente una semana después de la noche que había pasado con Zoro en la cubierta. No se dio cuenta cuando se quedó dormido, solo sabe que cuando despertó sus nakamas estaban con una sonrisa pícara con risitas molestas y el estúpido marimo ya se había ido.

Después de esa vez, no sé qué fue lo qué pasó, pero sus compañeros se pusieron más intensos a la hora de las "ideas". Una de esas ideas era vestirlo como mujer, cosa que obviamente se negó, no lo haría de nuevo, aunque su vida dependiera de ello.

Hoy más a tardar a medio día, llegarían a una nueva isla, ahí aprovecharía cuando todos se dispersarán en sus propios caminos para decirle a Zoro lo que de verdad sentía, antes de que su integridad física y mental corriera peligro, incluso el rechazo se le hacía mejor opción.

Suspiró pesadamente mientras cortaba con dedicación las papas, hasta escuchar la puerta de la cocina abrirse.

Era Trafalgar, no le sorprendía que estuviera despierto tan temprano, el solía ser uno de los pocos que se despertaban temprano en el barco.

— Oh, Torao. Buenos días. —saludó, quizás al principio desconfío un poco como todos los demás, pero en realidad no era mal tipo. Al final todos se acostumbraron a su presencia.

— Kuroashi-ya. —devolvió el saludo con pocas palabras y se sentó en la mesa viendo fijamente al rubio que parecía concentrado en preparar el desayuno. Sin embargo, aun así, este sintió la mirada penetrante que le daba el ojeroso.

— El desayuno aún no está listo, si tienes hambre de todas formas tendrás que esperar. —habló con cierto tono de molestia, su mirada realmente lo estaba incomodando.

— Pareces ansioso. ¿Es por lo de Roronoa-ya? —habló sorprendiendo al rubio quien partió con fuerza una patata — Solo deberías decirle y acabar con todo este escenario que están creando —suspiró, de cierto modo parecía molesto.

No lo culpaba, en algunas ideas que tenían su tripulación él era parte de ellas.

Chasqueó la lengua— Ya se, lo haré. Ya lo he pensado. —silencio el rubio— Incluso si me rechaza yo creo que al menos sabré que lo intenté —sonrió suavemente.

Law solo enarcó la ceja mirando la mesa con un suspiro, Sanji pudo ver como se le formaba una suave sonrisa en sus labios, creo que era por alivio.

Este se dispuso a prepararle un café por la espera y entregárselo mientras este agradeció. El rubio volvió a la cocina y siguió preparando, con miles de pensamientos en su mente, sobre lo que diría y demás. Sería un día largo de procesar.

No pasó mucho tiempo hasta que la puerta se volviera a abrir con brusquedad, claro, era de esperar quien era.

— ¡Sanji! ¡Comida! — gritó el revoltoso azabache menor.

Sonrió suavemente para luego fruncir el ceño ocultando la calidez que sentía en su pecho al escuchar a su joven capitán reclamando por su comida— Aún no está lista, cállate y espera, tonto de goma.

— ¿Eh? Pero yo tengo hambre... —hizo un puchero para luego notar al ojeroso que estaba en silencio tomando su café intentando pasar desapercibido — ¡Torao! —falló completamente.

El azabache menor se lanzó contra el ojeroso colgándose de su espalda— ¿Qué tomas? —preguntó con sus grandes ojos curiosos.

— Mugiwara-ya, bájate de mi espalda. Es muy temprano para que estes molestando. —contestó con un cierto tono molesto, pero al parecer ya estaba acostumbrado.

Sorprendentemente para los ojos de Sanji, Luffy hizo caso sentándose a lado de Torao, quien no le quitaba la mirada a su tasa.

Law suspiró al notar la insistente mirada del menor— ¿Quieres probar? —le ofreció acercando su tasa.

— ¿Enserio? ¡Gracias, Torao! —sonrió con entusiasmo, y no se hizo esperar que le arrebatara la tasa de las manos y tomara un gran trago del café, formando un ligero bigote oscuro alrededor— ¡Buag! Que amargo. —repudió con desagrado. Ciertamente lo amargo no era lo favorito de Luffy, y menos el gusto de amargura de Law.

Law soltó un pequeño bufido de burla, mientras que el otro dejaba la tasa nuevamente en la mesa— Pensé que estabas ansioso por probarlo. —tomó una servilleta que Sanji le había entregado con la tasa de café y pasó la servilleta suavemente por los labios de este, limpiando el bigote que se había generado.

— Solo no pensé que fuera tan amargo. —se quejó Luffy sin quejarse para nada por la atención del ojeroso.

Sanji quien no estaba muy lejos de ellos, obviamente logró apreciar lo que acababa de pasar, no entendía nada, ¿desde cuándo...? Más bien.

¿Qué acaba de pasar? 

Idiots in love. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora