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Estaban a punto de llegar a la isla, habían terminado de desayunar, y Sanji veía como Torao y Luffy salían de la cocina.

No dejaba de pensar en lo que había visto esta mañana. Sabía que Torao aunque no lo admitiera se llevaba bien con Luffy, ¿pero a este punto de cercanía habían llegado?

Quizás estaba confundiendo las cosas, no lo iba a pensar más. Tenía más cosas en las que pensar.

—✧—

Ya habían llegado, Nami como siempre organizó los equipos, casualmente se le ocurrió poner a Zoro a que acompañara a Sanji por más suministros. Franky se quedaría en el barco.

Gracias Nami-san.

Luffy por supuesto no tardo en salir corriendo junto con Usopp y Chopper detrás de él gritando que los esperara, petición que obviamente fue ignorada exitosamente.

Todos salieron del Sunny dirigiéndose a sus perspectivos destinos, quedándose así Franky, Brook y Law en el barco.

Mientras Sanji se dirigía al mercado de aquella aldea junto con un Zoro que se quejaba entre dientes del porque tenía que acompañarlo, molesto porque lo habían despertado de su siesta.

— Maldición, ¿por qué tengo que acompañarte? ¿Eres tan inútil que no puedes ir sin alguien?

— ¡Cállate marimo! Y mantente cerca, no te vayas a perder, como siempre... —habló molesto Sanji, claro que estaba algo nervioso antes por quedarse a solas con el espadachín, pero parecía que el contrario no le importaba más que sacarlo de sus casillas.

— ¡Yo no me pierdo! Son las paredes que se mueven. —acusó seriamente.

— Si, si, lo que digas.

Zoro miró al cocinero con una pizca de curiosidad. Aún no sacaba de su mente aquellas palabras que el rubio había susurrado a su supuesto yo dormido.

Pasaron las horas y una gran tormenta cayó en aquel pueblo, un gran día para confesarse, claro.

— Maldición, si tan solo no hubiera pasado horas buscando a alguien que se perdió, ya estaríamos en el Sunny. —gruñó el rubio empapado por aquel gran ciclón que cayó de la nada.

— Tsk, ya cállate Ero-cook, hubiéramos estado en el Sunny si no hubieras estado coqueteando con cualquier mujer que se te cruzaba. —contestó con obvia molestia, tanto que a Sanji parecía notarlo celoso.

No, no, se estaba dando tontas ilusiones.

Mejor se limitó a contestar aquello y notó como algunas personas corrían hacia un edificio que parecía un hotel para cubrirse de la lluvia. No parecía un mal lugar para cubrirse en lo que paraba la lluvia, la cual no parecía tener intención de parar pronto.

¿Obra del destino?

— Oye, Marimo.

— ¿Ahora qu- —no logró terminar la pregunta, pues el rubio tomó al peliverde del brazo, jalándolo como si se tratase de un niño pequeño— ¿¡Qué diablos haces!?

— Apúrate, no quiero que la comida que va a consumir Nami-san y Robin-Chan se arruine por esta maldita lluvia. —habló sin mirar atrás.

Sin percatarse ya estaban en aquel hotel el que el recepcionista les dio una llave para una habitación.

Estando ya en ella, Sanji cayó en cuenta de lo que había hecho y en donde estaban ahora, sonrojándose por completo, ¿en qué estaba pensando?

Por otra parte, el peliverde parecía indiferente a la situación. Al menos para el rubio.

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