Capitulo 7

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Kara siguió temblando mientras Simon la aupaba en sus recios y musculosos brazos, y la mecía contra su robusto cuerpo. ¿Acababa de decirle que la llevara a la cama y le hiciera lo que quisiera? Sí, se lo había dicho y la idea la hacía estremecerse. Le había dicho la verdad. Estaba harta de intentar frenar la atracción que sentía por él; una atracción mucho más intensa que la química. Teniendo en cuenta que nunca se había sentido así por un hombre, la lucha era en vano y el resultado, inevitable. Ardía en deseos de que la penetrara. Él y nadie más que él.

 Se había buscado la vida y tenía dos dedos de frente, así que lo normal habría sido que hubiera sabido resistirse a la tentación, pero a Kara nunca le había atraído un hombre como Simon Hudson. Para ella era un enigma, un misterio por resolver. Brusco, abrupto, astuto..., pero también considerado, atento y, de vez en cuando, vulnerable; cada vez que dejaba entrever esa cualidad a Kara le entraban ganas de abrazarlo fuerte para consolar su alma atormentada. Estaba convencida de que a Simon Hudson le habían hecho daño en algún momento de su vida. ¡Y mucho!

¿Cómo podía resistir el anhelo que sentía por él? Necesitaba pasar una noche con él, experimentar un deseo auténtico. Sabía que, si no aprovechaba esta oportunidad, se arrepentiría el resto de su vida. Aunque solo fuera un presentimiento, las duras circunstancias en las que se había criado de niña le habían enseñado a hacer caso a su intuición.

Y esta noche su intuición no había parado de implorarle a gritos que aceptara la propuesta de Simon, de repetirle que aprovechara la oportunidad de experimentar una pasión y un deseo muy superiores a los que había sentido hasta ese momento y que era probable que nunca volviera a sentir.

Sus pies rozaron la suave alfombra del dormitorio de Simon cuando este fue a dejarla en el suelo y sus cuerpos se deslizaron uno contra el otro hasta que logró apoyarse en ambos pies. Mientras inclinaba la cabeza para besarla, Simon tenía un gesto apremiante y los ojos rebosaban de sed y deseo. Una necesidad acuciante la abrasó por dentro y estrechó los brazos alrededor de su cuello. Él le saqueó la boca, le soltó el pelo, enterró los dedos entre su melena y la atrajo. Bajó una mano para agarrarla del trasero y frotarla contra su pene erecto y duro. Ella gimió dentro de su boca deseando que la penetrara. Estaba húmeda, lista para que la poseyera.

Kara necesitaba mayor contacto, se moría por tocar su piel desnuda, así que lo cogió de la camisa para quitársela.

—No —ladró apartando la boca de la suya y sujetándola de la muñeca.

 —Necesito tocarte —jadeó perpleja ante su radical cambio de actitud.

—Tienes que desnudarte. Tenemos que hacerlo a mi manera —le susurró—. Te dije lo que quería y lo dije en serio.

 Aunque utilizó un tono exigente Kara detectó una pizca de vulnerabilidad. En aquel momento deseaba que la poseyera más que nada en el mundo, así que se apartó y se quitó la camiseta. Se desabrochó los vaqueros de diseño y se bajó la cremallera mirándolo a los ojos, sin mostrar timidez o duda alguna. Fue contoneando las caderas para bajarse los pantalones ajustados y, cuando los tenía por los tobillos, los lanzó al suelo de un puntapié. Se quedó de pie sin dejar de mirarlo a los ojos, cubierta solo con un sujetador negro de seda y un diminuto tanga a juego.

—¡Madre mía! Eres la mujer más hermosa que he visto en la vida —exclamó con veneración mientras le acariciaba la mejilla.

Entonces deslizó un dedo despacio por su rostro y siguió bajando por el cuello hasta llegar al pecho, que parecía estar a punto de desbordarse en aquel ínfimo sujetador.

—Qué va. Es la lencería, que es muy cara —respondió con apenas un hilillo de voz, pues Simon le estaba acariciando los pechos con las yemas de los dedos y aquel roce la hacía estremecerse de deseo.

La Obsesión Del MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora