A la mañana siguiente, bien entrado el día, Kara se despertó sintiéndose en plena
forma. No tenía ni idea de dónde diablos estaba hasta que se acordó del incidente que había sufrido en la calle y de cómo Simon Hudson había aparecido de la nada para rescatarla.¿Estaría en la casa o se habría ido al trabajo?
Salió de aquella cama inmensa sin hacer el menor ruido y asomó la cabeza por la
puerta del dormitorio. Reinaba un silencio sepulcral. Cogió una bata de seda negra
que con toda probabilidad sería de Simon, abrió la puerta que había en el otro
extremo de la habitación y se sintió aliviada al encontrarse con un baño. Cerró el pestillo, se quitó el pasador para soltarse el pelo y se desnudó en un santiamén dejando caer la ropa a los pies.Se moría por pegarse una ducha ¡y por tomar un café!
Después de asearse se sentía más persona. Se puso de nuevo la bata de Simon y se
quedó mirando con anhelo el cepillo y la pasta de dientes que había sobre la encimera de mármol, junto al lavabo doble. No sabía qué hacer porque no quería invadir su intimidad, pero se moría por lavarse los dientes, así que empezó a abrir armarios
hasta que encontró un cepillo de dientes nuevo, aún envuelto en el plástico. Estaba
tan contenta que casi le dio la risa. Tras pegarse un buen cepillado trató de domar el
pelo húmedo con el peine de Simon. Entonces se le pasó por la cabeza que quizá le molestaría que usara sus cosas, pero ya era demasiado tarde. «Siéntete como en casa, Kara».¡Cómo si un lugar así se pareciera en algo a su casa! Todo era tan lujoso que se
sentía un poco abrumada. Suspiró contemplando la bañera ovalada, ¡lo que daría por meterse una hora o dos en esa gran bañera!No era materialista, pero sabía apreciar una bañera de ese calibre. En su piso solo
había una ducha minúscula y era consciente de que no podría pegarse un buen
remojón hasta que acabara la carrera y tuviera un piso para ella sola. «Tendrá
bañera». En ese preciso momento decidió que sería uno de los requisitos de su futuro
hogar.Se dio media vuelta para no caer en la tentación de meterse en aquella gigante
bañera, se ajustó la bata y recogió del suelo la ropa y la toalla, tratando de no
imaginarse el fornido cuerpo desnudo de Simon introduciéndose en el agua.«¡Serás tonta! Deja de fantasear con el hijo de tu jefa, busca tu maldita mochila y
sal pitando de esta casa».Vaciló al salir del dormitorio, pues no sabía hacia dónde tenía que dirigirse. El
piso era enorme. Al otro extremo del largo pasillo había varias habitaciones de
invitados decoradas con un gusto exquisito. Avanzó por el corredor y entró en un espacioso salón que la dejó boquiabierta: el techo parecía el de una catedral y tenía
unos muebles preciosos de cuero. ¡Madre mía! ¡Jamás había visto un televisor tan
grande! La pantalla ocupaba la pared entera, parecía una sala de cine.«¿Qué pinto yo aquí? ¡Qué poco pego en esta casa!».
Sus pies descalzos avanzaron por la aterciopelada alfombra hasta pisar un suave azulejo: había entrado en una cocina que sería el sueño de cualquier chef. Combinaba el verde hierba con el color crema y disponía de todos los utensilios que pudieras necesitar en algún momento de tu vida y varios que Kara ni siquiera supo identificar.
Divisó su mochila sobre la isla de la cocina, abrió la cremallera y metió en el
bolsillo grande la ropa que le habían prestado, sin soltar la toalla que acababa de usar para secarse porque no sabía muy bien qué hacer con ella.—¿Cómo te encuentras?
Un susurro inquisitivo interrumpió el silencio de la cocina y sobresaltó a Kara,
que se tapó el pecho con una mano temblorosa, mientras el corazón le latía cada vez más rápido. Se giró hacia Simon, que la contemplaba en silencio desde el umbral, con un brazo apoyado contra el marco de la puerta y una actitud desenfadada. Tenía el pelo mojado como si se acabara de duchar y llevaba puestos unos vaqueros que resaltaban los impresionantes músculos de sus piernas y un suéter verde que marcaba sus enormes hombros y su ancho pecho. Estaba imponente.
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La Obsesión Del Millonario
RomansaLa estudiante de enfermería y camarera Kara Foster no pasa por su mejor momento. Su ya desesperada situación económica acaba de sufrir un golpe que puede dejarla a un paso de vivir en la calle. Cuando necesita poco menos que un milagro que la salve...