Era un hermoso día en ciudad Q, el ambiente era agradable, los pájaros cantaban una hermosa melodía mañanera y el sol brillaba con una intensidad relajante, lo suficientemente agradable para mantener una temperatura levemente elevada satisfactoriamente, a eso se sumaba la bonita brisa que soplaba el viento ayudando a los niños pequeños a volar sus cometas para su disfrute.
En un supermercado de conveniencia cualquiera de los tantos que se pueden encontrar en aquella ciudad, que curiosamente era de las más pobladas y populares, se estaba llevando a cabo el pan de cada día.
Gente saliendo y entrando, algunos perros atados en las afueras esperando que su dueño regresara, y algunas personas saludando y charlando con sus conocidos.
Dentro de aquel establecimiento donde el gentío se encontraba comprando sus necesidades como puede ser productos de limpieza, alimentos entre otras cosas, en la sección de mariscos se encontraba un curioso hombre.
Tenía aproximadamente unos 20 y tantos años, era de complexión física delgada, de altura promedio, tez clara y en general tenía una apariencia física bastante promedio, su vestimenta consistía en una simple camiseta negra sin detalles y unas pantalonetas blancas holgadas, curiosamente en vez de ir con zapatos iba con unas chanclas rojas.
Quizá lo único que destacaba de aquel hombre era su cara, uno podía jurar que podía hacer un retrato de su rostro en tan solo 60 segundos.
Además...
Era calvo.
-¿Langosta o salmón?- Saitama se encontraba en sus pensamientos intentando decidir lo que sería en un futuro su almuerzo, sin percatarse de las múltiples miradas que se posaban en su alopécica cabeza, sobre todo de los más pequeños.
Hacía ya 3 años que se había convertido en héroe.
3 años en los que se había convertido en el hombre más fuerte.
Pero...
¿A qué precio?
Todavía merodeaban en sus recuerdos los momentos de agonía y dolor puro que su cuerpo y mente soportaban los primeros días en los que comenzó su entrenamiento, cada músculo desgarrado, cada hueso roto, cada Kaijin derrotado.
Todo su ser había pasado por tanta tortura a causa de su mayor sueño.
Ser un héroe.
Pero una vez más...
¿A qué precio?
Sí, perdió todo su cabello, algo que lo marcó un poco debido a la vergüenza de quedarse calvo siendo tan joven. Pero tal vez, la mayor de sus pérdidas fue ese calor y adrenalina que su bombeaba todo su espíritu cada vez que se enfrentaba a un oponente, esas llamas que envolvían sus ojos llenos de vida, ese sentimiento de qué quizá podría perder aquella batalla.
Todo aquello se fue... junto a su pelo.
Se había vuelto tan fuerte que hasta el más poderoso de los Kaijin seguiría siendo solo una hormiga comparando con él, tan poderoso que todos sus combates acababan solo con un golpe, ya nadie le podía ganar... y eso le frustraba.
Normalmente uno estaría encantado de la vida si fuera el ser más fuerte del mundo, lo que no sabían era lo que ocultaba la otra cara de la moneda.
Una fuerza tan grande que nadie podría rivalizar y batallas demasiado aburridas que ni siquiera valían la pena.
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Saitama en... ¡¡¡¿¿¿El inframundo???!!!!!
RandomSiendo un día totalmente normal en la vida de Saitama, un pequeño acontecimiento curioso cambiará la vida de nuestro héroe.