Después de unos días de acomplamiento, el tan esperado viernes llegó.
Al fin me vería con Astrid.
Un día antes la había llamado para confirmar. Me dijo que pasara a su casa por ella; en un tono un tanto frío, no le presté tanta atención, lo más probable era que hubiere llamado en un mal momento, la verdad no le tomé importancia.En fin, al concluir la llamada salí de mi casa, bajé las escaleras más rápido de lo que cualquiera pudiese haberlo hecho y fui directo al trabajo (que estaba a dos cuadras de mi apartamento) para pedir un préstamo a mi jefe, el Señor Vivaldi quien me lo dio con la condición de que lo restaría de mi paga, no del todo, en cantidades proporcionales para que no me afectara tanto.
— Después de todo, eres un jovencito responsable... me recuerdas a mí cuando tenía tu edad. Esa niña debe ser muy especial para ti, ¿no es así?
— Como no tiene idea, jefe. Es la mujer más hermosa en la Tierra.
— ¿y por qué necesitas tanto dinero, muchacho?
— Porqué quiero llevar a Astrid al mejor lugar de la ciudad: el restaurante You And I.El señor Vivaldi me miró con complicidad y me palmeó la espalda.
El esperado viernes llegó; desperté temprano y busqué mi mejor ropa en la mochila: ahí no estaba. En la caja pequeña... y nada. Recordé que la había dejado en casa.
Decidí volver por mis cosas restantes.
Afortunadamente hay una hora en el día que en casa no hay ni un alma, ya que mamá trabaja y papá también.Me dirigí a mi casa en la motoneta y me estacione despacio. Miré la fachada. Apenas habían pasado unos días del incidente y yo extrañaba ese lugar de manera inexplicable. Me encaminé a la entrada y saqué la llave que mamá dejaba escondida en unas plantas por si llegaba a olvidarla.
Entré y me dirigí en seguida a mi habitación. Ya adentro me dirigí directamente a mi habitación. Ya frente al clóset abierto, guardé la poca ropa que me faltaba y algunas otras cosas que había dejado en la mochila, entre ellas, mis ahorros.
Eché un vistazo. Parecía que me había ido por años. Supieré, y ya con mis cosas en mano me dispuse a salir. Abrí la puerta y la cerré con cuidado, estaba en el corredor frente a las escaleras cuando escuché un pequeño ruido.
Mierda, había alguien en casa.
— Pero, ambos trabajan... — pensé.
Alguien había entrado a robar.Estaba en la habitación de mis padres, la cual estaba al final del pasillo, pues de ahí provenían los ruidos. Corrí hasta llegar a la puerta y la abrí en un movimiento rápido.
No era un ladrón.
Hubiera preferido no abrir.
Era mi padre en la cama con alguien... y ella no era mi madre.
Era una mujer desconocida.
— ¿Tú qué mierda haces aquí? — lo escuché gritar
La mujer salió de las sábanas bastante despeinada.Yo estaba furioso, impotente...
— Me das asco, en serio. — le dije y me fui lo más rápido que pude.¿Mi padre? ¿Engaña a mamá? No podía procesarlo, ¿acaso no la amaba ? Era muy difícil para mí.
Salí de la casa y me subí a la moto.
La prendí y escuché a papá desde la puerta:— ¡LIAM, QUE NO SE TE OCURRA DECIRLE NADA A TU MADRE O TE MATO, HIJO DE PUTA! — gritó.
Hice caso omiso y me fui.
Estaba colérico, furioso.
Tenía que decirle a mamá.
O tal vez...Podría usarlo a mi favor...
No. Él era mi padre. No podría chantajearlo.
Es mejor el silencio. Al menos por ahora.
Llegué a mi apartamento más tranquilo. Había pasado todo el camino de regreso respirando y pensando en lo que sería correcto hacer ante esta situación. Pasé a la tienda de autoservicio y compré un refresco de cola y un cigarrillo. Me senté en la acera y lo encendí. Tenía años que no fumaba... hoy había de empezar de nuevo el mal hábito. Terminé mi refresco y emprendí la marcha de regreso.
Llegué al edificio y subí las escaleras de a poco.
Ya eran las 5:50 y tendría que pasar por Astrid a las 7:00¡Carajo!
Me duché lo más rápido que pude y me vestí, sacando mi ropa de la mochila. Intenté peinarme un poco.
6:30 pm.
Era hora de irme. Bajé las escaleras de dos en dos y me despedí del portero, quien por primera vez desde que había llegado me había dedicado una ligera sonrisa. No podía dejar de pensar en lo que vi en la tarde. Era algo que no dejaba mi mente tranquila, ¿debía decirle a mamá? Estaba seguro de que eso le dolería, y yo no quería ser el causante de otra tristeza de mi madre.
Subí a la moto. Y la encendí.
La tarde pasaba como si nada hubiese ocurrido. La gente se miraba igual, pero algo dentro de mí ya no estaba igual.La verdad es que no me lo esperaba.
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Cuando desees recordar mi voz (Liam Payne)
Fanfictie"Sólo confía que un día me verás volver..." Esta es la historia del amor entre Liam y Astrid: una hermosa casualidad en el momento indicado... O tal vez no...