Nuevas convivencias

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Un gran estornudo de Luca hizo que sus dos amigos dieran un salto por el susto. El frío de la superficie no le había sentado nada bien al pequeño pececito, y a pesar de que afirmaba estar bien, sus amigos sabían que no era así.

-Chicos, lo prometo, no me siento ma... -un segundo estornudo, esta vez más seco que el anterior, cortó su frase, dejándolo en evidencia.

-Pero Luca, ¿te estás escuchando? Esa tos suena molto male. -Giulia y Alberto lo miraban preocupado, a la chica no le faltaba razón- Tenemos que llevarte con Daniela.

-¡Pero chicos! Sólo tenemos unas semanas para estar juntos, y... -de nuevo, un tercer estornudo volvió a interrumpirle, seguido de un cuarto. Tragó saliva antes de retomar la palabra- ...y si mi madre ve esto me encerrará hasta que me recupere, ¡no quiero perder tanto tiempo!

Los dos hermanos se miraron. Era cierto lo que decía Luca, las vacaciones de navidad no eran precisamente largas, y si encima tenían que esperar a que se recuperase... Pero llegaron a la misma conclusión: si su amigo no se sentía bien no iban a disfrutarlo igualmente.

Tras un rato lograron convencer al menor, que tras soltar un soplo de queja aceptó descansar en casa. Alberto le acompañó con su madre, quien le agradeció haberse tomado la molestia de acompañarlo. Mientras, Giulia le esperó en la playa, hasta que por fin regresó. 

-¿Qué te dijo Daniela? -preguntó ella, cuando vio a su hermano salir del agua.

-Me dijo que muchas gracias por traerlo, que lo cuidará bien. -Alberto parecía preocupado, sabía que no era nada grave (Massimo ya le había quitado esa preocupación) pero no podía dejar de pensar en su amigo.

-¡Genial! -se alegró al oír eso, pero su cara cambió al ver la de Alberto.

-Si... Espero se recupere pronto...

Giulia también estaba preocupada por su compañero de la escuela, por supuesto. Pero en ese momento estaba igual de preocupada por Alberto. Alberto siempre era alegre y buscaba divertirse, pero en ese momento necesitaba un empujón.

-Oye, fratello, ¿te apetece jugar con Machiavelli un rato? -si algo sabía la pelirroja de Alberto es que amaba pasar el rato y jugar con el felino, y en efecto, al oír el plan Alberto consiguió articular una sonrisa. Asintió antes de que Giulia le agarrara del brazo para correr por las calles de Portorosso, buscando a su gato por cada esquina y callejón que encontrasen.

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Los dos hermanos descansaban ahora en la habitación de Giulia, quien ahora la compartía con Alberto orgullosamente. El espacio ahora era más reducido debido a la necesidad de meter una cama extra, pero se apañaban muy bien.

Machiavelli descansaba en las piernas cruzadas de Alberto, que estaba sentado en la cama mientras Giulia, a su lado, le enseñaba fotos y le contaba historias de cuando ella era pequeña. Habían pasado casi todo el día buscando a su gato por el pueblo, y cuando al fin lo localizaron compraron un helado para celebrarlo.

La idea de las fotos surgió de las ganas que tenían ella y Luca de contarle todo sobre la escuela, pero decidió que si Luca no estaba delante no sería lo mismo, y que volver a hablar de él podría hacer que Alberto se preocupase de nuevo. Lo mantendría lo más distraído posible hasta que Luca estuviese bien.

Y parecía que lo estaba consiguiendo. Tras pasar por todas y cada una de las fotos del álbum, ambos ayudaron a Massimo a preparar pasta al pesto, y tras la cena fueron a acostarse. Sin embargo, la alegría les duró poco, pues mientras hablaban cada uno desde su cama Daniela golpeó la puerta de la Pescheria.

One-Shots de LucaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora