La ensoñación

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Existen un sinfín de mitologías y religiones, y con ellas las leyendas.

De todas las partes del mundo, de cada rincón. Nace algo de fantasía, junto con algo de verdad.

Cuando era niña, estudiaba sobre la mitología griega. Amaba los libros antiguos e historias del Olimpo.

Dioses, semidioses y criaturas fantásticas, se volvió un deleite para una pequeña niña que no podía hacer más que leer.

Dentro de todas las entidades y leyendas, mi favorita fue la de Morfeo. El dios del sueño, que reinaba en su mundo creado por el.
La ensoñación, donde todo era uno y todo era él. Los sueños y pesadillas servían a su amo, y todos los humanos y demás entedidades ocultas en las sombras entraban a las puertas de su reino cada noche, sin temor alguno.

Siempre me preguntaba, porque siempre yo soñaba cosas tan básicas como recuerdos, pesadillas o situaciones de estrés, cuando había todo un mundo lleno de fantasía por explorar.

Supongo que Morfeo no quería perder tiempo con una personita como yo, o eso era lo que pensaba cuando aún iba a la escuela y pensaba que la vida ya era difícil.

Los años pasaron y mis libros de historia griega fueron reemplazados por libros de ciencia ficción, comedia y romance. Aunque de este último tema, todo mi conocimiento provenía de los mismos cuentos y libros que tanto admiraba, puesto que no había tenido ninguna persona a la cual ofrecerle lo que le podía dar en los temas de amor.

A mis 20 años, me la pasó estudiando y viendo que hacer con mi futuro, ganándo estrés y mucha, mucha ansiedad.

Sin embargo, una noche, estaba en la ensoñación como siempre, con escenarios grises y aleatorios. Cuando las paredes de mi sueño fueron rasgadas y destrozadas. Para encontrarme en los pies de una montaña, sabía que esto no era normal.

En la montaña pude ver de espaldas a un hombre. Este poseía un manto negro que lo cubría todo. Solo podía escuchar su llanto.

Más no me acerque, todo esto, no me sabía bien. Sea donde sea que estuviera, me seguía recordando que estaba dormida.
Pero como no alterarme cuando yo misma observé cómo mi pequeño escenario de sueño fue desintegrado hasta aparecer en este prado gris y verde. Justo a los pies de esta montaña. A los pies de este hombre.

El hombre no dejaba de llorar, pude acercarme unos pasos más y note como debajo del manto había sangre.

El hombre encapuchado estaba herido.

--No viviré mucho más. Mi tiempo terminó. Tuve una larga y emocionante vida. Llena de aventuras y leyendas que pude formar. Ahora con lo poco que me queda, llevaré este mensaje a todos lo que aún lleven el gen que poseo. Mis días están contados pero los de mi especie no. Avancen a la oscuridad hijos míos, conozcan su lugar en el mundo sobrenatural. Nosotros somos grishas. Una especie dominante perteneciente al mundo de las sombras, seres con inmenso poder. Existen 3 clasificaciones de grishas, averiguen cuales son ustedes hijos míos. Cada día oyeran mi mensaje, Cada día les revelare un poco más de lo que son. Hagan lo que hagan, solo no terminen como yo.

Su cuerpo levemente se volteo, dejándome ver su piel pálida y sus ojos granito. Ese hombre tenía una belleza increíble, aunque sus ojos yacían de ojeras, dejando en evidencia la cantidad de horas, incluso días, de las que fue privado de sueño. Sus ojos llorosos iban hacia mi dirección, pero sentía que no podía verme.

Me acerqué.

--Señor, mi nombre es Ann, se encuentra bien?

Hubo un silencio como si mi mera presencia no podía ser detectada.

Más allá de los humanos - Paul lahoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora