TV, or not TV

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Los desvelos hasta intempestivas horas de la madrugada, castigando mi maltrecha vista entre amarillentas páginas de vetustos manuales de abogacía, estaban a punto de dar su fruto. Aquello iba a ser pan comido. Otro informe positivo en mi expediente.

- Distinguidos colegas, su señoría -mi voz de barítono propició un repentino silencio-. Lo que voy a proponerles nos puede ayudar a todos.

Y conduje mi alegato en un crescendo digno de las mejores academias, dominando la amplitud de la sala con maestría en el verbo y dignidad en el porte, defendiendo con ardor la idoneidad de mi programa.

Finalicé y me volví hacía el respetable.

Ojos vacuos me devolvieron su mirada.

- ¡Sálvame! -chilló una voz al fondo.

Pronto otras se unieron a la demanda y escasos segundos después una intensa algarabía se adueñaba de todo.

El carcelero me sonrió y pulsó el 5 en el mando a distancia.

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