𝐋 - Cuando Lilith se enteró y comprendió que "El Raptor" realmente era alguien por quien preocuparse y temer, comenzó a cuidar de sus hermanos sobre todo y todos, lamentablemente no se cuidó lo suficiente a ella.
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LILITH SE ENCONTRABA en su habitación acostada solo con su torso y piernas en la cama, su cabeza colgaba de esta. Por la mañana había ido a la escuela y le avisaron que había logrado conseguir una beca del cien porciento en una de las mejores universidades de Dallas, estaba emocionada, sí, pero también estaba insegura, no quería dejar a sus personas aquí, no podía dejar a Finney y Gwen con el agresivo de su padre, no permitiría que les pusiera una mano encima.
— ¡Lilith, bajá ahora! — Hablando del rey de romas.
Lilith siguió la orden de su padre enseguida, sabía que le esperaba y si tardaba sería peor. Al llegar a la cocina pudo ver a la castaña con los ojos rojos y a Finney con cara de recién despertado, probablemente por los gritos.
— Gwen, Ney, vayan con la vecina — Les ordenó a sus hermanos.
— Pero, Lili… — Intentó protestar la castaña.
— Gwen, por favor — Dijo logrando que salieran de la casa, antes de que El Raptor llegará los mandaba a comprar algo a la tienda más lejana, pero ahora no podía arriesgarlos.
— ¡Esa maldita niña! ¡hizo que la policía fuera a mi oficina! — “Explico” su padre el porque de su enojó.
— En tu miserable vida quiero que te vuelvas a dirigir así hacia Gwen, ni mucho menos que siquiera le provoques una sola lágrima — Ordenó la pelirroja en un tono de advertencia; desde hace un tiempo había descubierto que era la única que podría poner a su padre en orden, pues era la viva imagen de su madre, quien siempre fue la debilidad de el hombre.
El castaño empezó a acercarse lenta y peligrosamente hacia la pelirroja y le soltó una rápida cachetada, jamás le había puesto una mano encima por la misma razón, pero Lilith sabía que eso no duraría para siempre; antes de que su padre le diera otra cachetada ella todo con fuerza su mano, siempre fue fuerte y está vez no estaba dispuesta a desperdiciar la oportunidad de poner en su lugar a el hombre.
— Te lo voy a repetir una sola vez, así que no me hagas repetirlo, — Advirtió mientras apretaba con más fuerza la muñeca del hombre — en lo que resta de tu miserable, asquerosa e inservible vida no quiero que vuelvas a tocar ni a Gwen ni a Finney, si lo haces, porque ten por seguro que me enteraré, yo misma te cortaré las manos, si les provocas lágrimas te arrancaré los ojos, y si les gritas te coseré la boca. ¿Entendiste? —.
El hombre no pudo contestar nada, estaba petrificado del miedo, la viva imagen de la mujer que amaba lo amenazaba con torturarlo, y eso era la peor cosa que jamás se había imaginado.
— ¡Te dije que si me entendiste! — El hombre permaneció callado, fue entonces que la poca paciencia de la chica se marchó, jaló la mano de su padre y la puso sobre la barra de la cocina, abrió un cajón y saco un cuchillo, y sin que el hombre pudiera siquiera pensar en lo que su hija hacia esta clavó el cuchillo en medio del dedo pulgar y el índice, quedando profundamente enterrado en la madera — Te lo volveré a pregunta una sola vez, ¿entendiste? —.
El mayor está vez asintió desenfrenadamente; Lilith salió de la casa en busca de sus hermanos, cuando por fin estuvo con ellos, después de unas cuantas mentirillas hacia Agnes, su vecina, se dirigieron a la heladería.
— Lili, ¿segura que estás bien? — Finney tocaba con cuidado la ya notable rojazón en su mejilla, la mayor se quejo un poco cuando esté presionó lo suficiente como para que le volviera a doler — perdón —.
— Estoy bien, solo le tengo que poner hielo —.
— Oh, ¿hablas de este hielo? — Gwen le embarró su helado por toda la mejilla, así empezaron entre los tres una sucia y nada igualitaria guerra.
Esa noche se convirtió en uno de los mejores recuerdos para ellos, quien, sin saberlo, les esperaba el peor de los destinos.
A la mañana siguiente se encontraban dirigiéndose hacia la escuela de Finney y Gwen ya que Lilith siempre los acompañaba para asegurarse que no les pasará nada, ahora también los acompañaba Robin, el mejor amigo de Finney.
— Ney, ¿ese no era el chico que estaba en tu partido? — Preguntó la pelirroja tras ver un cartel nuevo.
Los niños miraron hacia la dirección en la que observaba la mayor. — Sí, era del equipo contrario — Finney observaba aturdido el papel, no lo conocía mucho pues solo habían intercambiado pocas palabras, pero sabía que era un buen chico, definitivamente no se merecía eso.
— Avancen, rápido — Ordenó Lilith, no quería que ellos siendo tan pequeños pensaran en eso. — Gwen, ¿irás hoy con tu amiga? —.
— Sí, es viernes así que — Dejó la frase al aire, todos habían entendido.
— Bien, no salgas de ahí amenos que sea en compañía de un adulto. — Dirigió la vista hacia el castaño. — Ney, ¿harás algo hoy? —.
— No, me quedaré… —.
— Vamos a ver una película en mi casa después de la escuela — Lo interrumpió el de cabello largo.
— Bien, vean Masacre en Texas, es buena; Gwen, yo te llevó con tu amiga —.
El resto de día transcurrió con normalidad, Lili dejó a sus niños en la escuela, aunque pudo comprobar que Robin era buen peleador, definitivamente podía confiar en el; después se dirigió a su instituto, dónde paso todo el tiempo con Hanna, su novia.
Al salir de la escuela se reunió con sus niños nuevamente donde Gwen le informó que su querido hermano había logrado sentarse con la chica que le gusta.
— Donna, Donna — Se burló Gwen, mientras daba pequeños brincos.
— Debo admitir que me sorprendes, Ney, jamás creí que lograrás siquiera hablarle sin tartamudear — Continuó la burla la ojiazul. Ante este comentario Robin dió una buena risa, ganando una mirada enojada de su amigo.
— Oh, por cierto, ¿cómo vas con Hanna? ¿lograste besarla sin ponerte como un tomate? — La cara de Lilith se torno del color de su cabello, ¿qué tan vergonzoso era que tu hermano menor se burlara de ti enfrente de su mejor amigo?.
— Cállate, tonto — Lo miro con enojó y le dió un leve sape, logrando despeinarlo un poco; así continuaron el camino, con risas y burlas, y también con poca participación de Robin pues la presencia de la mayor lo ponía nervioso.
Al tiempo llegaron al lugar donde se separarían. — Finney, por favor, cuídate, quieres — Le dió un beso en la cabeza para después dirigirse hacia el moreno. — Robin, cuídalo, y también cuídate a ti, ya eres uno de mis niños, y a mis niños no les puede pasar nada — A comparación de Finney solo le despeinó el peló, logrando un sonrojo del niño, definitivamente era su crush imposible.