Hablando en sueños

Déjame cogerte la mano

Habían pasado tres meses desde Mount Weather. TonDC estaba casi reparado completamente y parecía mucho más fuerte que antes. Gracias al plan de Raven, se había vuelto una ciudad que no podría ser destruida ni con fuego. No completamente, por lo menos. La cabaña de la comandante estaba en lo alto de una colina, y hecha de tal manera que solo se podía acceder con la huella de Lexa. Aparentemente la tecnología era la debilidad de los terrestres porque era la cuarta vez que Clarke le estaba explicando a Lexa como abrir la puerta.

"Solo tienes que poner tu pulgar sobre el escáner y esperar a que la luz se ponga verde. Si llevas guantes o las manos tapadas no funcionará." Explicó Clarke, y rodó los ojos.

Lexa miraba fijamente al escáner. "¿Qué pasa si uno de mis guerreros quiere entrar y no puede? ¿O si mis manos están cubiertas de sangre?"

Clarke resopló y apretó la mandíbula, entonces recordó que Lexa le había enseñado a ella a cazar. A pesar de que no era muy hábil con un arco. O una lanza. O una espada. Eran sorprendentemente pesadas y aun así los terrestres las usaban con gracia y elegancia. Hasta Octavia. Clarke se conformó con un cuchillo. "No te tienes que preocupar por la sangre o la suciedad, mientras tengas el dedo seco. No deberías tocar el escáner con él mojado. Y si alguien te busca, tendrá que tocar el timbre."

Lexa asintió, Clarke ya le había dicho eso. "¿Pero cómo funciona el timbre?"

"Entra." Clarke le indicó con un pequeño empujón. Era divertido enseñar cosas a la comandante. Y sobre todo ver lo confundida que estaba.

Lexa escaneó la huella de su dedo y entró, la cabaña estaba vacía pero bien iluminada. Había una gran ventana en el techo que permitía que la luz del sol entrase de día y la de las estrellas de noche. Lexa estaba alucinada e incluso alabó el trabajo de Raven.

"Ahora cierra la puerta." Explicó Clarke y observó como la gran puerta metálica se movía. La cabaña de Lexa era definitivamente segura. No necesitaría un guerrero a su lado todo el tiempo. Clarke pulsó el timbre. Ya se lo había enseñado a Lexa y a sus guerreros, y a pesar de todo parecían haber entendido cómo pulsar un botón.

Lexa, que estaba en el interior, escuchó el sonido. No era demasiado alto o molesto. Suficiente para indicar que alguien estaba fuera. A pesar de ello, Lexa pensaba mantener la puerta abierta durante el día para permitir que quien la necesitara no tuviera problemas llegando hasta ella. Abrió la puerta. "Mochof." Dijo e inclinó la cabeza en señal de respeto.

"De nada." Respondió Clarke orgullosa. Había pasado mucho tiempo hasta que había conseguido derribar parte de los muros que Lexa había creado a su alrededor pero parecía que estaba haciendo algún progreso. Poco a poco. "¿Quieres ver lo que ha hecho Raven con la cabaña de los curanderos?"

Lexa sonrió. Clarke solo le había visto hacerlo cuando estaban solas. "Sí. Creo que debería volver a agradecer a Raven todo lo que ha hecho."

"Le encanta poder ser útil." Declaró Clarke. Se alejaron de la cabaña de la comandante y bajaron hacia la nueva cabaña de Nyko. Habían encontrado en el interior de Mount Weather muchas plantas y medicinas que pensaban compartir entre los terrestres y la gente del cielo. A pesar de que había un poco de tensión, estaban trabajando en ello. La anestesia seguía siendo escasa, por lo que Clarke había decidido que las cirugías importantes solo serían llevadas a cabo por Abby.

Además, Raven, Monty y Wick habían encontrado dos todoterrenos antiguos y los habían reparado. Uno para Skaikru y otro para Trikru. La mayoría de los terrestres seguían utilizando caballos, pero esta era la manera más rápida y segura de transportar a los heridos. La siguiente misión de Clarke era enseñar a Lexa a conducir.

Lexa abrió la puerta de madera de la cabaña de los curanderos. Había un par de camas en una esquina para pacientes que necesitaran constante supervisión. Algo que no habían hecho hasta ese momento. Y en vez de cuchillos afilados y sucios, ahora tenían pequeñas cuchillas brillantes. Clarke había explicado todo a los curanderos lo mejor que había podido. Había también una mesa de metal para tratar a los pacientes. Y unas cuerdas de cuero para atar a los guerreros que no se mantuvieran quietos ni con cuatro personas sujetándoles.

Lexa examinó con orgullo la cabaña, sonriendo al niño que había sentado en una de las camas con los ojos llenos de curiosidad. Le preguntó alfo en trigedasleng y Clarke observó como el pequeño se sonrojaba y jugueteaba con las trenzas de Lexa. Clarke se sorprendió al sentirse celosa de repente, también queriendo tocar las trenzas de Lexa.

"Ste yuj." Dijo Lexa.

Clarke lo entendió. Sé fuerte. "¿Va a estar bien?" Preguntó en voz baja.

"Sí." Confirmó Lexa. "Estaba jugando con otros niños y al caerse se ha golpeado la cabeza. Está esperando a que sus padres vengan a recogerle." Los ojos de Lexa examinaban la cara de Clarke como si estuviera contemplando algo pero no supiera como preguntarlo. "Mañana vamos a celebrar una fiesta. Para la gente del cielo. Por habernos ayudado a reconstruir TonDC. ¿Te gustaría acompañarme?"

Clarke no estaba segura si Lexa le estaba haciendo esa pregunta como una cita. O si era una invitación de amabilidad. Solo había visto guerra de parte de los terrestres hasta ese momento. Pero estaba lista para ver la paz. "Sí." Dijo simplemente. "¿Está mi gente invitada?"

"Por supuesto." Lexa respondió. "Puedo dejarte un caballo para que vayas a tu campamento ahora mismo."

Clarke sonrió. "Tengo una idea mejor. ¿Tienes algo que hacer?"

Lexa miró a su alrededor. Había niños jugando. Adultos trabajando y preparándose para la fiesta. Un grupo de gente del cielo estaba conversando al lado de una hoguera. "Tengo todo el tiempo del mundo."

Clarke guio a Lexa al todoterreno que había aparcado fuera de TonDC. "Llegaremos mucho más rápido y estaremos de vuelta antes de que se haga de noche." Le indicó a Lexa. Clarke se subió y abrió desde dentro la puerta del copiloto. Le parecía divertido que los terrestres no tuvieran miedo a las guerras pero les dieran pánico los coches. Clarke arrancó al coche, el motor rugió. Hizo todo lo que Raven le había enseñado. Presionó el acelerador y el coche se puso en marcha, haciendo que Lexa agarrara la empuñadura de su espada.

"Clarke." Siseó Lexa. "Preferiría haber ido andando."

Clarke se rio. "Sé lo que hago." Se inclinó hacia el asiento del copiloto y juró que vio los ojos de Lexa fijarse en sus labios antes de coger el cinturón y abrocharlo suavemente.

"¿Qué estás haciendo?" Preguntó Lexa cautelosamente. Sentía que Clarke la estaba atando.

"Impedirá que te balancees de un lado a otro." Explicó Clarke. "No te preocupes, ¿vale?" Apretó con un poco más de fuerza el pedal y apoyó la mano en la palanca de cambios. Se había acostumbrado a conducir y le relajaba. Lexa, en cambio, estaba tensa, tenía la espada agarrada con tanta fuerza que los nudillos se le estaban poniendo blancos. "No puedes luchar con una espada contra un coche."

"Sí que puedo." Respondió Lexa confiada. Podía, ¿verdad? Un bache en la carretera hizo que Lexa se agarrara a la mano de Clarke y cerrara los ojos con fuerza.

Clarke no sabía cómo sentirse con una mano de Lexa sobre la suya. Pero cuando giró la muñeca para entrelazar sus dedos con los de Lexa, la comandante entró en pánico y se separó rápidamente. "Déjame cogerte la mano." Murmuró Clarke. "No eres débil."

Lexa tragó saliva, sentía la garganta seca. Analizó sus palabras y decidió que Clarke tenía razón. Deslizó su mano en la de Clarke y entrecruzó sus dedos. Lexa no hubiera permitido que eso pasara si no hubieran estado solas. Pero había estado al lado de Clarke desde que habían vuelto de la guerra y Lexa estaba siendo respetuosa con su decisión de no estar lista todavía. Lexa era una persona muy paciente.

Y en vez de sentirse débil, Lexa se dio cuenta de que el simple acto de coger la mano a la líder de la gente del cielo le hacía sentirse más fuerte.