CAPITULO TREINTA Y TRES - RAFAEL

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1 de octubre del 2018

Siempre me han gustado los lunes, pero después de pasar el fin de semana con Laura y Jacobo, me hubiese gustado que los fines de semana tuviesen un día más. Necesito otro día sintiendo a Laura a mi lado al despertar.

Ir al Instituto Gutenberg me gusta, sobre todo, porque tengo a Laura conmigo en clase. Pero poder estar con ella sin estar pendiente de que se le lancen los lobos encima y además con Jacobo a mi lado, es mucho más agradable.

Después de verificar que el edificio de Laura sigue bajo vigilancia y el instituto y nuestro piso no, decido que ya era hora de hablar con Santiago. Deberíamos de estar preparados por si hay que esconderse y huir rápidamente. Odio tener que volver a dejar mi vida otra vez atrás.

- ¡Cuñado! - me saluda Santiago cuando descuelga el teléfono.

- Perdona, no me quedan más cabinas cerca de casa – me disculpo por llamarlo de la misma cabina que la primera vez.

- ¿Ha pasado algo? Además de todo lo que me has enviado del proyecto, es increíble lo que has avanzado tú solo.

- Mi compañero me ha ayudado mucho – digo teniendo cuidado de no decir nombres.

- Aun así, estás trabajando a un ritmo increíble.

- Intento mantener mi mente ocupada – le digo quitándole importancia.

- ¿Puede qué una persona que conozco bien tenga la culpa de que quieras mantener tu mente ocupada?

- Sí, me tiene loco – me sincero.

- La enfadaste mucho – me contesta él.

- Pero no fue con esa intención – me defiendo sabiendo que él me entendería.

- Aun así, la has cabreado y ya sabes lo terca que es, hasta que no pasen unas semanas no se le quitará el enfado.

- Pues tendré que aguantar como un campeón a que pase el temporal. Aun así, hoy me ha dejado más espacio, hay otro chico en medio y no sé si esto acabará bien para mí o no. Al fin y al cabo, ellas son las que eligen – le digo un poco triste.

- ¿Me llamabas para hablar de ella? - me pregunta extrañado.

- Creo que la están vigilando. Ayer vi a alguien escondido esperando cerca de donde nos vimos la primera vez – espero que entendiese el mensaje.

- ¿Algo más? – pregunta exigente.

- Los demás puestos están libres.

- Pasé a ver al hijo de Cruella de Vil – me dice dando a entender que había ido a hablar con mi primo.

- Pues has despertado a las fieras. Lo de que tengas cuidado, no lo entendiste bien, ¿verdad? – le digo un poco irritado.

- No te enfades, cuñado. No lo hice con mala intención – se disculpa.

- No me enfado, pero ten preparado todo el plan, yo te dejé todo en la Dark Web para que también pongas en práctica el mío. Tú te harás cargo de eso y yo del trabajo de campo. Pero ten mucho cuidado. Verifica que esté limpia tu zona.

- Tranquilo, ya tomé medidas desde que hablé contigo la primera vez.

- ¿Sacaste algo claro del hijo? - le pregunté con curiosidad.

- Él está con ella, pero que no sé si es lo que quiere o por obligación.

- Entendido. Dejemos de investigar esta semana para no levantar más sospechas. Me llevo a la princesa a mi castillo por unos días – le digo, dándole a entender que me llevo a Laura a nuestro apartamento.

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