Carta 12. Cinco horas después

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Amiga:


Han pasado solo unas escasas horas desde nuestra última conversación. En ese tiempo he dormido poco, bebí algo de agua y comí un poco de arroz e increíblemente, me siento mucho mejor. Terminaré de relatarte el fin de la humanidad y luego saldré al encuentro de lo que me espera afuera del domo.

No necesito dar más rodeos, te he dicho casi todo y puedo asegurar que ya has adivinado mi secreto: fui el único en obtener el "maravilloso" elixir de la vida eterna. La noticia nunca fue de mi agrado, ni aun en los primeros días porque me convertí en el torturado objeto de investigación de Olga. Llegó un punto en el que dejé de ser para ella un colega o un amante, ya ni siquiera era un ser humano, era simplemente la anomalía que buscaba repetir a cualquier costo. Un costo que significó mi dolor y mi encierro en uno de los más crueles laboratorios que ha existido jamás.

Pero Dios existe o eso creo, porque todos sus esfuerzos fueron en vano, jamás encontró esa síntesis perfecta del suero que lograría detener el tiempo de los pocos seres humanos que para entonces seguían con vida. Y lo peor fue que a largo plazo, el suero perdía propiedades o para explicarlo de forma simple, el cuerpo del sujeto en el que era suministrado se acostumbraba a él y su efecto iba disminuyendo. Así fue como todos volvieron a envejecer, algunos a un ritmo vertiginoso, como si la naturaleza estuviera cobrando a un alto precio el engaño con el que se le quiso timar.

Al ver esto, Olga y la Corporación, siempre dispuesta a obtener beneficios hasta en los momentos de crisis, ofertaron un nuevo servicio. Este incluía albergue en el domo, pero no cualquier alojamiento, su idea iba más allá. Para empezar los cuerpos se preservarían por medio de criogenia, congelados en espera de que el suero de Olga fuera perfeccionado y les permitiera alcanzar la vida eterna. La promesa con que les vendieron esa idea fue que al despertar se encontrarían en una ciudad protegida del inclemente exterior, de los grupos guerrilleros que seguramente para entonces ya habrían perecido y por supuesto, de la hambruna pues esta ciudad estaría provista de todo lo necesario para subsistir por los años que les costara adaptarse a su nuevo entorno.

También se preservarían en el domo invaluables obras de arte, tecnología y tantos otros objetos que darían buena cuenta de lo que fue el ingenio humano bien encauzado. Al despertar, esos clientes "bendecidos" por la Corporación tendrían un entorno no solo seguro sino agradable y diseñado para su satisfacción. Sin embargo, lo que obtuvieron fue muy distinto, pagaron fortunas enteras solo para obtener una fría y metálica tumba, precedida y antecedida por otras más, en una larga y siniestra hilera que solo muestra a través de una ventanilla redonda unos rostros inalterables que hace tiempo no me atrevo a contemplar. La versión más bizarra del cuento de Blancanieves, solo que en esta historia nadie podrá despertarlos.

La última en entrar en ese estado inducido fue Olga, siguió su investigación hasta el final, hasta que las fuerzas se le fueron y la desesperanza la hizo comprender que todo estaba perdido, que jamás sería recordada por nadie más que no fuera su leal amante. ¡Pobre e ingenua Olga! Lo único que logró al final fue merecer mi odio y mi más entrañable desprecio.


Siempre tuyo, Hans 

Cartas desde el Fin [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora