Impulso

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Me diste una nueva fuerza, la ligereza y las ganas de vivir.

Me hiciste consciente de que había más que podía dar.

Perdí la cabeza, perdí el control, entregué mi cuerpo y mi alma

Cambié mi mundo para vivir esta locura de amor.


Nuevamente un beso, con la misma intensidad de antes.

Si no estaba equivocado, ella realmente quería pasar al siguiente nivel.  Notó cierta desesperación en sus besos. ¿¡Donde había aprendido eso?! Esas amigas suyas deben ser algo de mala influencia. Tal vez se ocupaba leyendo demasiada literatura erótica en el mall de ciudad Trigal.  O en su defecto, era meramente su deseo e instinto de sentirse amada.

Instinto. Esa era la palabra.

Envueltos en una nube de feromonas, el domador de dragones no perdió tiempo y abrazó de nuevo a su pequeña dama, levantándola y llevándola hacia su cabaña mientras sus labios se juntaban apasionadamente, a lo que Yellow respondía tomándolo de la camisa.

Su cabaña era sencilla, con una cama, algunas sillas y un cajón con todas sus cosas, pero esto no impidió que siguieran su camino.

Tras asegurarse de cerrar la puerta, la depositó suavemente entre las sábanas, mientras sus labios seguían unidos. Ella es tan frágil en sus brazos que siente que un movimiento en falso podría arruinar el momento.

Aunque sabe que sus poderes se igualan a los suyos y su fuerza física no es tan poca, ya que después de todo ha librado batallas duras junto a los demás Dexholders, procura ser gentil, al mismo tiempo que deja que sus deseos tomen el control.

Las manos de Lance ahora no solo limitan a tocar su cabello, ahora están por todo su cuerpo. Yellow ya es una señorita, sin embargo, tanto su estatura como sus atributos nunca pudieron desarrollarse. Aun así, esa es la chica que a él le gusta, y no la cambiaría por nada.

Ella no puede evitar notar esto, y de la misma forma explora el enorme cuerpo del campeón. Puede sentir sus músculos debajo del uniforme del clan dragón y una extraña presencia ente sus piernas.

Sus rostros están sonrojados, muy, muy cerca, pueden sentir la respiración uno del otro de nuevo, a expectativa de lo que pueda suceder.

-Yellow, espero que también me perdones por esto, ya no puedo detenerme. -Lance habla casi entre jadeos, sin el pudor de hace unos minutos.

El tan esperado momento había llegado.

-Por favor continúa- susurra la rubia, sonrojada.

Ahora que tiene luz verde, el corpulento campeón se pone en cuclillas para comenzar por quitarse la capa, mientras ella se sienta para ayudarlo a desabrochar su uniforme. Yellow ahora tiene vista completa del misterio detrás; un abdomen marcado, mordidas y cicatrices, adquiridas tras una vida de entrenar con dragones.

Es el turno de la rubia, a la que Lance ha despojado de su coleta para dejar mostrar una larga y hermosa cabellera. Al abrir su camisa, es exactamente como pensaba, un par de pequeños pechos, posando sobre su delicada piel.

Lance se toma un tiempo para sentir y admirar su pequeño cuerpo. Pero, definitivamente no sabía mucho sobre esto.

Un hombre solitario y ocupado con sus deberes de campeón no tiene tiempo para pensar en situaciones así, y su única fuente eran indecencias que escuchaba en los pasillos de la liga.

Por otra parte, Yellow sólo tenía conocimiento gracias a chismes que Blue y Crystal le contaban ocasionalmente.

Sin embargo, ambos decidieron dejarse llevar por el calor del momento y sus instintos.

Lance comenzó a pasar de besar su boca a su cuello, lo que causaba que Yellow se estremeciera mientras bajaba más y más, dejando un rastro por sus clavículas y pechos. Ella podía sentir sus pronunciados colmillos rozando suavemente su piel.

Si bien no conocía mucho, algo que sonaba lógico en su cabeza es que debería de complacerla y estimularla para hacer la experiencia aún mejor.

No dijo nada, solo continuó bajando hasta llegar a sus partes íntimas.

Un poco de pudor regresó a Yellow, y sonrojada miró como Lance separaba sus piernas para descubrir el misterio detrás. En un momento estaba contemplando su piel externa y mojada, y al siguiente su lengua ya estaba situada sobre ella.

Sintió un escalofrío en toda su espalda que finalmente se alojó en su vientre. No había ninguna sensación a la cual pudiera compararse. Solo cerró los ojos y exhaló.

Con determinación comenzó a saborear su jugosa y suave intimidad, paseando su lengua de arriba a abajo, la jovencita dejaba escapar pequeños gemidos, a pesar de intentar ahogarlos con sus manos. Esto sólo encendía más la pasión del pelirrojo, quien había encontrado el punto perfecto para hacerla disfrutar.

-Lance...

El suave susurro salió de su boca. Para él era tan raro. Nunca imaginó su nombre siendo pronunciado por ella de una forma tan erótica.

Siguió con su labor, tocando, besando y lamiendo, mientras escuchaba como su respiración se agitaba y sus partes íntimas se ponían aún más húmedas. A su vez, el sentía como propia entrepierna ardía y se tornaba dura como piedra.

De cierta forma ambos estaban impacientes, a la expectativa de lo que podría pasar después, pero él estaba demasiado empeñado en complacerla.

-Ah, ¡Lance!

Con éxito estaba logrando su cometido. La chica de cabellos rubios jadeaba con intensidad. Arqueaba la espalda y sus piernas temblaban, con ímpetu lo tomó de la cabeza con sus manos, presionándolo contra ella. La sensación de sus colmillos rozándola le erizaban aún más la piel. 

Hasta que finalmente, apretando sus piernas contra él, llegó al clímax, gimiendo y exhalando profundamente.

Este sonido fue para Lance exquisito, mientras sentía algo cálido escurrir sobre su boca.

Levantó la mirada. Su pecho se movía arriba y abajo rápidamente. Lance se acercó a su rostro, estaba rojo y caliente. La respiración entre ellos parecía vapor caliente.

Yellow se tomó un momento para observarlo. Sus pupilas anaranjadas tenían una apariencia ígnea. Por fin podía ver sus filosos dientes en su boca entreabierta. Su cuerpo fornido comenzaba a sudar. Todas esas cicatrices y marcas, cada una de ellas tiene una historia, que nunca habría sabido si no lograba verlo... Así.

Posó la mirada sobre sus partes bajas. Un bulto muy notable se formaba abajo. No pudo resistir la curiosidad.

-Podríamos... Pasar al siguiente paso. Si tú quieres.

La miró con preocupación.

-No sé si pueda seguir... Yellow... Eres tan pequeña. Tengo miedo de romperte.

No quería hacerle daño. Había quedado claro desde que prefirió perder la batalla contra la falsa Yellow de Petrel, solo por no lastimar a la aparentemente delicada jovencita.

Yellow, con el corazón acelerado y el libido hirviendo, estaba segura de lo que quería hacer. Recorrió la espesa cabellera de su acompañante con los dedos y puso una mano en su mejilla.

-Me encantaría que me rompieras.

El corazón de la bestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora