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Me levanté de la cama muy despacio con la intención de no despertar a Rafael. He de admitir que cuando me desperté y encontré su cara frente a la mía con expresión de tranquilidad, me resultó adorable y no me invadió aquella sensación de repulsa con arrepentimiento a la que estaba más acostumbrada.

 He de admitir que cuando me desperté y encontré su cara frente a la mía con expresión de tranquilidad, me resultó adorable y no me invadió aquella sensación de repulsa con arrepentimiento a la que estaba más acostumbrada

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—Boungiorno peincippesa.— dije al ver que había fracasado y él estaba abriendo los ojos. Había aprendido esa frase viendo "La vida es bella" y me pareció el momento idóneo para soltarla.

—Me acabas de llamar princesa.— sonrió y a continuación empezó a bostezar.—Buenos días.

—Voy a casa de los niños perdidos.— empecé a cambiar el pijama por la ropa que había dejado preparado la noche anterior, de espaldas a él, ya que todavía no estaba tan cómoda. Una vez me vi en el espejo tan solo con la poca luz que entraba a través de la persiana, me di cuenta de que no me apetecía ponerme aquella camiseta holgada de rayas; me sentía bien conmigo misma y con mi cuerpo así que decidí cambiarla por un top ajustado negro que tenía un dibujo de un patito con una navaja, seguía quedando bien con mis pantalones con cadena en la cadera y las air force blancas.

—Necesitaré unas llaves de la casa.— me alegra que él se diese cuenta porque a mí ni se me había pasado por la cabeza, era irónico que ambos perteneciesemos a las dos de las organizaciones criminales más prolíficas del país y aún así nos preocupasemos tanto de la seguridad de nuestra casa, debe ser cierto aquello de "cree el ladrón que todos son de su condición".

Fui hasta el comedor y rebusqué en uno de los cajones del mueble, entre pilas y bolsitas de regalo, había una copia de las llaves de casa que nunca había entregado a nadie.

—Esto es un paso importante.— bromeé al dejarlas en su mano.

—¿Más que estar prometidos?— asentí.— En ese caso, me siento alagado.

—Tengo que irme ya.—no es que me invadieran las ganas de presentarme allí y continuar dando explicaciones, preferiría quedarme allí tratando de colocar todo lo que había traído él de su casa.—Tratadle bien ¿eh?— me dirigí a las perras. Tormenta vino hacia mí para que la acariciase, pero Sombra soltó un bufido y fue hacia la cocina.

 Tormenta vino hacia mí para que la acariciase, pero Sombra soltó un bufido y fue hacia la cocina

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—Tranquila, nos llevaremos bien.— noté en su voz que no lo tenía tan claro, solo esperaba no encontrarme su cadáver mordisqueado cuando llegase a casa.

—Arrivederci.— le besé rápidamente antes de darle oportunidad de criticar mi acento y salí por la puerta.

Según bajaba las escaleras empecé a oír un montón de pitidos, insultos y barullo en general. En medio de la carretera frente a mí portal estaba Poe esperándome.

—Muévete, hijo de puta.— gritó el hombre que estaba en la fila de cinco coches que se había formado tras el de Poe. La calle era demasiado estrecha y no podían adelantarle, de modo que los tenía ahí parados.

Vi cómo se bajaba del coche con toda la calma, primero quitó la matrícula de delante y después la de atrás rápidamente, mientras tanto no paraban de apremiarle para que dejase paso.

—Poe, vámonos por favor.— no sé ni cómo me atreví a dirigirme a él en ese estado, aunque por fuera permaneciese estoico, yo sabía que estaba a punto de terminarse su paciencia.

—Sube al coche.— sacó una navaja de más de 25 centímetros, de modo que no me paré a discutir y entré en el vehículo. A través del retrovisor, vi cómo iba pinchando todas las ruedas de los coches que tenía detrás, empezando por el último para que los demás no pudiesen huir.—Llegas cinco minutos tarde.— dijo antes de arrancar, wn realidad solo llegaba dos minutos tarde pero no iba a llevarle la contraria.

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⏰ Última actualización: Aug 30, 2022 ⏰

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