Despedida.

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Gavito:

Me levanté antes de que sonara mi alarma, abrí lentamente los ojos y miré a mi alrededor, hoy sería un día largo, esperaba que lo fuera. Me levanté, fui directamente al baño, me vi al espejo y aunque me sentía feliz, tenía una sensación de melancolía que me invadía de a poco, desde ayer lo sentía, pero decidí ignorarla y ahora se ha ido acrecentando.
Me bañé hundido en mis pensamientos, salí, me puse lo primero que encontré y tomé las llaves de mi auto.

Este era el último día que estaría junto a la dama que por años se ha adueñado de mis pensamientos y de este corazón que, muchos pensarían no existe o no siente, pero es más apasionado de lo que a veces la gente, e incluso yo, se puede imaginar.

Llegué temprano, como de costumbre a la empresa, me fui directo al camerino a cambiarme, ya sé que siempre uso traje, pero el de esta ocasión debe ser especial, no solo porque es la final.

- Buenos días, Arturo.

Escuché detrás de mí.

- ¡Ah! ¡Buen día! - respondí dándome la vuelta para ver a Horacio entrar a la habitación, cerrando la puerta.

- ¿Cómo te sientes? ¿Estás preparado?

Miré el espejo.

- Horacio, sinceramente no tengo idea de que voy a hacer después de esto.

- Pues grabar, Master Chef, querido.

- ¡NOOOO! No me refiero al proyecto, me refiero a, ya sabes, a ella.

- Pues eso dí, uno no es adivino, pero ¿Pueden seguir viéndose, no? No creo que ella se niegue a salir, hablar contigo, por Dios, Arturo, sabemos lo mucho que te ama esa señora.

- Habla más bajito, que las paredes tienen oídos. Pues sí, pero, a veces temo que distanciarnos nuevamente solo haga que ella se acerque más a -tomé aire- Elías.

- Ay, manito, si tú la buscas, le demuestras interés y sigues haciéndolo todo como hasta ahorita, dudo mucho que eso pase, pero deja de pensar en que algo puede interponerse entre ustedes, no vuelvas a cometer ese error, tus miedos y los de ella, pausaron algo que ahorita podría ir todavía mejor.

- Ya sé, la amo tanto que me da miedo perderla.

Tocaron a la puerta.

- ¡Arturoooo! ¿Puedo pasar? Hay que iniciar tu prueba de vestuario.

Rogger había llegado, era hora de pausar este tema, ese hombre ya sabía demasiadas cosas...

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(Flashback)

- Vas a tirar el maldito espejo - ahogué sus palabras con un beso mientras la empujaba al tocador y tomaba sus muñecas con mis manos.

- No hables más - dije murmurándole entre el beso - te quiero en silencio - continué besándola, sentía que algo en mi corazón y tal vez algo un poco más abajo, estallarían en cualquier momento.

Solté una de sus manos, la cual llevó hacia mi pecho y lentamente fue bajándola, levantando mi camisa.
La tomé por la cintura y la presioné hacia mí, solté su otra mano, me tomó suavemente por la nuca y yo levanté su blusa para acariciar la piel de su abdomen.

- Arturo - gimió en voz baja - esto está mal - besé su cuello.

- Me encanta lo que está mal - la besé con tanta fuerza, que juraba que nuestros labios se fundirían en una sola.

No aguantaba más, estaba a punto de ...

- ¡BUENOS DÍAS, CARI...OH MY GOD! ¡PERDÓN! ¡YO NO VI NADA! - Rogger, mi vestuarista, entró como un alma endemoniada aventando la puerta y al ver semejante escena, intentó salir rápidamente, acto que interrumpí, soltando a mi acompañante y tomándolo intempestivamente del brazo.

- ¡Tú no viste nada! ¡¿Me entiendes?! ¡Ni una sola palabra de lo que acabas de ver!

Ella se levantó, se acomodó la ropa y se acercó lentamente a Rogger.

- Escúchame bien, nadie puede saber que Arturo López Gavito y Lola Cortés estaban haciendo lo que viste en un camerino de TvAzteca, donde yo me entere o escuche algo, yo misma me encargo de que salgas de esta empresa ¿Te quedó claro?

- Si, Lolita, ustedes no se preocupen, de mi boca no saldrá nada, seré una tumba, si quieren me salgo para que...

- No, aquí ya quédate, sería demasiado sospechoso - dije interrumpiendo a Rogger.

- Si, voy a ver si ya llegó mi gente ¿Viste que llegara alguien? - Lolita lo miró con cierto coraje.

Debo admitir que me encanta verla enojada.

- Ya, mi reina, estaban apenas bajando vestuario.

- Te veo arriba, Arturo - me miró pícaramente y se despidió de mí.

Al salir ella, cerramos la puerta y volví a advertirle a Rogger que no abriera la boca, no iba a explicarle nada, ya no había nada que explicar, tenía todo más que claro y yo no iba a darle las piezas restantes de un chisme de televisora.

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- Adelante, entra - le indiqué.

- Buenas, buenas ¡Horacio! ¡Que gusto!

- Mi Rogger - se abrazaron - que maravilloso es verte. Bueno, los dejo trabajar, voy a prepararme, porque el tiempo vuela. Nos vemos.

Nos despedimos de Horacio, quien salió de la habitación dejándonos en silencio por un breve momento.

- Bueno, querido, hay varios trajes que te vamos a probar para ver cuál te agrada más, ven, mira.

Mientras miraba la ropa, los sacos, corbatas, yo no podía dejar de pensar en aquel momento con Lola dentro de ese cuarto y a la vez, de que en un muy buen rato, esas aventurillas se acabarían, yo no quería que eso terminara, me encantaba aprovechar esos ratos en los que nadie nos buscaba y podíamos desaparecer para hacer de todo, besarnos o simplemente mirarla mientras me contaba diferentes cosas.
Quería quedarme con ella toda la vida.

Perdí la cuenta del tiempo y de los trajes que revisamos, al final escogí uno que me gustaba pues, creía que combinaba con la señora de mi vida, con su oscuridad que a la vez era brillante.

Salí directo hacia el foro y afuera, me encontré a Lola, se veía bellísima, ese labial negro le daba un toque de rudeza, de diosa de la noche, si no tuviera tanta gente al lado, me le aventaría a besarla, me quedé unos minutos mirándola y me acerqué lentamente.

- Señor - ella volteó para abrazarme - se ve guapísimo hoy, muy elegante.

- Señora mía, usted como siempre luce encantadoramente gótica, simplemente hermosa - besé su mano - ¿La acompaño a entrar?

Ella asintió, noté sus mejillas levemente ruborizadas, a la vez le dí mi brazo para que se sostuviera y avanzáramos juntos hacia el foro, saludamos a más gente que nos íbamos encontrando, las miradas cada que nos veían así eran las mismas, pero las ignoraba, ir a su lado era todo para mí y no me importaba nada, yo sabía que esto era un secreto a voces, pero mientras ella y yo no dijéramos nada, no era más que un rumor de pasillo.

- ¡Señor Gavito! - Ana Bárbara se aproximó a saludarme y a abrazar a Lolita.

- Señora, buenas noches, que guapa se ve - Lola me volteó a ver con recelo y le solté una sonrisilla, quería que me cobrara esto de la forma en la que solo ella sabía.

Faltaban escasos treinta minutos para comenzar con la trasmisión, conforme iba pasando el tiempo, Alexander, Yahir, algunos maestros y gente de producción se fueron acercando a saludar, dar abrazos, la nostalgia se sentía en el ambiente y esas interacciones eran diferentes, no solamente significaban la bienvenida a una nueva noche de trabajo, muy en sus adentros tenían un sabor a despedida.

Ella no es mi señora.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora