22 años

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No tenía ganas de salir, no quería ir a la estúpida fiesta de Trevor pero ahí estaba frente a la puerta de la bodega dudando de si entrar o no.

Regresemos un par de horas atrás, estaba en su habitación oyendo aquel nuevo disco de su banda de rock inglesa favorita. Su pie repiqueteando contra la pata de su escritorio al ritmo de la batería y su cabeza balanceándose mientras cantaba y por si fuera poco resaltaba un par de puntos importantes en su libro de literatura latina.

Su paz se vio interrumpida cuando una mano delgada con un desgastado esmalte gris interrumpió su sesión de estudio. Levantó la mirada y volteó la silla encarandola.

—Fiesta en la casa de Trevor está noche, Matt viene por nosotros a en quince minutos, ponte guapo —le guiñó un ojo.

—No voy. — se negó con determinación.

—No pregunto, te aviso.

—No Andy — le repitió.

—Ivaaaan —se lanzó de espaldas al colchón despeinando su coleta verde neón con meses sin retocar mientras reprochaba.

—Andyyyy —la imitó riéndose al final. —no quiero, estamos por iniciar exámenes.

—El lunes, es viernes y se vienen días de estrés, puedes encerrarte a estudiar todo el fin de semana y quejarte de no haber salido o salir y encerrarte con la satisfacción de haber movido tu escuálido trasero. —finalizó arrojándole una almohada. —Anda, no nos dejes a mi y al idiota de Matt. —se levantó dándole un puchero.

—Bien —se puso de pie. —solo porque Horacio, Virgilio y Ovidio se están volviendo bastante aburridos para este punto.

Se puso de pie y se encaminó al baño para ducharse, rápidamente salió. Se metió dentro de unos largos pantalones negros y una playera morada con estampado negro, peinó su cabello intentando que se viera bien, cuando no lo logró optó por ponerse una gorra. Minutos después ambos subieron a la camioneta del rubio de nombre Matt.

El camino hacia la fiesta pasó veloz, dentro de un par de minutos la música se oía cada vez más cerca. La fiesta era en una vieja bodega a un par de kilómetros de la universidad a la que habían llamado "la casa de Trevor" desde hace unos meses atrás cuando el adolescente/ adulto más bien, la había encontrado y había dado una de las mejores fiestas. La puerta debía ser deslizado para abrirla pero no alcanzaba reunir las ganas suficiente para hacerlo.

Sus amigos habían entrado minutos atrás. El había dicho que los alcanzaría después y aunque ellos se negaron a aceptar después de unos minutos se bajaron.

Ahora estaba frente a la entrada debatiéndose si entrar o avanzar hasta un McDonald's o cualquier otro restaurante de comida rápida cerca (en esta situación hasta la tienda sucia y vacía de una gasolinera parecía buena idea).

Reunió el valor suficiente cuando empujó la puerta hacia la derecha y sin pensarlo impulsó su cuerpo hacia adentro golpeando algo a su paso.

—Lo siento mucho —se disculpó tendiéndole la mano ayudándolo a levantarse. —el chico le sonrió haciéndole un gesto con la cabeza.

Iván lo pensó.

¿Podía ser?

Había tomado lenguaje de señas en la secundaria cuando educación sexual parecía una clase demasiado incomoda.

Movió las manos formando frases esperando no equivocarse…

"¿Eres sordo?" preguntó mediante señas moviendo su dedo índice desde el desconocido hacia sus labios y luego a su oreja esperando no incomodarle.

Él asintió, sordomudo.

Su corazón latió con brusquedad haciéndolo sentir que en cualquier momento escaparía rompiendo su pecho.

Tenía que ser.

Todo cobraría sentido porque lo sintió.

Sintió las malditas mariposas.

Sintió el destello.

Volvió a hablar en señas, señaló sus ojos y su muñeca. "Puedo ver tu muñeca?"

Iván había perdido el aliento cuando el más bajito le tendió su muñecay una frase, tres palabras y trece letras descansaban sobre su piel bronceada.

"Lo siento mucho"

Iván sonrió hacia el chico en frente.

El chico sonrió de vuelta. Sabía lo que había dicho, sabía leer labios, le costaba pero podía.

Se presentaron el uno al otro mediante señas.

Iván le invitó un café.

Fueron a una cafetería y bajó la luz de él establecimiento que olía a chocolate y granos café pudo ver sus ojos con claridad.

Verde.

Su color favorito.

Y la vida de cierta manera le dio a conocer al menos una cualidad de su alma gemela.

𝗴𝗿𝗲𝗲𝗻 › 𝗋𝗈𝖽𝗋𝗂𝗏𝖺𝗇 (✓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora