Reconciliación

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• Adultos

El fuerte ruido de golpes en la puerta me despertó

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El fuerte ruido de golpes en la puerta me despertó. Me levanté sobresaltada, con rapidez llegué hasta ella. Abrí escuchando la fuerte respiracion ahogada que se encontraba detrás.

Allí estaba, allí se encontraba. Quería estar enfadada por presentarse en mi casa como si nada después de todo, pero estaba sentado en un escalón al lado de la puerta, apunto de volver a llamar.

Sus ojos se alzaron hacia mí, pero yo solo podía contemplar su traje lleno de sangre y rasguños que me dejaban ver su piel cubierta por una capa roja.

Mi mente dejó de funcionar en ese momento.

-¿Katsuki? -se levantó quedando enfrente mío. Me llevé una mano a la boca por la sorpresa, así aún se veía más el daño que le habían hecho.

-Lo siento -me dijo entrecortadamente. Negué con la cabeza y acuné su rostro entre mis manos.

-No pidas disculpas, no ahora -logré pronunciar aún con mi voz rota. Lo repasé una vez más con la mirada -Vamos a dentro -agarré su mano llevándolo -, te prepararé un baño.

Dejé que se sentara en el sillón, sin importar que lo manchara.

Llené la bañera y busqué la toalla que él siempre usaba. Puse una alfombrita al lado y un banquito para mi.

Cuando entró se despojó de la ropa lanzándola al suelo. Entró despacio al agua, se sentó y dejó que le enjabonara el cabello.

Abrazaba sus rodillas pegadas al pecho, sus sollozos me rompieron en mil pedazos. El agua poco a poco se iba tornando roja, la alfombra se había mojado y ahora tenia una tonalidad rosa.

El olor a jabón embriago mis pulmones, y seguramente los de él, porque ambos suspiramos mas relajados.

-¿Estas bien? -le pregunté al terminar de enjuagar su cabello. Levantó levemente la cabeza, viendo hacia la pared. Sus ojos llorosos liberaron una lagrima más, pasé mi pulgar por sus mejillas.

-Lo siento -repitió lo único que había dicho.

-Me da igual eso, Katsuki, quiero saber si ahora estas bien -pestañeó un par de veces antes de contestar.

-No.

-¿Quieres hablarlo? -negó con la cabeza. Pasé mis dedos por su espalda y torso, enjabonando su cuerpo.

-Puedo hacerlo yo.

Me quedé sentada vigilándolo mientras se levantaba y, dándome la espalda, se enjabonaba. Cuando se pasó la ducha por el cuerpo, enjuagandose, revisé cada reciente cicatriz que tenía.

Toda su espalda desde los hombros estaba cortada, sus brazos también, pero con leves quemaduras. Las piernas le flaqueaban, tenía un corte por todo su muslo derecho.

Me levanté cuando se iba a girar. Acaricié sus hombros con ma yema de mis dedos, bajando por sus brazos hasta los codos. Acaricié su cuello y espalda. Lo abracé y apoyé mi mejilla en su cuerpo.

El arte de amarte - Katsuki Bakugō One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora