Encaje negro

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La canción de arriba y MAMMAMIA de Månsekin son las que me han inspirado para hacer este shot.

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Él solo se comía el escenario entero.

Su voz aún no estaba presente en aquella canción y ya tenía al público agitado, gritando eufóricos ante las primeras notas del bajo.

Varias gotas de agua resbalaron por au mandíbula después de beber de su botella.

Una atisbo de sonrisa se asomó en su rostro, perceptible bajo las luces rojas de los focos.

Al instrumento se le unió la batería, y con ello, los focos se turnaron entre el blanco y el rojo, permitiendo una mejor vista al cantante.

Su cabello corto y rubio estaba húmedo y las gotas de sudor se deslizaban por las puntas de este cuando se movía.

Se lamió el labio un momento antes de jugar con el micrófono en su mano y llevárselo a los labios para entonar los primeros versos.

Las luces estaban fijas en su torso desnudo, sudoroso y lleno de tatuajes. Más abajo, los vaqueros que caían hasta su cadera mostrando parte del boxer negro y dejando demasiado a la imaginación.

De nuevo en la parte instrumental, se limitó a fingir tocar la guitarra. La mano ocupada por el microfono movía dos dedos por encima de su abdomen perfecto.

Tenía un atractivo único, no solo por su físico, también su actitud en el escenario. No era alguien musculoso pero estaba claro que mantenía un buen equilibrio.

Solo de pensar en pasar las yemas de mis dedos por aquel pecho sudoroso y recorrer todos sus tatuajes, algo se encendió en mi.

En aquella canción, su voz era poco presente y aprovechó para recomponerse.

Yo aproveché para hacer mi cometido. Escuché a varias chicas gritar a mi alrededor, silvando, mientras sacaba mi sujetador y lo lanzaba directo al cantante.

Preparándose para el siguiente verso, se ajustó el auricular y se lamió el labio. Como un ritual que debía hacer antes de cantar.

Se fijó en aquella prenda de color negro situada a sus pies. Pude notar el momento concreto en el que se dio cuenta y lo recogió del suelo con una sonrisa ladeada, los músculos de su espalda tensándose con el movimiento.

Colgó uno de los tirantes en su dedo y lo hizo girar mientras volvía al centro del escenario.

Era un movimiento casi automático, habiéndolo hecho otras veces. Pero nunca había sido una prenda mía.

Finalmente lo dejó encima de la base donde debía estar el microfono, a la vista de todos.

Pasó sus dedos entre las hebras rubias de su cabello, su mirada viajaba por todo el público en busca de alguien.

El arte de amarte - Katsuki Bakugō One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora