Serie besos - 2

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• Universidad
• Mundo sin quirks

  Era un martes y un día lluvioso, y aunque fuese primavera, el clima era frío

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  Era un martes y un día lluvioso, y aunque fuese primavera, el clima era frío. Era uno de esos días en los que, la castaña, se podia pasar toda la tarde estudiando delante de la ventana, como si de una película romántica se tratase.

  Como era entre semana, se encontraba sola en su pequeño apartamento. Esa mañana había faltado a clases porque se encontraba mal, y ese detalle no pasó desapercibido por un rubio que se había fijado en que su novia no apareció ruidosamente en el comedor con sus compañeras.

  Llegadas las tres de la tarde y la castaña dispuesta a ponerse a estudiar, aunque su mareo no se detuviese, alguien llamó a la puerta.

  Se levantó con pesadez y, casi arrastrando los pies por el suelo, fue hacia la entrada y abrió la puerta. Se quedó mirando al chico con cara de cansancio, no porque no quisiera que estuviera allí, si no porqué su cabeza cada vez le daba más vueltas.

—Bakugō lo siento, no me encuentro muy bien para ayudarte en tus entrenamientos ni nad... —no terminó la frase cuando el rubio entró al apartamento y cerró la puerta detrás de él. Agarró de la muñeca a la chica y la llevó hacia el sofá.

  —Tonta —ella esbozó una sonrisa, aunque parecia más una mueca —Con lo cuidadosa que eres con todo y eres un desastre contigo misma. La próxima vez no pienso venir a salvarte de tus estúpidos mareos ni migrañas —diciendo todo esto, había estado buscando medicamentos entre los cajones de la cocina.

  Se acercó a la castaña con una pastilla y un vaso de agua. Los dejó encima de la mesita del comedor y ella se incorporó para tomarsela.

  Bakugō se sentó a su lado, dejando caer su espalda hacia un costado y subiendo sus piernas al sofá.

  Kazuya también se dejó caer hacia un costado, quedando su cabeza apoyada en el pecho de él.

  El cenizo la rodeó con su brazos, acariciando la cabeza de la fémina pasando sus dedos entre las ebras de su cabello.

  No era la primera vez que se abrazaban así, claro está, pero se sentía como si lo fuera. Era reconfortante y cálido.

  Sus corazones iban coordinados, sus pulsaciones rápidas al estar con el otro. La respiración calmada de él, su pecho subiendo y bajando acompasado de el de ella.

  —¿Porque estás así? —la pregunta le pilló desprevenida. Se estaba quedando dormida.

  —Tengo mucho trabajo de la uni y... Ya sabes. Lo dejo todo para lo último, luego me estreso porque no tengo tiempo, luego me enfermo por ello y... —dejó salir un gran suspiro.

  Katsuki acurrucó a la chica.

  —Puedes tomarte un descanso. Trabajas tarde, pero es trabajo duro y honesto. No te dejes ganas por el estrés y tus pensamiento negativos —le dio un golpecito con el dedo en la frente de Reiko.

  Ella suspiró una vez más: —Odio encontrarme mal —escuchó como el chico soltaba una pequeña risa —Pero puedo aprovecharlo para que me cuides, se siente bien —cerró los ojos descansando su cabeza en el pecho del rubio.

  Sin palabras que decir, Katsuki buscó la mirada de ella. Tenía los ojos cansados pero siempre había amor y cariño cuando se trataba de él. Llevó su mano hasta la mejilla de Reiko y la acarició con dulzura, ella cerró los ojos ante el tacto. Poco a poco acercó sus rostros hasta que sintió como la respiración de ella le hacia cosquillas en los labios y, por fin, la besó con tranquilidad.

  Un simple toque. Un simple gesto.

  Al separarse, ambos hicieron un acuerdo silencioso para dormir juntos aquella tarde, en ese sofá donde el cariño y el amor era lo último que faltaba.

Beso en los labios: te amo.

Beso en los labios: te amo

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Doble actuuuuu💕💕

El arte de amarte - Katsuki Bakugō One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora