29. La guerra del amor

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—Hola —dijo una voz dulce, lo que hizo que Oun dejara lo que estaba haciendo y levantara la vista para recibir a la cliente.

—Hola... Srta. Ladarat —respondió mientras lanzaba una mirada a su amiga cercana, Yada, que no estaba lejos organizando los pasteles en el mostrador.

—Hola, Srta. Fah —saludó la recién llegada con un esfuerzo evidente por dirigirle la palabra a su amiga. Oun observó a la mujer frente a él con detenimiento, esperando que explicara el motivo de su visita.

—Hola, Srta. Yui —respondió Yada con una sonrisa fría mientras cerraba el mostrador de pasteles y se acercaba a Aiún.

—Un capuchino, por favor —pidió Yui.

—Claro —respondió Oun, girándose para dar la orden. No quería dejar sola a su amiga en esa situación.

—Me enteré por Or que Fah ya renunció —comentó Yui.

—Así es —respondió Fah. Or era la asistente que había trabajado con Yada durante mucho tiempo. Chonlatorn la había ascendido temporalmente, sin planes de darle un puesto fijo ni de contratar a alguien nuevo. El puesto de Yada seguía esperando su regreso, tal como Chonlaton le había indicado.

—Lo siento mucho. ¿Quieres que hable con el Sr. Thorn por ti? —dijo Yui. Or le había contado que Yada ya había renunciado, pero Ladarat la había visto hacía solo unos días, por lo que dedujo que la renuncia había sido repentina. Según las normas de la empresa, Yada debía haber dado un mes de preaviso, o al menos hasta fin de mes. Dado que Yada había dejado el trabajo de manera abrupta, Ladarat asumió que Chonlaton la había despedido.

Era justo, pensó. Si Yada había actuado con arrogancia, merecía ser tratada así. Ladarat estaba convencida de que la razón por la que Chonlatorn había despedido a Yada era por ella misma, y quería ver si Yada aún mantenía su altivez.

—¿De verdad? Muchas gracias, Srta. Yui —respondió Yada con una expresión de alegría que Ladarat no pudo evitar despreciar. Ahora que Yada estaba en una mala situación, su arrogancia había desaparecido. Debería haber aprendido hace mucho tiempo a inclinarse ante ella.

—Si es así, ¿podrías hablar con el Sr. Thorn por mí? —dijo Yada con tono relajado, dándole a Yui la oportunidad de sentirse superior.

—Dile que debería buscar una nueva secretaria. De todos modos, Fah no piensa volver, así que mejor deja de insistir. Si logras convencerlo, te estaré eternamente agradecida.

—¡Cof, cof! —El joven que le estaba preparando el café no pudo contener la risa y terminó tosiendo. La mirada burlona en su rostro hizo que Ladarat temblara de rabia, pero logró mantener la compostura.

—Por supuesto, hablaré con él. Pero, Fah, ¿estás segura de que no estás equivocada? Pasar de ser la secretaria del director a trabajar en una cafetería... No suena creíble, ¿no crees? No deberías imaginar cosas que no son, ni dejarte llevar por ilusiones —dijo Ladarat con sarcasmo, mirando a Yada como si la considerara una tonta.

—¿Por qué no le preguntas al Sr. Thorn tú misma, a ver si estoy equivocada? —respondió Yada con tranquilidad, usando las propias palabras de Ladarat en su contra. Después de tantos años trabajando con Chonlatorn, Yada había enfrentado todo tipo de situaciones, desde la alta sociedad hasta modelos que provenían de familias ricas. Nada la alteraba, y menos las palabras de una mujer que claramente no entendía la verdadera situación. Chonlatorn tenía la habilidad de hacer que cualquier mujer que se le acercara pensara que era la número uno, y de ahí surgía todo este drama innecesario.

—Si estás tan segura, ¿por qué no te quedas callada? —replicó Ladarat con desdén. —Pareces desesperada por hacer que te ruegue. ¿Renunciaste para que él te rogara? Lamento decirte que, si el Sr. Thron te busca, será por trabajo, no por otra cosa. Alguien como él jamás estaría interesado en una mujer vacía y sin cerebro como tú —remarcó con dureza las últimas palabras, sonriendo con satisfacción.

Alguien te ama [Someone Loves You]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora