Veintisiete

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Nos han machacado en nuestro partido fuera de casa, y los ánimos están por los suelos cuando vuelvo a la casa. No puedo evitar pensar en el fin de semana pasado y en lo perfecto que fue, y desearía poder dejar ya el equipo e irme con Gun todos los fines de semana.

Pero no hay manera de que eso ocurra sin decir adiós a mi beca y a Sigma Beta Psi.

Así que tengo que aguantar. Y esperar que los demás se pongan las pilas.

Levanto la vista de mi sitio en el sofá cuando Joss asoma la cabeza en el salón. Sostiene una bolsa de pellets apestosos.

—¿Vienes, Jumpol?

—Mierda, no.

Un ceño fruncido eriza su frente.

—Hubiera creído que esta mierda era de tu agrado. Normalmente vives para esto.

—Quizá he cambiado de opinión.

Joss se burla.

—Gran momento, hermano.

Se va con unos cuantos hermanos siguiéndole, y se necesita todo mi limitado autocontrol para no ir tras ellos y arrastrarlos de vuelta al interior.

—¿De verdad no vas a hacer nada? —Le pregunto a Tay, que ha ignorado el intercambio.

—¿Cómo qué?

—Eres el presidente —Trato de mantener la molestia fuera de mi tono—. Ponerle fin, ese es tu trabajo.

Arroja su teléfono sobre la mesa.

—Ah, sí. Todas las veces que intenté que dejaras de hacerlo, ¿Cómo funcionaron?

Aprieto la mandíbula.

—Eso es lo que pensaba. No están haciendo nada más de lo que has hecho desde que te precipitaste, así que ¿Por qué el uno-ocho [un giro completo de 180 grados]?

—Nunca lo hice tan mal, y lo sabes. Unas cuantas veces al mes, eso es todo, no todo el día, todos los días. Y nunca me he metido en su mierda personal.

—Eso fue ir un poco lejos, pero hablé con ellos.

—Claramente no están escuchando. ¿Sabes que el portátil de Saint acabó destrozado cuando intentó bajarlo del tejado? Perdió un montón de sus tareas. Poner en peligro la clase de otra persona no es tan fraternal, y yo nunca habría ido tan lejos.

—¿Quién no respalda su trabajo en estos días?

—¿Esa es realmente tu respuesta?

Tay frunce el ceño.

—¿Cómo sabes todo eso?

—¿Qué?

—Sobre Saint —Su mirada se centra de repente en un láser—. He hablado con New, pero nadie más en la casa lo sabía.

Me muevo.

—He, uhm, hablado con la gente. El berrinche de Joss no está pasando precisamente desapercibido para las otras casas.

—Eres un mentiroso de mierda, Off. ¿Qué está pasando?

—Me preocupa que vayamos demasiado lejos y que el decano se entere.

Tay se pone en pie de un empujón.

—Sigues mintiendo.

—¿Ahora eres un maldito lector de mentes?

—Maldita sea, Off, ¿Qué pasa? ¿Has hecho algo? O... —Su cara palidece y da un paso atrás—. Se suponía que ibas a volver a la hora del almuerzo, y no lo hiciste.

Chicos de fraternidad #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora