Trece

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Mi turno en el trabajo va rápido. Estoy lleno de energía. Mi estado de ánimo en un diez. Pasar la noche con Gun era exactamente lo que necesitaba. Sigo teniendo flashbacks calientes como el infierno de su boca en mí, y me hace estallar en momentos inapropiados. Como cuando vinieron sus padres y su hermana.

Estoy silbando mientras hago un café tras otro, y mi compañera de trabajo, Misty, no deja de sonreírme.

—¿Qué? —Pregunto cuando por fin hemos bajado la velocidad lo suficiente como para recuperar el aliento entre pedido y pedido.

—Alguien se acostó anoche.

—Seguro que sí —No hay razón para que lo niegue—. Llevo unas semanas poniendo empeño y ha dado sus frutos.

—¿Off Jumpol prestando atención a una chica durante unas semanas? Debe estar buena.

—Él lo está —Le guiño un ojo ante su sorpresa—. Quiero decir, vamos.

No es que pueda guardar todo esto para un género, ¿Verdad?

—Mi error —Se ríe—. Y bien por ti por ponerte a trabajar.

Tarareo de acuerdo, pero me sabe a mentira. La verdad es que hablar con Gun apenas supone trabajo. Es tranquilamente asertivo, intenta mantener las distancias, pero cada vez que se desliza, me atrae aún más. Añade sus habilidades para chupar pollas y el tipo salta inmediatamente a la cima de mi lista de ligues.

Pero eso ya está hecho. Se acabó.

Es hora de seguir adelante y perseguir una nueva cola o lo que sea.

Mi teléfono vibra en el bolsillo y tengo que resistirme a sacarlo de inmediato. Han pasado una o dos horas desde que le envié el mensaje a Gun y estoy vergonzosamente desesperado por que sea él quien me responda. Menos mal que el trabajo y el estar ocupado me impiden mirar constantemente el teléfono.

Misty se toma su descanso y yo soy el único que queda al frente durante media hora hasta que termine mi turno, así que ni siquiera puedo escabullirme para echar un vistazo. Los minutos pasan con una lentitud que entorpece la mente.

Cuando Misty vuelve a tomar el relevo, apenas se ha atado el delantal antes de que yo me despoje del mío.

—Hasta luego —Me dirijo al pasillo para fichar, luego agarro mi teléfono y...

Tay.

Ese jodido idiota.

Tay: ¿Puedes llevar la noche de Bro-motions [hermanos emotivos]? Tengo un trabajo para mañana que necesito arreglar.

Bueno, mierda. Tengo un examen el martes para el que pensaba estudiar, pero Tay hace Bro-motions cada semana, así que puedo intervenir esta vez por él.

Con el aumento de los problemas de salud mental, y la mayoría de los tipos pensando que necesitan embotellar la mierda, Sigma Beta Psi trajo las noches de Bro-motions. Estamos aquí para apoyar a nuestros hermanos, y no es obligatorio que nadie se presente, pero nos aseguramos de tener un lugar seguro para que la gente hable de lo que necesite.

Le hago saber que lo tengo, y luego me paso por la tienda para comprar algunas papas fritas y mierda que reclamaré cuando esté en casa. Hablar de emociones es un trabajo de hambre.

Cuando vuelvo a la casa, le entrego el recibo a Tay y me dirijo a mi habitación, ya que no empezamos hasta las ocho.

Me tiro en mi cama, sorprendentemente despierto teniendo en cuenta lo tarde que es la noche y lo temprano que es la mañana. Me hace falta toda mi fuerza de voluntad para no sacar el teléfono, pero teniendo en cuenta que mi autocontrol es una mierda, no lo consigo.

Chicos de fraternidad #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora