Alessandro había ignorado por completo a la princesa, sinembargo, ella seguía siendo una princesa y debía
ser tratadacomo tal, en ningún momento él había ordenado eso.
Un pequeño recuerdo llegó a la mente de Alessandro, él la habíacastigado y la había enviado a ese lugar
como un castigo, sinembargo, eso había sido sólo temporal. Alessandro cubrió surostro con sus manos, él
nunca dijo cuánto tiempo iba a estar laprincesa en ese lugar y como nadie había vuelto a mencionarlase había
olvidado por completo de ella, él la miródetenidamente. Ella iba vestida con un sencillo vestido blanco que
le llegabahasta las rodillas, aquel vestido no tenía ningún adorno, nisiquiera los sirvientes vestían de
aquella manera, la princesallevaba sus pies descalzos, lo mismo había pasado antes, él pensóque era por
la extravagancia de la princesa, sin embargo, algo lehizo pensar que no era de esa manera. _ ¿Me estás
diciendo que llevas tres años viviendo en este lugarsin la ayuda de ningún sirviente? _Si. _ ¿Por qué nunca
dijiste nada?, ¿Por qué nunca te quejaste? _ ¿Porque lo haría?, y aunque lo hiciera quién me escucharía,
sumajestad me dejó en claro que no quería verme, solo hago loque su majestad quería. _Yo no... Abril le
puso la ropa sobre la cama y le dijo... _Lo siento, pero no hay más ropas que puedas usar en este lugarasí
que tendrá que usar sus ropas, en verdad están limpias, yomisma las lave, aunque las manchas de sangre nodesaparecieron. En ese momento Alessandro sintió pesar
por la princesa quetenía enfrente, aunque él no sentía simpatía por ella debido atodo lo que hizo su familia,
sintió pesar por vivir de una maneratan difícil durante tantos años. Alessandro tomó la ropa y retiró la sábana
con la que estabatapado, hasta ese momento él no se dio cuenta que estabacompletamente desnudó, su cara
se tiñó de rojo y le preguntó. _ ¿Quién me quitó la ropa? _Fui yo, ¿Hay algún problema? _ ¿Acaso no tienes
vergüenza? _ ¿Por qué debería de tenerla? _Quitaste toda mi ropa. _ ¿En verdad debería tener vergüenza
por eso? _Eres una desvergonzada, sal que voy a cambiarme. _ ¿No quiere que le ayude? _No, ahora
sal. Abril salió de la casa, Alessandro se levantó para cambiarse, eneso ella volvió a entrar y asomar su
cabeza por la puerta viéndolo
completamente desnudo, ella no se inmutó ni sintió vergüenzaalguna y como si nada le
pregunto. _ ¿Su majestad está seguro que no quiere que le ayude avestirse? Alessandro se cubrió con sus
manos y le gritó. _No, vete y cierra la puerta. _Como desee. Alessandro nunca había tenido tanta vergüenza
en su vida, queeducación había tenido la princesa como para ver a un hombrecompletamente desnudo y no
inmutarse. Abril esperó pacientemente a que Alessandro se cambiara y sepreguntó qué había hecho ahora
para que su majestad estuvieratan molesto. Alessandro salió de la casa, le costaba un poco caminar, se
sentíamareado y su cabeza daba vueltas, Abril lo sujeto ya que estaba apunto de caer y le dijo. _Lo ayudaré
a llegar hasta el palacio. Alessandro no se encontraba en posición de rechazar su ayudaasí que no dijo nada
y se apoyó en su hombro para no caer. Mientras caminaban, Alessandro vio que la princesa llevaba lospies
descalzos y le preguntó. _ ¿Por qué no usas zapatos?
_Solo tengo un par de zapatos y me van pequeños, lastiman mispies, prefiero no usarlos. Alessandro se
sintió miserable, como esposó no le habíaproporcionado lo necesario a su esposa, aun cuando él la odiabano
quería ser visto como un hombre tacaño que deja que suesposa viviera como una pordiosera.Alessandro se
apoyó en el hombro de su pequeña esposa hastallegar, al palacio y encontrar a unos guardias, cuando ellos
vieronal rey pálido y con las ropas manchadas de sangre corrieron aauxiliarlo. Abril se hizo a un lado mientras
veía cómo se llevaban al rey,cuando Alessandro se giró para mirar atrás ella ya no estaba,había desaparecido
como un fantasma. Después de que el médico atendiera a Alessandro él mandó allamar al mayordomo y le
preguntó. _ ¿Sabías que durante todo este tiempo mi esposa ha estadoviviendo por su cuenta olvidada en
una pequeña casa en la partemás alejada del castillo? _Por supuesto que lo sabía su majestad, le
recuerdo que ese fueel castigo que usted escogió para la princesa cuando atacó a laseñorita
Victoria. _Yo dije que la llevarán a ese lugar, pero no que la dejarán ahípara siempre, solo debían dejarla a lo
mucho un mes para quemeditara sobre lo que hizo._Su majestad no dijo nada sobre eso y tampoco volvió apreguntar por la
princesa. _Ordena que la traigan devuelta, también que le den vestidosnuevos y zapatos cómodos. _Comoordene su majestad. Abril estaba trabajando en su huerto cuando el mayordomo seacercó a ella y le
dijo. _Princesa, ¿Qué estás haciendo? _Trabajando en mi huerto. _Ese no es el comportamiento digno de
una princesa. _ ¿Entonces quieres que me siente en mi habitación esperando amorir de
hambre? _Por supuesto que no, por eso se, le trae comida a la princesacada día. Abril no pudo evitar reírse
ante las absurdas palabras delmayordomo y le dijo. _Desde que estoy viviendo aquí solo una vez me dieron
unacesta con comida y eso fue hace tres años, desde entonces no hevuelto a ver a ninguna de las sirvientas,
tampoco me han traídocomida, si no busco mi propia comida moriría de hambre, ¿Acasoel mayordomo quiere
que muera de hambre?
El mayordomo quedó estupefacto, aunque la princesa había sidoenviada a esa parte alejada del castillo él
había ordenado a lassirvientas que se encargarán de darle comida a la princesa, erainaudito que ella hubiera
estado viviendo peor que uno de los sirvientes cuando era una princesa. El mayordomo miró a una de las
sirvientas que le habíaacompañado y preguntó. _Es eso cierto? _No lo sé
señor. _Hablaré con la jefa de sirvientas después, más les vale que nosea cierto lo que la princesa está
diciendo. Abril se sintió molesta, el mayordomo no creía en sus palabras,ella siguió quitando las malas hierbas
de su huerto. _Princesa deje eso y acompáñeme por favor. _ ¿A dónde? _Su majestad quiere que vuelva al
palacio. Abril recordó el primer año que había vivido en el palacio,encerrada en su habitación congelándose
en el invierno ymuriéndose del calor en verano, ella siguió cortando las malashierbas y dijo. _No quiero, dígale
a su majestad que prefiero vivir aquí. _Pero princesa su majestad...
A
_No pienso moverme de aquí, por qué no olvidan que estoy eneste lugar como lo han hecho hasta ahora,
déjame tranquila.