Los personajes, comportamientos, lugares, instituciones, ocupaciones y eventos de este libro son totalmente ficticios y sólo tienen fines de entretenimiento. No se pretende promocionar o alentar ninguna acción realizada por los personajes.
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–Hay 18 especies de pingüinos.– Jeongin miró a su mejor amigo cuando éste decidió hablar. Era sábado, y como la mayoría de los sábados, se juntaban en su departamento para hacer algo, ya sean tareas o ver algo entretenido en internet.
–Los pingüinos parecen señores rechonchos y bajitos. Caminan muy chistoso...– Felix dijo mientras volvía de la cocina. –Una vez leí que viven en colonias con más o menos 100 o 1000 pingüinos.– Seungmin sonrió, luego asintió.
–Sí. Pueden beber agua salada, se alimentan de peces y nadan a velocidades se casi 36 kilómetros por hora.
La plática se vió interrumpida cuando el móvil de Seungmin sonó en la barra de la cocina, Jeongin hizo el amague de levantarse pero Seungmin lo detuvo.
–Yo iré.– sonrió antes de levantarse del suelo y caminar hasta su móvil, lo levantó y leyó el mensaje.
Se adentró en la cocina dejando a dos chicos confundidos en la sala, sin embargo, ninguno pudo decir nada cuando el timbre sonó y Seungmin salió corriendo de la cocina y abrió la puerta con rapidez para salir.
Se recargó en la puerta cubriendo el picaporte con su cabeza, sonrió al mirar a Chris parado vistiendo unos pantalones grises y una sudadera negra con letras blancas.
–Hola, Seungmin.– saludó apenas lo tuvo enfrente.
–Hola, Chris.– sonrió antes de ladear la cabeza en un gesto de confusión. –¿Qué hace aquí?
–Su madre me envió un mensaje, ¿recuerda que estuvimos hablando acerca de la cadena hotelera de mi familia?– Seungmin asintió. –Le vengo a entregar unos formularios y una credencial para los descuentos.– Seungmin miró las manos del profesor, en una traía una bolsa de cartón con el logo de la pastelería favorita de Seungmin y en la otra una carpeta negra.
–Uh.– Seungmin señaló la bolsa y el mayor la estiró a él.
–Le pregunté a tu mamá cuál era tu postre favorito, tenía que comprar unos para mí y aproveché la oportunidad.– el chico sonrió mientras urgaba en la bolsa.
–Gracias.– sonrió mostrando sus dientes antes de girarse a la puerta, el picaporte había sido movido.
El cuerpo de la mujer apareció, dejando ver a los amigos del más joven. –Buenas tardes, Christopher.– la señora sonrió antes de llevar la vista a su hijo, quién cargaba un trozo de pay de queso y la bolsa de la pastelería. –Cariño, ¿por qué no me avisaste que Chris llegó?
Seungmin se quedó en silencio, así que Chris habló. –Nos estábamos poniendo al día.– la mujer sonrió antes de asentir.
