Capítulo 8: Número desconocido

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—¿Pagaste el wi-fi hermanito?—preguntó soltando una risa.

Emmett me había llamado hace unos segundos por FaceTime pero desde ese momento su imagen se ve borrosa y tildada.

—Muy gracioso, Evan—medio sonrió hasta que su imagen se aclaró—La señal en esta cancha es una mierda—entró a su auto, dejándome escuchar como cerraba la puerta—Y bien ¿Cómo está tu nueva vida en New York?.

Acomodo mi cabello mientras me recuesto en mi cama. Max y Kenan no estaban en la habitación ya que habían salido a buscar sus uniformes del equipo. Por suerte yo lo había buscado hacia una semanas y lo tenía guardado hasta que comenzarán las prácticas del equipo.

—Bien, las clases son geniales y los profesores dentro de todo buena onda.

El sonrió hacia la cámara,  luego miro a su derecha y regreso su vista hacia mí.

—¿Y el básquet?

—Todavia no han comenzado las prácticas—suspire con cansancio—las primeras semanas dejan que los alumnos se acostumbren y le tomen el ritmo a las nuevas materias y luego comienzan los deportes y materias extracurriculares

—Hmh, ya veo.

—¿Y Hayle? ¿Cómo van las cosas entre ustedes?
A
Emmett al instante sonrió mientras se acomodaba el cinturón de seguridad.

—Últimamente está volviéndose loca con los arreglos de la boda.

—¿Y eso?—pregunté extrañado.

Hayle había sido novia de mi hermano desde la preparatoria, hubo un tiempo en el que ambos tomaron distancia por sus estudios, pero nuevamente volvieron a estar juntos a pesar de todo. Ella estuvo junto a él siempre, apoyándolo en sus peores y mejores momentos. No fue hace mucho que mientras mi hermano estaba terminando de jugar uno de sus partidos en los Lakers se le declaró frente a miles y miles de personas. Y es aquí donde estamos ahora, cuatro meses después.

—Bueno, le mencioné de contratar una organizadoras de bodas pero se negó completamente, dijo que ella misma y Luisa se encargarían de organizar todo y dejar todo los preparativos listos.

Luisa es la mejor amiga de Hayle y puedo asegurar que está tan loca como la prometida de mi hermano

—En algo estamos de acuerdo y es que no vas a poder hacer que cambien de opinión por nada en el mundo.

—Eso lo se—soltó una risa—Pero quería que estos meses lo pasáramos juntos y no que estuviera estresada por si las sillas serían mejor negras, blancas o rústicas para el salón de fiesta.

—Te daría un consejo pero no me he casado todavía como para saber que hacer en estas circunstancias.

—Hablando de eso ¿Viste a Holly?—preguntó observandome con intensidad.

El Ritmo de un Corazón Roto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora