Historias cortas vol. 1

La familia es primero

Mi padre falleció hace seis años en un accidente de auto, lo único que encontraron de él fue su cartera. En 2012, cuando tenia 11 años, mi curiosidad me atrajo hasta su tumba, el panteón iba a cerrar pronto y mi madre estaba arreglando unos contratos en la oficina del velador. Me puse a rezarle, lo añoraba tanto, podía sentir sus brazos alrededor de mi cuerpo y su voz cálida diciéndome que todo saldría bien. 

Se hizo de noche, mi mirada seguía en la lápida esperando verlo por última vez. Siempre he sido una niña muy traviesa, y aún recuerdo ese día. No había señales de mi mamá, con mis dedos comencé a quitar la tierra, excavé un poco y brotó una mano. Era de mi padre, sentí sus cálidos dedos y lo saqué por completo. 

Mostraba un aspecto frío, la mirada perdida y los ojos los tenía hundidos formando un aro de sangre pasando por sus cejas, su nariz y el límite de sus pómulos. Estaba muy pequeña para saber lo que era, cuatro años después descubrí que era un zombie.

—Amelia, yo también quiero ver a mi papá —dijo mi hermana pequeña.

—Ya te dije que, si lo verás, o esperemos que te dejen verlo los zombies.

—Si tengo muchas ganas de conocerlos —expresaba emocionada.

—Son muy amables conmigo.

Después de la escuela, nos alistamos y nos pusimos en marcha para salir al panteón. Cruzamos el sendero directo a la tumba de mi papá, teníamos que brincar una reja estrecha para entrar. Mi hermana cruzó apenas por su pequeña estatura. Al llegar un zombi vaquero me tomó del brazo y me saludó.

—Hola, ¿Cómo han estado? —. Los saludé alegremente.—Sabes bien que no debes traer compañía —. Balbuceaba otro zombi, se estaba refiriendo a mi hermana.

—Lo sé, pero quería ver la manera de que pudiera ver a mi padre, aunque sea una vez.—No puede, la única forma es comiéndonos su cerebro —dijo una chica zombi —Y sabes bien que tu cerebro no nos lo comemos porque rescataste a uno de los nuestros de su tumba hace cuatro años, te veneramos. Fue un error haber traído a tu hermana.

—Si, lo sé y lo entiendo —Amelia se dirigió hacía su hermana. 

—Te advertí, ¿Quieres convertirte en zombie para ver a papá?

—Si, sabes que lo he deseado por años y no le tengo miedo.

—Bien, adelante.

Le entregué a mi hermana y ellos se encargaron del resto. Salí del panteón caminando rumbo a mi casa, tenía la opción de convertirme en zombie y estar para siempre a lado de ellos. No iba a tener la necesidad de verlos solo por un par de horas, y después regresar al mundo mortal añorando su presencia. 

Pero el único motivo por el que no me atrevía a dar ese paso era mi madre. Ella bien sabía que mi hermana iba a reunirse ahora con mi padre, y aunque no dijo nada al respecto porque era una decisión inapelable, podía sentir lo devastada que se sentía. Abandonarla era algo impropio por mi parte, todos estos años mi madre ha sido mi refugio como para dejarla ir.

Al llegar a casa, tenía mucha sed y decidí ir por un vaso de agua. Al parecer alguien ya había servido uno y sin preguntar me lo tomé todo. Fui en busca de mi madre para darle la noticia de que mi hermana ya está con mi padre. Sin embargo, comencé a sentirme mareada, un dolor irritante se apoderó de mi cuerpo.

—Mamá— dije, apenas podía caminar.

La encontré en el sillón, con la cabeza agachada y las manos entrelazadas.

—Lo siento, mi amor, yo no quería, pero no tuve otra alternativa. Apenas entendí lo que estaba pasando, una trampa, no lo veía venir.

—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué me envenenaste?

—Amelia, no tuve más remedio, tu hermana y tu padre ya están juntos. Necesitaba deshacerme de ti para comenzar mi vida con Kyle, solo ocupaba una excusa para que te fueras con ellos y al ver que jamás lo ibas a hacer por tu cuenta, decidí hacerme cargo.

—Estás loca— grité, mi cuerpo se tambaleaba.

Poco a poco fui cayendo, algo se apoderó de mi ser, dejándome inerte, sin sentido. Pronto los zombies me convertirían, tendría una larga vida junto con mi padre y mi hermana. Sin embargo, era incapaz de creer que mi madre haya podido librarse de mí para por fin poder tener un amorío con el velador.

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