E P Í L O G O

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Jimin corre por el departamento sin mediar el riesgo que eso conlleva al tener media tostada en la boca. No parece temer por su vida, si no más bien, teme perder la primera clase y ser el nuevo blanco de su profesor de estadística. La universidad se ha vuelto agotadora y aunque ya va en su tercer año, no logra acostumbrase a vivir en un estrés constante.

— ¡No olvides tus libros! – le grita su pelinegro novio desde la sala, encontrándose trabajando ya desde temprano en su computadora.

— ¡Gracias! – Logra entonar a medias y coloca su pesada mochila sobre su hombro. – ¿Quieres que traiga algo para cenar? – Pregunta una vez termina su tostada, pasando por el lado de Yoongi en busca de sus libros y audífonos. Dios, debía hacerle caso al chico y comenzar a ser más ordenando con sus cosas o ese tipo de vida terminaría matándolo.

— Es viernes así que...¿pizza y cervezas? – Le sonríe inocente, sabiendo que su novio se ha prometido a sí mismo bajarle un poco al consumo de alcohol. Aunque bueno, cada viernes tenían la misma conversación en la que Jimin se negaba y luego terminaba tomándose un pack de seis cervezas por la noche.

— Está bien, aunque si me paso de tres latas, me detienes, ¿bueno? – Se acerca rápidamente para darle un beso en la frente y luego otro en los labios. – ¡Te veo luego! – Se despide corriendo hasta la puerta principal y cierra de un portazo.

Yoongi se queda riendo de lo escandalosa que es su mañana junto a Jimin.

Desde que el chico había entrado a la universidad y había decidido cambiarse al otro extremo de la ciudad en donde le quedaba más cerca, nunca creyó que el rubio lo invitaría a vivir con él. Suponía que pasaría mucho tiempo antes de que pudieran dar ese paso, sin embargo, Jimin se rehusó a pasar un solo segundo más lejos de él. Al principio, sus padres no estuvieron de acuerdo con la decisión de su hijo y aunque fueron muchas peleas, se dieron cuenta que Yoongi realmente amaba a su hijo y no estaba con él para aprovecharse. Al contrario, cuidaba y protegía de sobremanera al rubio, cosa que les hizo ver que este era un buen hombre.

Obviamente la diferencia de edad también era un recordatorio constante de que estaban en diferentes etapas. Yoongi había comenzado a trabajar dando clases particulares de manera online, mientras Jimin se la pasaba entre la universidad y en su trabajo de medio tiempo. Cada día que pasaba volviéndose un paso más cercano a estar en la misma fase de vida.

Jimin a veces se forzaba de más en ayudar monetariamente en casa, cuando Yoongi no tenía problemas en aportar la mayoría con la simple condición de poder jubilarse a los treinta años y ser mantenido. Obviamente luego el rubio le recalcaba que no pensaba hacerlo, para finalmente terminar siguiéndole el juego.

Su ensimismamiento se ve interrumpido cuando
de repente escucha como la puerta principal es estruendosamente abierta y pega un salto ante un sordo ruido de algo cayendo al suelo. Al girarse sobre su silla mientras se quita los audífonos, ve que un agitado Jimin lo observa desde la puerta haciendo un puchero y descubre que lo que había sonado antes es la mochila del rubio ahora tirada en el suelo junto a sus libros desparramados.

— ¡ME CANCELARON LA CLASE! – Lloriquea cerrando de golpe, yendo hacia los brazos de su novio que se carcajea al verlo decepcionado. – ¡PODRÍA HABER DORMIDO MÁS Y AHORA YA MO QUIERO DORMIR! – Chilla una vez más antes de arrojarse sobre Yoongi, haciendo como muchas veces, una pataleta.

Este no deja de reírse sin dejar de consolar a su adorable novio, sabiendo de ante mano que si no lo llevaba al cuarto antes de que pasara. diez minutos se quedaría dormido en sus brazos. La idea no le molestaba en absoluto, pero debía darle clases a sus pequeños alumnos que esperaban por él al ver que en su laptop ya habían personas en la sala de espera online.

Como muchas veces consuela a su mañoso chico dándole los mimos suficientes, le susurra un par de cochinadas al oído y finalmente Jimin se levanta de su regazo para ir al cuarto. No sin antes susurrarle él mismo un par de cosas más que quería probar esa noche. Sin duda alguna, Jimin seguía siendo aquel chico desvergonzado que anteriormente le enviaba mensajes subidos de tono por una aplicación anónima. El tiempo obviamente había hecho que todo cambiara, pero agradecía que esa misma chispa que lo hizo enamorarse en primera instancia seguía ahí.

Amaba a Jimin desde hace casi cinco años. Y esperaba seguir haciéndolo por mucho tiempo más, con o sin mensajes eróticos de por medio.










❤️

Les traje un regalito:3

Erotic texts | YM Donde viven las historias. Descúbrelo ahora